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Tucumán arde en el MNBA
La
bomba
tucumana
El
miércoles que viene, en el Museo Nacional de Bellas Artes, se proyectará
Tucumán arde, el documental de María José Herrera sobre la mítica muestra
del �68. Margarita Paksa, una de las integrantes del grupo, cuenta cómo
se gestó la muestra y cómo se le ocurrió el nombre.
Por
Margarita Paksa
Yo me acerqué a la CGT de los Argentinos que dirigía
Raimundo Ongaro. Ahí empecé a colaborar con Rodolfo Walsh,
que estaba trabajando en el periódico de la CGTA, donde había
nucleado a un grupo de artistas e intelectuales. Entonces fue cuando empezamos
a trabajar junto a la gente de la CGTA diseñando y armando volantes,
folletos y afiches. Queríamos dirigirnos a la mayor cantidad de
gente posible, hartos del elitismo que estaba restringiendo al arte. Y
en medio de todo eso, un día nos miramos con otros compañeros
y dijimos: Hace falta programar algo más grande, una obra
más importante, y hacerla a través de la CGTA.
Hay
distintas versiones acerca de cómo surgió la idea de trabajar
sobre Tucumán. Obviamente, yo tengo la mía. Una noche estábamos
cenando con Pablo Suárez y Roberto Jacoby cuando empezamos a conversar
sobre lo que se podía hacer. Yo dije que había que buscar
el lugar más inhóspito de la Argentina o el que tuviera
más problemas. En ese momento, el lugar era Tucumán: tenían
las ollas populares y estaba bajo el azote del Ejército. Entonces,
cuando quisimos empezar a desarrollar la idea, dijimos: Bueno, está
bien, es Tucumán, pero Tucumán ¿qué?.
Seguimos tirando palabras e ideas, hasta que nos dimos cuenta que debíamos
viajar al lugar que habíamos elegimos y no mirar o hacer una obra
desde Buenos Aires como espectadores. Había algo que estaba claro:
teníamos que participar de una manera más intensa. Entonces
yo, eligiendo entre las muchas palabras que habíamos tirado, dije:
Es Tucumán arde. Los dos lo aprobaron. Era un buen
título. Jacoby dijo que iba a llamar a Juan Pablo Renzi a Rosario
para comentarle la idea. Después, bueno, apareció alguna
versión de los rosarinos que decía que fue al revés.
En fin...
Cuando ya estuvo elegido el lugar y se sabía cuál era el
título, cada uno fue aportando distintas ideas. Yo, por ejemplo,
me conecté con Pino Solanas y Octavio Gettino, que habían
filmado La hora de los hornos, y los invité a participar. Pero,
sobre todo, había dos ideas sobre las que estábamos todos
de acuerdo: utilizar todo lo que apareciera sobre Tucumán en los
medios de comunicación y disimular hasta último momento
la intención política de la obra. Los que viajaban a Tucumán
alegaban un objetivo puramente artístico e inocente, entrevistaban
a las autoridades y les pedían su colaboración. Después,
a partir de la información recolectada, ideamos los carteles y
las pintadas en las calles que decían Tucumán arde,
y que funcionaban como un avance de lo que después terminó
siendo la muestra.
En Rosario fue donde más tiempo estuvo expuesta. Pero en Buenos
Aires duró muy poco. Prácticamente un día, porque
apenas inauguró el gobierno amenazó a la CGTA con quitarle
la personería jurídica, y obviamente no iban a arrriesgar
la personería jurídica por nuestra obra.
Tucumán arde se proyectará el miércoles 5 de mayo
a las 19 hs. en el Museo Nacional de Bellas Artes.
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