Los
dibujitos japoneses en la Argentina

Dibujos
de
ojos
grandes
¿Cuál
es la fascinación por esos dibujos animados japoneses de ojos enormes
que clavan a los chicos frente al televisor y que los hacen gastar fortunas
en historietas? Muchos de los protagonistas son gays, hermafroditas
o chicos que se convierten en chicas y, en Japón, son los sex symbols
de las púberes niponas. Pero en la Argentina, donde las series se emiten
censuradas por canales de cable para chicos, se ven sin desnudos ni
escenas de sexo y con doblajes en los que confunden a los gays con mujeres.
Es decir: no se entendería nada si no fuera por las revistas que venden
miles de ejemplares explicando lo que no se ve en la televisión.
Por
MARIANA ENRIQUEZ
Los
dibujos animados y cómics japoneses (“anime” y “manga”,
respectivamente) son un fenómeno masivo desde hace años.
En los 60, Kimba, el león blanco de Ozamu Tezuka se convirtió
en un personaje tan popular como cualquiera de Disney, y Astroboy gozó
de una popularidad similar a la de un Mickey japonés. Con los
años, esos dibujos de ojos grandes, cargados de violencia y dramatismo,
se convirtieron en uno de los productos de mayor consumo en Japón
y un fenómeno de ventas en todo el mundo. En su país de
origen, cada una de las miles de revistas manga vende aproximadamente
seis millones de ejemplares, y se calcula que las lee el 40 por ciento
de la población. Hay mangas y animes de todos los géneros
posibles: eróticos, históricos, humorísticos, deportivos,
de cocina, de acción, de básquet, de animales, de autos,
de rock, etcétera. En Japón, donde es más común
producir series animadas que con actores, los animes que se pasan por
la TV japonesa, siempre en horario central, serían comparables
a series como “Gasoleros”. En la Argentina, de toda esa producción,
los chicos están obsesionados particularmente con Dragon Ball,
Sailor Moon y todo el merchandising. Pero lejos de la aceptación
casi unánime de la que gozan en Japón, las principales
críticas que se le hacen al género en Occidente son cierta
tendencia a las repeticiones, la carga de violencia y, más recientemente,
la sorprendente carga de sexualidad ambigua que los caracteriza. Y es
en esta última crítica a los animes de Japón (un
país ajeno a la tradición judeocristiana y su código
moral) donde el choque cultural es tan fuerte como sorprendente.
LA
CHICA PERFECTA ES UN CHICO Después de una larga y
desinteresada exposición a un cómic o dibujito japonés,
el lector o espectador no iniciado puede caer en una comprensible confusión:
es difícil distinguir a los personajes femeninos de los masculinos.
En realidad, el problema no aparece con las chicas, que son escandalosamente
femeninas y usan minúsculas minifaldas y cabelleras que arrastran
por el piso. El problema es que el 80 por ciento de los varones de manga
japonés son andróginos, y que una gran cantidad de personajes
secundarios sólo parecen poder definirse como gays, asexuados
o hermafroditas. Y esto puede verse en las series que emite el canal
Magic Kids en la Argentina. Uno de los más recientes estrenos,
Ranma 1/2, es a la vez el ejemplo más evidente de estos programas
para adolescentes emitidos como si fueran para chicos y de las consecuencias
de sus ambigüedades: confusiones en el doblaje, gays convertidos
en chicas y cortes evidentes en los capítulos.
Ranma 1/2 (que Magic emite desde marzo) es una serie adaptada del cómic
original de 1988 escrito por la autora Rumiko Takahashi, hoy una de
las mujeres más ricas y conocidas de Japón. Ranma Saotonome
es un chico adolescente que, mientras practicaba artes marciales en
China, tuvo la mala suerte de caer en una de las fosas de Jusenkyo.
Jusenkyo es una región encantada. Todo el que cae en uno de sus
arroyos carga con una maldición el resto de su vida: se transforma
en la última persona o animal que se ahogó allí.
En la fosa en la que cae Ranma murió una doncella, por eso se
convierte en chica cada vez que se moja con agua fría. Pero el
cambio no es permanente: vuelve a ser un varón al mojarse con
agua caliente. De ahí el título de la serie, Ranma 1/2:
mitad chico, mitad chica. Y de ahí que la historia de Ranma sea
un compendio de sugerencias homoéroticas en clave de comedia.
Cuando vuelve a Japón Ranma es obligado por su familia a comprometerse
con Akane Tendo, una chica que dice odiar a los hombres. Los enredos
que conllevan el cambio de sexo y el romance entre Akane y Ranma son
la base del argumento de la serie. Por supuesto, para que la transformación
de Ranma quede bien clara, abundan los desnudos: escenas donde Akane
se encuentra con su novio luciendo redondeados senos, Ranma cambiándose
tras una ducha y amigos de Ranma comprobando al tacto que las curvas
del joven Saotonome son reales. Cuando Magic tuvo acceso a los capítulos,
debe haberse dado cuenta de la potencial “peligrosidad” de
estas escenas, en caso de que algún padre conservador se pusiera
a ver dibujos con sus hijos. Por eso los capítulos están
“arreglados” y las escenas más eróticas no se
ven por televisión. Eso sí: Ranma sigue cambiando de sexo
tres o cuatro veces por capítulo, aunque sin desnudos. Según
afirma Leandro Oberto, director de Lazer, la revista más importante
de manga y anime nacional, y dueño de la editorial Ivrea, que
está editando el cómic de Ranma 1/2 desde hace un mes,
los capítulos llegan a Magic completos.
LA
CHICA PERFECTA ES DE OTRO PLANETA Las series se emiten con
otras confusiones que son responsabilidad directa del canal. Una de
las más simpáticas es la que acontece en la primera temporada
de Sailor Moon. Esta serie, adaptada de un manga escrito en 1992 por
Naoko Takeuchi (entonces una autora de 25 años, hoy una millonaria
que se pasea en Ferrari y sufre un acoso de fans comparable al de una
estrella de rock), es uno de los animes para chicas más populares
del mundo: toneladas de merchandising, innumerables parodias eróticas
y adaptaciones para películas en video, cine y compacts de banda
sonora. Para medir la popularidad de Sailor Moon, basta señalar
que en el video del tema “Ojo con los Orozco” de León
Gieco, Enrique Pinti aparece sentado en el inodoro leyendo un parodia
erótica del cómic. Sailor Moon, que se emitió durante
dos años por Magic y otros canales, cuenta la historia de guerreras
galácticas míticas que despiertan cada vez que el Universo
está en problemas, aunque conservan todas las características
adolescentes: siguen yendo a la escuela, enamorándose de jovencitos,
preocupadas por la ropa y el maquillaje y las dietas. El destino del
Universo es un matriarcado: las guerreras no tienen por qué masculinizarse
para ser poderosas. Pero tienen que luchar con los más siniestros
villanos. Es aquí cuando el doblaje traiciona por primera vez
al espectador. En la primera parte (Sailor Moon está dividida
en cinco sagas), aparecen los villanos del Megaverso, un universo paralelo
que amenaza con destruir a éste. Sus lugartenientes son dos guerreros:
Malachai y Zoycite. Malachai es un atractivo guerrero de larga cabellera;
Zoycite, su “compañera”, lucha junto a él y
le oculta su apasionado amor (Malachai no la corresponde). Pero el problema
es que en la versión original, Zoycite no era una guerrera, sino
un guerrero. Andrógino, muy femenino, pero hombrecito. Basta
con ver el dibujo: Zoycite no tiene senos, cuando los senos de las mujeres
del anime suelen ser bastante grandes.
Guerreras mágicas es un anime adaptado del manga del grupo Clamp,
un estudio de mujeres guionistas y dibujantes especializadas en manga
homoérotico. Estrenada por Magic en agosto del ‘98 (ya se
dejó de emitir), Aguila, un guerrero legendario, pasó
toda la serie siendo guerrera. Y antes, hace muchos años, cuando
la televisión argentina estrenó Robotech (una serie que
adaptaba tres mangas japoneses y era producida en Estados Unidos), uno
de los protagonistas, Zor, pasó varios capítulos doblado
con voz femenina. El error fue subsanado cuando Zor, herido, apareció
semidesnudo en una cama de hospital, con evidente físico masculino.
El doblaje, que en estos casos no se hizo en la Argentina, viene “arreglado”
para las audiencias infantiles de Latinoamérica.
LA
SALUD DE NUESTROS HIJOS Uno de los primeros en denunciar
los cortes de Magic (agregando ejemplos de mutilaciones a nuevas series
como Zenki, que no tiene referencias homoeróticas, pero sí
algún desnudo) fue Leandro Oberto, también ex conductor
del programa “El club del anime” por Magic (sábados
a las 9 de la mañana). Poco después de publicar las escenas
cortadas de Ranma en el número de febrero de Lazer, promocionado
con la leyenda “Todo lo que Magic no quiere que veas”, Oberto
dejó de conducir el programa. “Se enojaron por la publicidad,
no por la denuncia. Con Ranma 1/2 es la primera vez que se encargan
de censurar un dibujo. Habían hecho cortes en Dragon Ball y Sailor
Moon, pero sutiles, porque las versiones dobladas ya venían suavizadas.
Ranma 1/2 llegaba entero, pero lo cortan salvajemente y doblan a los
gays como mujeres. Además, muchos episodios de Ranma 1/2 quedaron
de 15 minutos y no se entienden. Yo no escuché respuestas coherentes
desde el punto de vista comercial. Dicen que son un canal para chicos
las veinticuatro horas, aunque bien podrían emitirlos completos
después de las doce de la noche. El problema es que cuando se
quedaron sin la licencia de muchas series para chicos que compró
la Fox, fueron a la búsqueda de series japonesas, y algunas no
son para el público infantil”, explica.
LOS
CHICOS CRECEN Lazer, que empezó como una revista “hecha
para joder”, está vendiendo hoy 30 mil ejemplares. Es bimensual.
La edición del manga de Ranma 1/2 ya se agotó en comiquerías,
y Oberto, de 23 años, es un empresario próspero. Otras
revistas argentinas especializadas en manga, entre ellas Otaku y Ran,
también tienen buenas ventas, aunque no tan espectaculares como
la pionera Lazer. El 45 por ciento de sus lectores, cuenta Oberto, son
chicas adolescentes o preadolescentes. En algunos fragmentos de las
cartas de lectores publicadas en Lazer puede leerse: “Con respecto
a mis fantasías sexuales depravadas, no son tanto como coger
con Tuxedo, pero una vez soñé que Haruka y Michiru (la
pareja lésbica de Sailor Moon), transaban y se manoseaban en
mi casa mientras Serena y yo nos apurábamos para ir al colegio”
(Eugenia, 14 años). O: “Esas locas se despabilan por hombres
de muy dudosa hombría. ¿No creen que Hyoga y Camus se
quieren más de lo que parece? (se trata de dos protagonistas
de los Caballeros del Zodíaco). Y pregunta Carolina si “Shun
es nena o varón” (Cecilia, 15 años). Respuesta a
la pregunta de la carta anterior: “En mi opinión, Hyoga,
Shun y varios Caballeros se la miran con cariño. O sea, son trabucos”.
Advertencia: las respuestas y los interrogantes en las sección
correo de Lazer hacen gala de una alarmante homofobia, lo cual, considerando
que los lectores conocen sin equívocos las historias completas,
no deja de ser paradójico. Es más, cuando en Sailor Moon
aparecieron Haruka y Michiru, dos nuevas guerreras lesbianas que viven
juntas y una de las cuales pasa los primeros capítulos vestida
como hombre porque ésa es su “identidad secreta”, Lazer
publicó una foto de Haruka con el tan celebrado como dudoso epígrafe:
“Tan linda y es tortillera”.
ANIME
QUEER En la última parte de Sailor Moon aparecen nuevos
guerreros, los Sailor Starlights, tres chicos que tienen una banda estilo
Backstreet Boys y que se “transforman” en esculturales mujeres
enfundadas en cuero, casi con un look sado, cuando se disponen a luchar.
Pero también existen mangas que tocan directamente el tema gay,
como El corazón de Thomas o el nuevo y explícito Zetsuai
1989/Bronze (la historia del romance entre dos varones de 18 años,
uno estrella de rock y otro crack de fútbol). El clásico
es La canción del viento y el árbol. Trata sobre dos chicos
en un internado: uno es el prostituto del colegio (es decir: el que
recibe dinero por sus favores), y el otro el que trata de rescatarlo
porque lo ama. Editado en 1976, provocó un escándalo en
Japón. Se consigue en video rebautizado como Sanctus. Pero, contrariamente
a lo que Occidente podría pensar, los cómics homoeróticos
no los dibujan hombres ni están dirigidos al público gay:
son mangas y animes para chicas adolescentes.
LAS
CHICAS LOS PREFIEREN ANDROGINOS En Japón, el manga
para mujeres se llama Shojo manga. En el que, por lo general, no falta
una relación homoerótica, aunque con escasa dedicación
al lesbianismo y particular predilección por lo gay y lo andrógino.
A raíz de esta fascinación femenina por el universo homoerótico,
han surgido nuevos estilos y definiciones. La más importante
es el yaoi: historias de romances gay masculinos escritas por fans,
combinando diferentes personajes de diferentes series. El cómic
gay profesional –para diferenciarlo del yaoi aficionado– se
llama june. El yaoi es casi pornográfico, mientras el june es
más romántico. Y después queda el shounen ai (o
“amor de chicos”, en el que el sexo no es explícito).
En general, los protagonistas de estas historias se llaman bishounen,
que quiere decir “chico lindo” y que es una antigua categoría
estética japonesa utilizada para referirse a la fascinación
por adolescentes de entre 13 y 16 años. El 80 por ciento de los
protagonistas de manga son bishounen, tanto villanos como héroes:
chicos lindos, bastante andróginos, suertes de Lolitas masculinos
que enloquecen a las adolescentes japonesas.
Así, con el desembarco sistemático de bishounen que conquistan
a las púberes argentinas, empiezan a llegar varias interpretaciones
para este fenómeno. La primera es que los personajes hombres
ambiguos les permiten a las chicas experimentar fantasías que
le son negadas a las mujeres en la sociedad japonesa. Otra teoría
sostiene que las definiciones de género son mucho más
tenues en la cultura japonesa (el idioma carece de sustantivos femeninos
y masculinos) ya que, por ejemplo, es frecuente que al padre también
se le pueda decir “mamá” indistintamente. Pero para
Matthew Thorn, antropólogo de la universidad norteamericana de
Columbia y estudioso del Shojo manga, que realizó trabajos de
campo con lectoras ajenas al bagaje cultural japonés, el asunto
tiene que ver con que el manga femenino homoerótico provee un
universo dominado por mujeres, en el que para las chicas es mucho más
sencillo explorar su sexualidad.
Titulo:imagen
de Ranma 1/2, la serie de Magic Kids: el protagonista se transforma
en mujer.
Una de las guerreras lesbicas de Sailor Moon (El epigrafe incluido aparecio
en la revista de animenacional Lazer).
Tiras: las
imagenes de Ranma que Magic decidio cortar.