La muestra itinerante de Daniel Mordzinski
El fotógrafo argentino Daniel Mordzinski conquistó París. En mayo, Flammarion distribuyó su libro de fotos Ettonants Voyageurs y En Vues, la pequeña editorial especializada en imágenes, acaba de lanzar su Lumieres du Sud. Mordzinski presenta actualmente en Madrid una muestra de las fotografías de escritores que constituyen su especialidad. Las 2 Orillas es una muestra itinerante que recorrerá España y que, con suerte, veremos algún día en Buenos Aires. A continuación, un anticipo. Por Rodrigo Fresán (Desde París) Yo estudié Letras, me dice Daniel Mordzinski
treinta y nueve años, fotógrafo, argentino, sonrisa entre
tenue y peligrosa, como si con eso explicara y justificara todo. Y a
otra cosa y a otra foto. Mordzinski acaba de llegar de Barcelona, donde
fotografió a la figurita que le faltaba en el álbum, una
figurita difícil: Salman Rushdie.
EL OBJETIVO Fotos de escritores. ¿Para qué? ¿Hacen falta? ¿La idea no era desaparecer detrás del texto como Thomas Pynchon o como J.D. Salinger desaparecer del todo? Hay un placer un tanto malsano en ver fotos de escritores. Las fotos reveladoras de Jill Krementz (escritores en sus escritorios, la escena del crimen); las fotos un poco patéticas de Annie Leibowitz (escritores como sus personajes: John Irving en uniforme de lucha libre, Jerzy Kosinski como polista de torso desnudo, Norman Mailer como Norman Mailer); las fotos de la agencia Magnum (escritores demostrando sus pasiones: Vladimir Nabokov persiguiendo al fotógrafo con una red de cazar mariposas; Ernest Hemingway vestido de cazador y pateando una lata, esa lata en el aire, detenida en el tiempo y muriéndose de ganas de contarle a las otras latas ¡hey!, adivinen quién me pateó hoy); las fotos sin anestesia de Richard Avedon (John Cheever sobre pared blanca y dejar que esa cara diga todo lo que tiene que decir; Bob Dylan con los ojos cerrados); las fotos de escritores de Daniel Mordzinski que no se parecen a ninguna otra foto de escritores. Porque las fotos de Daniel Mordzinski son un poco de las tres variantes más un dato íntimo y personal que sólo Mordzinski puede regalarle a la foto y robarle al fotografiado. Miro, miro y vuelvo a ver el catálogo de la exposición Las 2 Orillas. Al final, creo entender algo: las fotos de escritores de Daniel Mordzinski son el raro milagro de ver a escritores en el momento exacto en que se les ocurre un cuento o una novela. Algo para contar. Las fotos de Daniel Mordzinski cuentan. EL
MÉTODO Yo me siento más cómodo en exteriores
que en estudio, dice Mordzinski. Mi metodología consiste
en la falta de metodología. Trato de escaparle a esas cosas porque
uno acaba siendo prisionero de sus sistemas de trabajo. Se convierten
en religiones fundamentalistas. No se puede fotografiar de la misma
manera a García Márquez que a Corín Tellado. Y,
ojo, no estoy haciendo un juicio de valores literarios. Pero cada escritor
tiene su manera de escribir y de confrontarse con la imagen. Yo trato
de que mis retratos sean los escritores vistos por mí. Por eso
siempre trato de leerlos antes, de conocerlos, antes de conocerlos.
Después, Mordzinski habla de la capacidad de desestabilizar
del fotógrafo. Mordzinski como el Gran Desestabilizador.
Las trampas de Mordzinski: siempre pide fotografiarlos en su casa. Cómodo
para el escritor y más cómodo para él. La cámaras
medio escondidas, guardadas de entrada. Se sienta en el living y comienza
a hablar. De libros, de la actualidad, de lo que sea. El escritor empieza
a preocuparse: ¿este tipo no había venido a sacarme fotos?;
pero enseguida se relaja. Después, enseguida, le pide algo para
tomar. Un café. Y ahí mientras lo prepara saca de su bolso
mi discreta y pequeña Leica y lo sigue a la cocina.
Y dispara. EL FOCO En el texto que escribió para el
catálogo de Las 2 Orillas, el escritor cubanointernacional Guillermo
Cabrera Infante se maravilla: Más de siglo y medio después
Daniel Mordzinski practica el arte de Nicephore Niepce y las partes
de Daguerre, pero ya no reproduce la figura humana en asfalto ni requiere
una exposición de ocho horas en un cuarto oscuro. Ahora emplea
esos elementos contradictorios (película rápida y fijador)
para hacernos creer la ilusión de que somos más bellos
o parecemos más inteligentes. Para mi asombro todavía
tiene dotes de mago de salón y en pleno París ha conseguido
rodearme si no de una vegetación tropical por lo menos colocarme
entre pinos y espinos. Afortunadamente en ningún momento me pidió,
como otros fotógrafos más indiscretos, que me riera o
dijera cheese, que en francés sería fromage, que pronuncian
los franceses con un frufrú encantador. EL RETRATO Hoy todo existe para terminar
en una fotografía, escribió Susan Sontag. La
fotografía es la forma artística de los que no tienen
talento, escribió Gore Vidal. La fotografía
intercepta a la realidad mientras ésta ocurre, escribió
John Berger. Si uno escribe algo, y sale una crítica, y
esa crítica incluye una fotografía de uno, y tanto la
crítica como la fotografía son malas, uno descubre que
lo que más le duele es la foto mala, escribió Diane
Johnson. El lenguaje es el retrato, define Mordzinski. Y
a Mordzinski le gusta, también, parar gente en la calle, fotografiar
desconocidos. Otra clave, otra idea: las fotos de escritores de Mordzinski
son fotos de desconocidos, la parte que falta en otras fotos de alguien
muy conocido. EL MOVIMIENTO A Mordzinski le gusta moverse para
que las fotos no le salgan movidas. Le gusta viajar con escritores y
sacar fotos y sacarles fotos. Bangladesh, Marruecos, San Petersburgo,
la Patagonia. Lo hace, seguido, con Luis Sepúlveda; le encantaría
haberlo hecho con Bruce Chatwin y Miguel de Cervantes Saavedra.
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