|
Se estrena
Corre Lola corre
Lola
Tres veces
Una
chica debe llegar antes de las doce al banco para pagar una deuda y así
salvarle la vida a su novio. Pero llega tarde. Un milagro le permite empezar
de nuevo. Pero vuelve a llegar tarde. Así, tres veces. Además
de poner en primer plano al alicaído cine alemán, con Corre
Lola corre Tom Tyker se las ingenia para mezclar a T. S. Eliot, Borges,
la música dance y la selección
alemana de fútbol no sólo sin hacer papelones sino consiguiendo
una de las mejores películas europeas del año pasado.
Por
Horacio Bernades
Las
doce del mediodía. En A la hora señalada, ése era
el momento en el que todas las líneas del relato debían
converger y resolverse. En ese segundo en el que las agujas del reloj
se hacen una y apuntan hacia arriba, el sheriff que encarnaba Gary Cooper
debía decidir entre el valor y la prudencia, entre la dignidad
y el miedo, entre la vida y la muerte.
Cuarenta y siete años más tarde, las doce del mediodía
vuelven a ser el momento crucial de una película. Un tipo llamado
Manni se quiso hacer el vivo con unos pesados, y a esa hora vence el plazo
para conmutar la deuda y salvar el pellejo. Una sola persona puede salvarlo:
Lola, su novia. Si ella no llega a tiempo con el dinero, Manni podría
cometer un acto suicida. La película se llama Corre Lola corre
y la dirigió un joven alemán de poco más de 30 años,
llamado Tom Tykwer. Con sólo 81 minutos de duración, Corre
Lola corre reinstaló por sí sola el alicaído cine
alemán en el mapa cinematográfico mundial. Nominada para
el León de Oro en el Festival de Venecia en septiembre del año
pasado, consagrada como la película alemana del año, candidata
a Mejor Film Europeo 1998 y ganadora del Premio del Público en
el último Festival de Sundance, acaba de estrenarse en Estados
Unidos. El jueves próximo llega a la cartelera porteña.
EL MILAGRO SECRETO
La diferencia que hay entre A la hora señalada y Corre Lola corre
es exactamente la que va de lo clásico a lo moderno. Lo que allí
era lineal y fatal, aquí se diversifica en una infinita ley de
probabilidades. Infinito que, por necesidades de compresión narrativa,
la película de Tom Tykwer reduce a una cifra. La cifra es tres.
Una y otra vez, hasta tres, podrá intentarlo Lola, aunque ella
no lo sabe y el espectador tampoco. Una y otra vez, hasta tres, Lola volverá
a correr contra reloj. Bastará con que el azar o un accidente modifiquen
un pequeñísimo detalle para que todo cambie. Como en un
juego de dados. O como en la cabeza de un narrador, en el preciso momento
en que se pregunta qué camino seguir. En lugar de elegir una, Corre
Lola corre elige todas las alternativas posibles. O mejor dicho, tres,
la cifra que Tom Tywker eligió para representar el infinito.
La película empieza con la imagen de un reloj sumamente barroco.
Tanto como la película, presidida por la idea del círculo
y la multiplicación, el tema y sus variaciones. El espectador es
literalmente chupado por el reloj, y ya no volverá a salir de allí.
Veinte minutos son los que tiene Manni para devolver 100 mil marcos, y
Tykwer hace coincidir el tiempo fílmico con el tiempo real. Veinte
minutos y dos bancos: el banco del que es dueño el padre de Lola,
de cuya caja fuerte pueden salir los 100 mil marcos salvadores; y el banco
que se apresta a robar Manni, si aquel dinero no llega a tiempo. Veinte
minutos corre Lola para llegar hasta Manni. Un primer relato, una primera
serie de acontecimientos, hasta llegar al momento culminante.
Como en un famoso cuento de Borges (El milagro secreto, incluido
en Ficciones), en ese momento Lola pedirá un milagro. Le será
concedido. Segunda oportunidad y segundo relato: todo vuelve a comenzar,
todo volverá a ocurrir. Pero esta vez todo será distinto.
Otros veinte minutos, por reloj. Una nueva culminación, un nuevo
milagro y un nuevo comienzo: veinte minutos más. Y el final, porque
en algún punto la película debe terminar. Se prenden las
luces de la sala, el espectador sale del reloj que es la película
y consulta el reloj de su muñeca: 81 minutos, desde el momento
en que aquel cuadrante lo chupó, hasta el momento en que lo escupió.
Fin.
EL
TIEMPO ES VELOZ
Obviamente, el tiempo es una de las obsesiones de Tom Tykwer, a la que
dedicó sus dos películas anteriores, Die Tödliche Maria
(1993) y Wintersleepers (1997). El cine está hecho de tiempo,
diceTykwer. Una película permite comprimir el tiempo o dilatarlo.
Podemos contar veinte minutos en una hora y media, o una vida entera en
tres segundos. No es sólo un modo de decir: en varios momentos
de Corre Lola corre, la protagonista se cruza, a la carrera, con distintos
personajes cuya única aparición en la película consiste
en ese instante infinitesimal en que se cruzan, se rozan o se chocan con
Lola. Antes de seguir la frenética carrera de su heroína,
Tykwer se detiene durante un segundo, y en ese segundo cuenta la vida
futura de esos personajes, en cinco o seis flashes vertiginosos.
El otro tema de Corre Lola corre es, como el título indica, la
velocidad. Casi como ninguna otra película en la historia del cine
(salvo las de Buster Keaton o las de ese Keaton oriental que es Jackie
Chan), Corre Lola corre consiste pura y exclusivamente en eso: en correr.
Haciendo honor a su apellido, la actriz Franka Potente fibrosa,
de topcito y pantalones, pelo corto y color granadina corre y corre.
Y Tykwer corre tras ella, siguiéndola con un montaje cortante y
veloz, pura dinámica kinética.
ANTI MTV
Contra lo que podría suponerse, Tykwer abjura tanto de la estética
MTV como de la velocidad forzada que el cine de acción hollywoodense
actual intenta imprimir a sus relatos. Mi antiejemplo favorito es
Armageddon. Es una película totalmente destruida por el montaje.
Todo el tiempo están cortando, incluso mientras los personajes
hablan. Cortan, cortan, cortan, y uno se pregunta por qué lo hacen.
Es estúpido y horrible, como los malos videoclips.
Vista a las apuradas, Corre Lola corre podría parecer un ejemplo
extremo de película MTV, tal vez la primera película
para ser vista en una disco. Eso hace pensar la música compuesta
por el propio Tykwer, un tecno de percusión incesante, que bombea
sin parar durante los primeros veinte minutos. Hay también en Tykwer,
es innegable, cierta tendencia al manierismo visual (cortes bruscos, algún
violento movimiento de cámara, flashes, fotografía procesada,
utilización de distintos soportes) que puede inducir a asociarlo
con esa estética. Sin embargo, si se aguza la mirada, se notará
que, en la mayoría de los casos, el alemán usa esa exuberante
batería retórica en beneficio del relato. Es verdad que
un dibujito animado, en el que una Lola de comic corre en paralelo con
la de carne y hueso, no aporta demasiado, y que el llenado
a pleno de la banda sonora se hace difícil de asimilar en los primeros
minutos. Pero, acostumbrado el oído, ese bombeo continuo pasa a
ser un mapa sonoro inmejorable para los minutos contados de Lola y Manni,
y lo que antes parecía puro efectismo à la MTV tiene su
razón de ser. Así, el blanco y negro está reservado
para los flashbacks de ambos protagonistas, y el soporte video, sólo
para las historias adyacentes al hilo central.
En cuanto a la cita de T. S. Eliot que abre el film, puede sonar, en este
contexto, como el colmo de la pretensión y el kitsch. Pero está
confrontada con otras dos: La pelota es redonda y El
juego dura 90 minutos. Su autor: Sepp Herberger. Basta saber que
Herberger fue el director técnico de la Alemania campeona del mundo
en 1954, para que de inmediato toda hipótesis de coartada cultural
caiga por su propio peso, y Corre Lola corre vuelva a ser lo que es: un
eufórico experimento pop.
|