Triquiñuelas
Luego
de un debut en 1995 que revolucionó el ambiente musical y lo
convirtió en superestrella del pop y niño mimado de la
prensa inglesa, este mestizo ex colaborador de los Massive Attack se
convirtió en uno de los músicos más cambiantes
y extremos de la música actual. Ahora, después de cuatro
discos y de haber inventado el trip hop y renegar de él, Tricky
vuelve a inventarse a sí mismo con Yuxtapose.
POR
SANTIAGO RIAL UNGARO
Dentro
del superpoblado mercado musical inglés Tricky sigue siendo,
aún hoy, un objeto musical no identificado, tan cambiante como
amenazante. Para la prensa, este mestizo con cara de enojado, que vive
insultando a la prensa, a la cocaína (y a los cocainómanos),
a algunos de sus colegas, y (muy especialmente) a las compañías
discográficas que lo convirtieron en millonario, es también
un interrogante que, claro está, les permite llenar páginas
y páginas de sus semanarios musicales. Pero esto ocurre allá,
mientras que acá sus discos son escuchados (en general) en sus
versiones importadas solamente por unos pocos, y año tras año
los mismos que lo escuchan alucinados esperan contra toda esperanza
que alguien se digne a traerlo al país. Lo cierto es que, a pesar
de ser considerado como uno de los artistas pop más importantes
de la década, pocos en el país saben de este músico
excepcional. Para la mayoría la pregunta es: ¿quién
diablos es Tricky y por qué tanto alboroto?
EL JOVEN TRUCO
El lugar, Bristol. El momento, mediados de los 80. El adolescente Adrian
Thaws (infancia trágica: su padre abandona el hogar antes de
que nazca, su madre se suicida a los cuatro años) es uno más
entre los chicos negros y mestizos que frecuentan el Club Duguot, donde
tiene el privilegio de codearse con los mejores DJs y MCs (raperos)
de la zona. Ese joven nacido en 1964 (al que se conoce como Tricky por
su habilidad para producir trucos técnicos) puede ahí
pinchar sus discos favoritos y rapear vestido de mujer junto a The Wild
Bunch, un grupo de chicos más grandes que le han permitido ser
parte de este importante colectivo musical. Cinco años después,
varios de ellos, bajo el nombre de Massive Attack, le darán forma
a Blue lines (1991), un disco exquisito que fusionó el dub jamaiquino
con el hip-hop, utilizando estos pulsos de raíz negra para crear
un estilo frío, melancólico y decididamente europeo. Tricky
participó como rapero en ese disco fundamental pero, lejos de
conformarse con su sitio, el muchacho que hoy va por los 25 tenía
una idea extraña en la cabeza: la de fusionar su amor por el
hip-hop y el dub en general (especialmente el de músicos como
King Tubby y Augustus Pablo), con otras preferencias un tanto menos
previsibles en un joven con sangre africana criado en Bristol. Esas
influencias incluyen tanto a Prince como a Tom Waits, dos músicos
cuyas obras aparentemente irreconciliables ejercerán un efecto
decisivo en él.
Tras conocer a la por entonces adolescente Martina Topley Bird (quien
le dará dos hijas), Tricky grabará en 1993 Aftermath,
su primer simple, en el que ya estaba sintetizada parte de su peculiar
propuesta. Luego aporta tres temas para Protection (1994), segundo disco
de Massive Attack y última colaboración entre ambos. Tricky
se alejará enojadísimo, reclamando falta de reconocimiento
a su participación y declarando su intención de escribir
letras que estuvieran más comprometidas con la realidad. La edición
de Maxinquaye (1995), su debut solista, una especie de recopilación
de sus mejores trabajos hasta esa fecha (el disco incluye versiones
de los temas que había grabado Massive Attack reforzado con nuevos
y poderosos temas), significó una pequeña revolución
sonora que lo consagró de inmediato. En este trabajo, tan sensual
como inquietante, Tricky aplica todo lo que había aprendido de
su experiencia con los Massive Attack, agregándole su sello personal,
que le permite animarse a hacer un irreconocible cover de Black Steel
in the house of chaos de Public Enemy y darle a su música una
tensión y una furia ausentes en el otro grupo. Aclamado por la
casi siempre desmesurada prensa inglesa, el disco es el más pop
(más soul) que Tricky haya producido, y el más vendido
(alcanzó el 2¼ de ventas en el ranking inglés) y sigue
siendo para muchos lo mejor de su trayectoria. Para definir esta nueva
forma musical, que tomaba elementos del hip-hop pero que no sonaba como
tal, apareció el título de trip-hop, que también
englobaba a otros grupos de Bristol como Massive Attack y Portishead,
en los que no de casualidad había metido las narices nuestro
héroe. Años después, cuando su primer disco ya
había hecho escuela e inspirado a un buen número de advenedizos
poco inspirados, Tricky explicaba: Odio la palabra trip-hop, porque
es una manera inofensiva de decir hip-hop. Como no quieren dejar al
hip-hop entrar en sus casas, le ponen ese nombre, y así aparecen
un montón de estudiantes haciendo música amigable, linda
y vendible. Además, ya que fui yo el que lo inventó, le
podrían haber puesto directamente Tricky-Hop. El hecho
es que, de la noche a la mañana, Tricky pasó de ser un
desconocido a una superestrella. Complementándose con la música,
quedaba en claro que uno de los fuertes de Tricky eran las letras, tan
directas como poéticas, en las que podía llegar a susurrar
un La MTV se mueve demasiado rápido, me rehúso a
entender o bien hacerle cantar tiernos poemas a su mujer Martina
quien aporta con su deliciosa voz un contraste con el registro rasposo
y nasal de Tricky. El también excelente arte del disco (un collage
de imágenes salpicado con algunas frases de cada tema) daba una
pista para entender su obra. Allí aparecía una foto de
la pareja, Tricky vestido de novia y Martina de novio, sin que quedara
claro si sólo se trataba de un juego o de verdadero transformismo.
La ambigüedad será desde entonces una de las claves para
entender a este verdadero maestro de los disfraces.
CERCA DE DIOS
Ante el éxito, la reacción de Tricky fue la de desaparecer
tras una nube de marihuana y dedicarse a las colaboraciones, como productor
(el supergrupo rapero Wu-Tang Clan y Elvis Costello son algunos de los
que requirieron sus servicios) o editando su obra bajo distintos seudónimos.
Firmado como Nearly God, su segundo disco es igual de bueno que el anterior.
En él, Tricky sólo hace cantar a Martina en seis temas
y, aprovechando su nuevo poder de convocatoria, invita a grabar sus
temas a cantantes como Neneh Cherry, Alison Moyet (corista de Culture
Club) y Björk, con quien canta y compone un par de canciones, lo
que le gana el clásico romance que mantiene Björk con sus
productores de turno y la ira de Goldie, por entonces pareja de la pequeña
islandesa. Más oscuro, lento y tranquilo que su antecesor, Nearly
God es un disco laberíntico y profundo, en el que Tricky vuelve
a demostrar su destreza para utilizar al máximo las posibilidades
del estudio de grabación.
A su vez, éste y el resto de sus discos (el excelente Pre-millenium
tension de 1996 y el injustamente vapuleado Angels with dirty faces
de 1998) exhiben la extraña virtud de ser cada uno de ellos diferentes
y coherentes entre sí: ideas y conceptos sonoros propios, enmascarados
en disfraces varios por una misma cabeza.
RAPEROS DEL MUNDO UNIOS
Y así llegamos a Yuxtapose, su último disco. Que, para
ser exactos, es en realidad una colaboración con su amigo DJ
Muggs (cerebro musical de los Cypress Hill) y Dame Grease (productor
de DMX), quienes además figuran en los créditos de la
portada. El disco comienza con For Real, una canción
sublime pero engañosa: luego de una sutil (e inesperada) intro
con el sonido de un piano, el tema dispara la antológica frase
ves demasiadas películas, demasiadas películas son
la realidad. Es la más pop y agradable canción que
Tricky haya hecho en años, y hasta incluye un momento en el que
el músico llega a esbozar un fraseo melódico con su voz.
Pero luego, como si supiera que lo que todos están esperando
es la continuación de Maxinquaye, se despacha con algo no tan
complaciente. Durante la media hora siguiente, el disco se convertirá
en un experimento, un encuentro entre dos mundos musicales: el de uno
de los más importantes exponentes del hip-hop californiano y
el del más original creador del hip-hop de Bristol. El disco
(que cuenta con la participación vocal del rapper londinense
Mad Dog y la dulce voz de Kioka) es el más colorido de Tricky
desde su debut y continúa con su deseo de explorar las posibilidades
del hip-hop como género, a la vez que vuelve a arremeter con
lucidez contra la actitud violenta y sexista propia del gangsta-rap.
Y, aunque probablemente decepcione a quienes sigan añorando y
deseando una versión más pop (o más soul) de Tricky,
el disco vuelve a darles a sus seguidores lo mejor que el músico
puede proporcionarles: un disco realmente nuevo.
DONDE ESTA TRICKY
Aunque no haya ninguna intención de hacer aquí un elogio
de la esquizofrenia, el poder de este músico radica justamente
en su capacidad para desdoblarse: hay muchos trickys en Tricky. Cuando
uno se somete a su música, Tricky está en todas partes:
programando (y tocando) sus propios loops, eligiendo fragmentos musicales
para samplear, rapeando o susurrando sus enfermizas letras, grabando
y produciendo. Así, Tricky genera en quienes lo escuchan una
tensión que puede traducirse en un estado de hipnosis o en un
rechazo total. Es imposible abstraerse de su sonido, y en algunos de
sus momentos más extremos no deja alternativas: o se convierte
en una terapia violenta, catártica e indispensable o es una insoportable
pesadilla sonora. Esta potencia hace que, para los músicos, admitir
la importancia de Tricky equivalga a aceptar la importancia que tiene
la tecnología en el pop, y cuán increíbles pueden
llegar a ser sus posibilidades. El principal mérito de Tricky
(que reconoce, un tanto exageradamente, carecer de cualquier tipo de
técnica instrumental como músico) está en su capacidad
para componer en forma intuitiva sus propios fragmentos musicales, pegando
y recortando pedazos de lo más diversos que, al final, terminan
resultando tan humanos y cálidos como un blues de Muddy Waters
tocado en una sola toma. Siempre me gustaron más los ruidos
que las melodías, decía Tricky en sus comienzos,
tal vez sorprendido de verse convertido en una estrella de la música
pop. Un par de años después, en una sincera y humilde
declaración de principios aseguraba querer escribir buenas
canciones, como Bob Marley o Kurt Cobain. En algún punto,
el ruido en estado puro que Tricky usa como materia sonora y su innegable
devoción por registrar con sus letras como un simple testigo
los signos de estos tiempos convergen sólo Dios sabe cómo
en un sonido que sólo puede definirse así: Tricky Music.