Paul
Klee viene a la Argentina e invita a Xul Solar
Huésped
de honor
El
15 de setiembre se inauguran dos muestras en el Museo Nacional de Bellas
Artes: a la esperada retrospectiva de Paul Klee, se suma la exposición
Paul Klee invita a Xul Solar, una muestra conjunta que trabaja sobre
la idea de un encuentro posible entre dos grandes artistas del color
y de la luz. Radar cuenta cómo se suscitó este encuentro inesperado
y quiénes fueron los médiums que lo produjeron.
POR
CLAUDIO ZEIGER
Ésta
es la historia de un encuentro improbable pero para nada imposible entre
dos artistas parecidos pero diferentes. Dos pintores que pudieron haberse
cruzado en vida, ya que no hay ninguna certeza de que ese encuentro
haya tenido lugar, como tampoco hay certezas de que no haya sucedido.
Lo cierto es que, a partir del 15 de setiembre, el encuentro de Paul
Klee con Xul Solar se concretará de un modo muy particular, con
la inauguración simultánea de dos muestras. Un hecho bastante
insólito de por sí, pero excepcional tratándose
de Klee y Xul. Paul Klee llega en esa fecha a Buenos Aires, específicamente
al Museo Nacional de Bellas Artes, con una retrospectiva en la que podrán
verse más de cien obras de diversos períodos de su muy
prolífica producción. Pero eso, que ya es mucho, no es
todo. Ese día también se inaugura otra exposición
en el mismo museo, titulada Paul Klee invita a Xul Solar, donde podrán
apreciarse unas cuarenta obras, veinte de cada uno de los artistas invocados.
He aquí la historia de un encuentro que vale la pena ser contado.
SUR
Cuando en marzo del año pasado el curador de la Fundación
Paul Klee de Berna, Josef Helfenstein, vino a la Argentina para acordar
la futura muestra de Klee en Bellas Artes, se puso en contacto con otro
de los protagonistas de esta historia, Natalio Povarché, el marchand
dueño de la galería Rubbers que fue amigo de Xul hasta
su muerte en 1963, y luego presidente de la Fundación Pan Club
Museo Xul Solar. Durante un almuerzo en la embajada suiza, el embajador
le pidió a Povarché que le mostrara el Museo Xul al curador
Helfenstein. El suizo había tenido referencias de Xul en Europa
y quería aprovechar su estadía argentina para profundizar
-hasta ese momento como una actividad lateral e independiente de su
misión Klee en ese extraño pintor argentino.
Estuvimos en el Museo Xul Solar como cuatro horas. Así
que, además de apreciar la obra, Helfenstein pudo estar sumergido
en la atmósfera de lo que fueron la casa y el estudio de Xul
en vida, cuenta Povarché. Y quedó tan impresionado
por todo lo que vio que, cuando salimos, me propuso cambiar parcialmente
el espíritu de la muestra de Klee que había venido a organizar:
le parecía ideal hacer a Klee y a Xul juntos. Sus palabras textuales
fueron: No creía encontrar EN EL SUR (el énfasis es de
Povarché) un alma gemela de Klee.
RASTROS
Si bien no hay rastros escritos que confirmen un encuentro real entre
Klee y Xul, sí hubo una cartografía posible para ese encuentro.
Entre 1914 y 1924, Xul había estado viajando y absorbiendo el
arte contemporáneo en Europa (inclusive expuso en Milán),
para luego regresar a la Argentina junto a Emilio Pettoruti. Lo que
sí se sabe de esa estadía es que Xul estuvo conectado
con Kandinsky, que había integrado un colectivo que hizo exposiciones
grupales con Picasso, Braque y Klee entre muchos otros artistas del
grupo El Jinete Azul.
No hay documentos que comprueben que Klee y Xul se hayan conocido.
Lo que tenemos en nuestros archivos es que Kandinsky invitó un
día a Xul a una inauguración de Klee; claro que no estamos
seguros de si fue o no. También hubo un personaje llamado Rudolph
Steiner que concentró su atención, porque era un escritor
metido en el surrealismo y el esoterismo, y cuando Xul volvió
de Europa traía, entre muchos libros suyos, también algunas
cosas de Paul Klee, cuenta Povarché.
El galerista de Rubbers había conocido a Xul cuando acababa de
inaugurar su marquería y pinturería en Talcahuano y Arenales
(varios años antes de abrir allí su galería de
arte), a través de un vecino prominente de la zona, Rafael Squirru.
Para ver a Squirru, Xul pasaba por la puerta del negocio de Povarché,
y más de una vez le pedía que le guardara unas acuarelas
mientras iba a almorzar a algún boliche. Con los años
la amistad fue creciendo y, cuando finalmente inauguró la galería
en 1957, a Povarché le pareció muy auspicioso arrancar
con una muestra de Xul Solar. Tras lamuerte de Xul, Povarché
se hizo cargo de la Fundación Museo y también se preocupó
por llevar su obra fuera del país, trascendiendo el carácter
de artista casi secreto que había tenido Xul en vida.
KLEE & XUL
Las exposiciones de la obra de Xul Solar en París en los años
70 y muy especialmente el hecho de que Borges lo citara profusa
y elogiosamente en sus charlas y conferencias internacionales fueron
dando a conocer al pintor en Europa. Hubo dos muestras sucesivas en
París: en 1977 en el Museo de Bellas Artes (mientras Borges era
condecorado por el gobierno francés), y al año siguiente
en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (FIAC). En aquellos
tiempos, recuerda Povarché, los críticos lo asociaron
con el poeta y grabador William Blake, obviamente influidos por una
de las más firmes certezas que Borges tenía sobre Xul:
el hecho de ser dos pintores, en el fondo, místicos. Pero había
otro punto de vista original, que Borges refería citando las
propias palabras de su amigo: Xul se consideraba a sí mismo un
pintor realista: Lo que él pintaba no era una combinación
arbitraria de formas o de líneas; era lo que había visto
en sus visiones, explicaba Borges glosando a Xul.
En opinión de Povarché, entre Klee y Xul hay un trasfondo
común pero con un resultado visual muy diferente. Klee
aparece como un artista obsesionado por la convivencia de los colores
y por la trascendencia del dibujo, yo diría que es un artista
profundo e introvertido que va en busca de una respuesta teórica.
Alguien que tiene la certeza de que hay algo más allá
de lo que se le aparece en el mundo, y lo sigue a través de la
línea y el color. En cuanto a Xul, yo que lo conocí muy
bien sé positivamente que era real lo que él decía
acerca de que solamente pintaba sus visiones. Claro que Paul Klee
también había dejado testimonio en su Diario acerca de
una relación de índole no racional (no necesariamente
irracional, pero sí trascendente) con el color y las formas:
El color me domina. No necesito ponerme a atraparlo. Me posee,
lo sé bien. Es éste el sentido del momento feliz: yo y
el color somos uno. Soy pintor.
REENCUENTRO
El capítulo siguiente del encuentro tuvo lugar con la decisión
de llevar adelante la muestra conjunta de Paul Klee y Xul Solar enmarcada
por la vasta retrospectiva de Klee: en un piso unas cien obras proporcionadas
por la Fundación Paul Klee del Museo de Arte Moderno de Berna
sumadas a unas veinte, de colecciones privadas de Argentina; un poco
más arriba, veinte de Klee y veinte de Xul dialogando francamente.
La única consigna fue que las obras de Xul no excedieran el año
de la muerte de Klee: 1940.
Es por lo menos curioso que Xul sea el huésped de Klee en la
Argentina. Y no sólo, como podría pensarse, por una cuestión
de nacionalidades. Se sabe que, si algo caracterizaba a Xul Solar, era
ser un artista anfitrión: alguien que ofreció un punto
de reunión para amigos y vanguardistas acérrimos en su
propio hogar, una casa que fue el centro constructivo de su obra y que
lentamente iría derivando a museo de arte vivo y sorprendente.
Bien podría haber sucedido que Paul Klee fuera el huésped
de Xul.
Lo cierto es que, en el 2001, la obra de Xul viajará a Berna,
cerrando el círculo de un encuentro, como puede apreciarse, posible.
En palabras de Povarché: Lo que demuestra que la obra de
Xul está incursionando el camino internacional con la misma naturalidad
que lo hizo él en vida.