El último
disco de Joaquín Sabina se agotó en España en mucho menos tiempo de
lo que anuncia su nombre: 19 días y 500 noches desapareció de bateas
y otros sitios en apenas 7 días. Más allá de la fiebre desatada, el
cantautor sigue fiel a su costumbre de rimar canciones y a sus ciudades:
México, Madrid, La Habana y Buenos Aires. De Buenos Aires, extraña muchísimo
a los tacheros. Y como si fuera poco, confiesa que si no ha hecho un
�Grandes Exitos� hasta el momento es porque debería llamarse �Grandes
Novias� o �Grandes Abandonos�. Con ustedes, un Sabina puro.
Por
RODRIGO FRESAN, desde Madrid
El
nuevo compact-disc de Joaquín Sabina no se consigue en los aeropuertos.
Está agotado, me dicen en el aeropuerto de Barcelona. Está agotado,
me dicen en el aeropuerto de Madrid. Estoy agotado, me dice Joaquín
Sabina en su casa de la calle Relatores, a la vuelta de la plaza Tirso
de Molina. Joaquín Sabina está agotado por el lanzamiento del CD, por
la prensa, porque mañana tiene que grabar su parte en el programa de
televisión Séptimo de Caballería conducido por Miguel Bosé. Le digo
a Joaquín Sabina que también está agotado en los aeropuertos. Cuando
un compact �cuando algo, cualquier cosa� se agota en los aeropuertos
es que se agota en serio. 19 días y 500 noches se llama el CD agotado
del agotado Joaquín Sabina.
UNO
El Joaquín Sabina que aparece en la tapa de 19 días y 500 noches
es exactamente igual al Joaquín Sabina que aparece en su casa. De acuerdo,
no lleva los anteojos negros que, en el compact, le dan un aire casual
y transeúnte à la Leonard Cohen en I�m Your Man; pero ahí, sobre la
mesa del living, hay un libro con las letras del poeta y trovador noir
canadiense. �El mejor de todos�, señala y sonríe el poeta y trovador
noir español. �Ayer estuve escuchando otra vez I�m Your Man. Trato de
no escucharlo mucho porque me produce muchas ganas de tirar todo lo
que hago a la basura. Me suelen comparar con Lou Reed, que me gustaba
y me gusta mucho más cuando era músico y no intelectual. Y a veces me
comparan con Cohen. Ambas comparaciones me honran, pero Cohen... imbatible�,
sonríe. La cuestión, claro, es de quién es hombre Sabina, a quién pertenece
por derecho y obligación. A muchos, aparentemente. 19 días y 500 noches
lleva vendidas más de cien mil copias y todavía no han transcurrido
siete días y sus noches desde que fue puesto a la venta. A Sabina el
asunto le gratifica y lo sorprende. O viceversa. Sonríe con la tranquilidad
de quien no tiene �ni le interesa tener� demasiadas explicaciones para
el asunto: �Uno nunca tiene las claves de por qué lo más íntimo o más
austero pueda llegar a atraer más. Después del disco con Fito, lo más
normal era irme a las antípodas. Menos producción y más desnudo. Más
Cohen que Beatles, y que no se entienda esto como una crítica, pero
lo cierto es que cuando uno se divorcia sale siempre en busca de una
novia que no se parezca nada a su ex-mujer. O, mejor todavía, estar
solo y a solas un ratito. 19 días y 500 noches es un poco el diario
de esas ganas de estar solo. En cuanto a la gente, a los otros, tal
vez había unas ganas de oírme hacer las cosas de este modo, del modo
en que las hago yo...�.
DOS
Un
fantasma recorre a Sabina y es el fantasma de los cincuenta años. No
lo padece, tampoco lo disfruta. Ahí está y mejor cantarle que negarlo.
�A los cuarenta y diez� es la gran canción con que Sabina lo exorciza
y lo celebra: �No es ganas u obligación de ponerme a hacer balance;
lo que sucede es que es una fecha demasiado sabrosa como para no hacer
una canción. Es, también, una canción de género. No soy el primero ni
voy a ser el último en escribirla. Es una materia que hay que rendir
si te dedicas a componer canciones. Tengo que reconocer que se me fue
la mano: yo tenía ganas de una canción muchísimo más cínica y salió
algo donde el corazón, esa víscera repugnante, asoma más veces de lo
que yo hubiera querido. Iba a ser el título del disco pero me pareció
que iba a solemnizar demasiado la cosa. No sé qué pasa o qué tiene que
pasar a los cincuenta años. No sé si hay alguna obligación. De haberla,
supongo que será la misma para el cantante que para el fontanero. Desde
ya no pienso dejar de fumar�, se ríe Sabina, fumando.
TRES
¿Siguen viniendo las canciones del mismo lugar a los cincuenta años
que a los veinte? ¿O hay que ir a buscarlas? Sabina, que se creía de
vuelta, cuenta su asombro: �Esta vez ha sido todo distinto. Ojalá supieraexplicarlo.
Me pasé un año y medio sin salir de casa, cosa que nadie cree más que
los que lo saben. Año y medio sin pisar un bar. Padeciendo y disfrutando
de una fiebre creadora tremenda. He escrito más de cuarenta canciones
y sigo. Ahí, sentado, en ese mesa. Antes venían de a trocitos y en las
mesas de los cafés y esta vez se trató de un trabajo sistemático y riguroso,
no porque yo me lo haya impuesto sino porque, de pronto, miro para atrás
y me descubro un año y medio escribiendo. Todos los días. Como quien
va a la escuela�.
CUATRO
La mañana de este domingo a la noche, en la revista del diario español
El País, a alguien se le ocurrió preguntarle a una serie de personalidades
qué habían aprendido en la escuela. Joaquín Sabina aparece entre ellos,
repetido en el recurso de la fotito de niño, pero diferente, muy diferente,
a la hora de la respuesta. Y es que Sabina contesta rimando: �Mi infancia
es una iglesia con campanas / y el patio de un colegio salesiano / y
el rosario seis veces por semana / y una charca con ranas en verano.
(...) Mi infancia la marcó don Evaristo / con sangre para que la letra
entrara; / yo era un niño con granos, flaco y listo / los profesores...
sádicos con vara. (...) Y el cine del domingo por la tarde / y la primera
novia y las primeras / pajas y los primeros desengaños. (...) Y los
adultos mansos y cobardes / y los tricornios por la carretera / y huir
cuando se cumplen veinte años�. Sí, Sabina lleva años huyendo y rimando.
Sus discos funcionan un poco como despachos de la huida siempre en trámite.
Los ritmos cambian y los escenarios también. Buenos Aires, México, La
Habana, el mapa que le importa y le interesa. El secreto para que no
lo atrapen es el cada vez más raro arte de la rima perfecta, de que
la métrica de los versos se respete y, así, respetar a ese socio que
es el idioma. Si rimar fuera una patología, Sabina �quien por estos
días anunció la salida de tres libros, con la totalidad de sus letras
en dos de ellos más un tercero conteniendo sus ya célebres cartas en
verso� sería algo así como un enfermo terminal que goza de perfecta
salud. Serrat lo fue antes de convertirse en Serrap: un hombre que habla
con música de fondo. Y a la mayoría el asunto les preocupa poco y nada.
�Lo que escribí para El País es una pequeñez artesanal. Una tarea para
el hogar, un soneto malísimo. A no confundirse: no son poesía, son sólo
versos. Pero riman. Eso que uno tendría que pedirle siempre a un poema
o a una canción, ¿no? La rima es la música del idioma y hay pintores
que son abstractos porque no saben dibujar, ¿se entiende? También, atención,
hay otros que no riman porque no quieren. A mí siempre me gustó rimar.
Por placer y desafío. Tenemos un idioma duro y hemos oído muchas quejas
de jovencitos (y de nosotros cuando éramos jovencitos) en cuanto a lo
difícil que es meter el castellano en estructuras anglosajonas de blues
o de rock. Y ya hemos demostrado que no es así. El problema está en
que, los que escriben canciones, por lo general leen poco y mal. No
sé, a mí me gusta oír canciones que rimen compuestas por otros; y los
grandes genios populares, de José Alfredo Jiménez a Violeta Parra pasando
por Discépolo, todos riman. Es un trabajo. Como no puedo decir que tengo
una nariz clásica, me he preocupado por poder decir: sé rimar�, dice
Sabina. �Rimar y remar se escriben parecido�, le digo. �Eso. Ahí está�,
dice Sabina.
CINCO
Los ojos bien abiertos de Joaquín Sabina. La implacable mirada de Sabina
y escuchar a Sabina cantar y contar equivale, vaya uno a saber por qué,
a imaginarse a un tipo block en mano, sentado frente a una ventana,
tomando apuntes que nada tienen que ver con lo abstracto y mucho con
lo figurativo de la experiencia universal. Si un escritor de canciones
tiene la supuesta obligación de cantar sobre lo privado traduciéndolo
a lo público de su público, entonces Sabina cumple con la generosidad
de quienno se siente presionado. Aun así, la incógnita de saber si al
testigo privilegiado terminan doliéndole las pupilas y siente ganas
de arrancárselas como Ray Milland al final de El hombre con los ojos
de rayos X. �De acuerdo, yo siempre me he considerado un acuarelista
o un fotógrafo. El tipo que mira por la ventana. Es una condena, pero
es una condena que se instala en la propia mirada y no en lo que se
ve. No es una presión externa sino interna. ¡Bastante tengo conmigo!
Tal vez yo sería más feliz escribiendo menos canciones y dedicándome
más a las mujeres o al ocio. Toda mi vida he sido incapaz de alcanzar
el ocio y no lo digo a mi favor sino en mi contra. Es cierto también
que nunca barajé la posibilidad de una vocación u oficio alternativo;
pero sí está esa fantasía de desaparecer en los Mares del Sur y dedicarme
a no hacer nada. Como Stevenson. El problema está en que llegaría y
ahí nomás, en la playa, recién desembarcado, me pondría a escribir una
canción sobre la imposibilidad de no escribir canciones en los Mares
del Sur. La realidad es que el mundo se la puede pasar muy bien sin
mis canciones, pero yo las necesito. Mucho�, se ríe Sabina.
SEIS
La música propia, la música de los otros. �El mejor invento a la hora
del rock en español se ha hecho en Argentina: Charly, Fito, Spinetta.
Acá lo niegan, o no quieren verlo, o no lo ven. Es una laguna grave.
Calamaro es español del mismo modo en que a mí me gustaría ser argentino.
Ha hecho lo que hay que hacer con su carrera y con el idioma. Una pierna
en cada continente. El primero en hacerlo fue Serrat. Y después estamos
nosotros�, delimita Joaquín Sabina. En ese después está 19 días y 500
noches. �Tenía ganas de un doble o un triple. Pero no conviene porque
después, en otros países, te lo resumen. Claro que me gustaría un Sabina
Box pero lo cierto es que a la hora de ordenar rarezas o descartes siempre
ha podido más en mí la urgencia por componer canciones nuevas. Así estoy.
Por eso ni siquiera tengo un Grandes Exitos oficial, por más que mi
grabadora anterior ya me haya sacado como cinco con las mismas veinte
canciones de siempre. De hecho, las canciones que más me gustan ya no
están en este disco. Ya es tarde. Y es que a mí no me gusta grabar discos.
A mí me gusta escribir canciones y subirme a un escenario. Sueno mejor
en casa o en un teatro que digitalizado. No me gusta acabar. Mi fama
de arruinamultinacionales me viene de que nunca acabo. Más de una vez
pensé en desdoblarme. Tocar a solas y armar una banda para que todas
mis canciones tengan una oportunidad. La banda se iba a llamar La Tercera
República y no iba a cantar yo... Sería tener una vida más, porque a
mí no me alcanza con una. Soy todo lo contrario a un suicida. Varias
vidas para tantas canciones. Ahora te voy a poner mi favorita de este
domingo a la noche. No te vas a ir sin escucharla�, promete Sabina.
Pero, antes, las que están en 19 días y 500 noches. Las que pudieron
subirse a los botes nunca suficientes de un inhundible transatlántico
llamado S.S. Sabina del que siempre se ve, porque nunca hay espacio
suficiente, la maldita punta del maldito iceberg: Ahora que... �Sale
del convencimiento de que la canción de amor, como género, está agotada.
Y la canción del desamor, del después, también. Entonces me propuse
escribir una sobre el inmediato instante previo: está la chica pero
uno no se ha enamorado todavía y todo puede suceder porque nada ha sucedido.
Ahora que no te quiero todavía... La forma más absoluta de la felicidad�.
19 días y 500 noches �El tema de difusión en España. Una canción por
encargo de un grupo que terminó gustándome demasiado como para darla
en adopción. Como la compuse pensando que no era para mí, me salió muy
fresca. Y eso me gusta. Una rumbita de las que componía de vuelta al
hotel durante la grabación de Enemigos íntimos. Me salían rumbitas.�
Barbi Superestar �Una revisitación a una canción que yo ya había hecho.
Princesa veinte años después y fin de milenio. En vivo, ahora, las pego
a las dos y se convierten en la misma.� Una canción para la Magdalena
�La única canción de amor positiva del disco y es una canción para una
puta. Sin rencores ni ánimo de venganza. Una canción limpia y directa
y sin peros. La melodía es de Pablo Milanés y la hicimos por teléfono.�
Dieguitos y Mafaldas �Quedó de Enemigos íntimos. Mejoró. Lo que más
me gusta de la canción es lo que añadí un año después. La coda con la
chica que me dejó. La escribí antes de que me dejara y, se sabe, la
naturaleza imita al arte. Y la Argentina... Cada vez me cuesta hablar
más de eso con argentinos porque piensan que mi amor por Buenos Aires
(que para mí es la Argentina, sin pretender ofender a nadie) es demasiado
apasionado y no le veo los granos en el culo. Y yo los veo, pero es
amor. Creo que, si no tuviera hijas, estaría viviendo en esa ciudad
mítica con la que yo sueño y es Buenos Aires. Extraño a los taxistas
de Buenos Aires.� A Mis Cuarenta y Diez �Ya he hablado demasiado de
esa canción.� El Caso de la Rubia Platino �Pura gratitud de lector de
Hammett y Chandler y las ganas de divertirme sonando a mala traducción
española de serie negra. El término huelebraguetas nunca se dice en
España pero, misteriosamente, siempre se dice en todas las traducciones
españolas de novela negra norteamericana. Una canción bien negra.� Donde
Habita el Olvido �Una rescatada del cajón. Tardé años en grabarla. Cuatro
o cinco años de sangre y sudor. Amor de una noche y homenaje explícito
a Luis Cernuda.� Nos sobran los motivos �Otra rumbita de hotel. En la
versión argentina de 19 días y 500 noches está también la canción que
funciona como cortina para el programa de Jorge Guinzburg. Y en la versión
española se llama �Cerrado por derribo�, que es la misma música pero
con otra letra y el mismo estribillo pero para otra chica. Dos canciones
de amor para dos chicas distintas. Me divierte la idea de que no se
crucen y no se escuchen juntas... Por cierto, me dejaron las dos. Cansado
de escribir una canción para cada novia cuando quisiera tener novia
y no tener que escribirles tantas canciones. Mi disco de Grandes Exitos
podría llamarse Grandes Novias... No; mejor: Grandes Abandonos, ja.�
Pero Qué Hermosas Eran �Pretende recuperar el cabaret literario con
aires decadentes de Kurt Weill. Chistes misóginos y un estribillo tramposo
que despeja toda misoginia.� De Purísima y Oro �Un lujo que no me había
permitido nunca en el sentido. Yo nunca he querido escribir cosas que
no se entiendan y ésta es una canción en la cual el 90 por ciento de
las palabras están en desuso. Ilegible para un español de menos de cincuenta
años. Canción de posguerra. Creo que no tiene público. ¿Pero qué es
el público? Algo inexplicable para un paranoico como yo. Antes de salir
a escena, siempre pienso que no va a haber nadie. Y salgo y miro y en
las primeras filas hay gente y me quedo estupefacto...� Como Te Digo
una �Co� Te Digo la �O� �En este disco es la primera vez que escribo
con un escritor. Se llama Antonio Oliver. Como hizo Dylan en Desire
con Sam Shepard. Para tener un interlocutor: alguien que me sirviera
de frontón. Y acabó siendo mucho más. Esta canción es la musicalización
de un numerito que hacíamos por los bares hablando como si fuésemos
dos señoras de cincuenta años. El personaje opina de todo y vota a Felipe
González (a quien yo detesto) y es más anticastrista que yo y acabó
negándose a que yo opine de ella. Traté de forzarla y no se dejó.� Noches
de Boda �Mi homenaje, uno más, a México y a José Alfredo Giménez y a
la mejor música popular del planeta. Oigo esa música a diario.�
SIETE
Y ahora la canción nueva, la que no está, la favorita de este domingo
por la noche hasta que llegue otra el lunes por la mañana. Canción con
chica peruana (�Lo más parecido que tengo a una novia ahora�, ubica
Sabina) en México. El cantante español le ofreció ir a Venecia pero
la chica peruana prefirió ir a Tenampa. Gimena (o Jimena) es la primera
palabra y el nombre que se oye y vaya a saber uno cómo se escribe. Una
cosa es segura: Sabina sabe cómo cantarlo con cadencia de mariachi cool.
Su voz y una guitarra y un fondo de percusión y bajo electrónicos para
un demo al que �como ocurre en los grandes demos� ya no le falta nada.
Los versos que aluden a Lima y a Bryce Echenique y a suelas de zapatos
que �echan veneno� y que se pierden por el solo placer de encontrarse
para rimar, entre las paredes tapizadas de ángeles primitivos y arte
latinoamericano y los libros y las canciones por hacer en un departamento
conocido, con justicia, como �el bar que cierra más tarde de todo Madrid�.
Y es justo y coherente que lo que empezó en aeropuertos termine en un
avión. Yo soy 8A y 8B, a mi lado, está nervioso. Hace una semana que
los vuelos de Iberia prohíben fumar. 8B saca su discman y la azafata
le dice que está prohibido. �Joder. Primero prohíben el tabaco y ahora
prohíben a Sabina�, se indigna 8B, agotado y al borde de las lágrimas.
Le digo, para distraerle los cincuenta y cinco minutos en el aire de
Madrid/Barcelona que vengo de estar con Sabina. 8B me mira como si estuviera
loco y enseguida, para pensar en cualquier cosa menos en la abstinencia
de tímpanos y pulmones, me empieza a preguntar cosas. 8B me cuenta que
escribe canciones y habla de Sabina con la misma reverencia con que
Sabina habla de Leonard Cohen. Le cuento lo de la canción nueva. Le
digo que la tengo grabada en la cinta con el reportaje a Sabina. 8B
me pregunta, con los ojos bien abiertos, para compensar los oídos tapados
del despegue, qué tal está la canción. Le respondo que está buena, muy
buena, buenísima, guapa como una novia, como otra novia más.