El
karma de vivir al sur
Hace
treinta años, los hermanos Arnaldo y Sergio Dias Baptista y una
joven llamada Rita Lee Jones formaron Os Mutantes. Apenas empezaron
a tocar, fueron silbados hasta el cansancio y reclutados por Gilberto
Gil y Caetano Veloso cuando el Tropicalismo se enfrentaba a la dictadura
brasilera. Durante casi una década, fueron la banda de rock más
popular de Brasil. Se separaron en 1976. Rita Lee se transformó
en la madre del rock brasilero y Arnaldo, en el Syd Barret paulista.
Venerados por Kurt Cobain, Beck y los Beastie Boys, con una reciente
reedición a cargo de David Byrne, el mundo empieza a descubrir
el secreto mejor guardado del rock latinoamericano.
POR
MARTIN PÉREZ
La frase, contundente, se le atribuye nada menos que a Caetano Veloso.
Os Mutantes sao demais, anunciaba el bahiano treinta años
atrás, cuando los rockers del Tropicalismo acababan de editar
su primer álbum. Reproducida casi como un slogan publicitario
por Luaka Bop, el sello de David Byrne que acaba de editar en Estados
Unidos una recopilación del grupo y gracias a la que toda la
escena pop mundial se ha rendido a sus pies, la exclamación de
Caetano sigue siendo válida aún hoy, cuando después
de cuatro décadas de historia el rock gira sobre sí mismo
hasta morderse su propia cola.
Autodidactas pop sin censura cultural alguna, su música de entonces
suena hoy desde los compacts recién reeditados como un collage
estilístico capaz de rivalizar con la obra de los más
reverenciados y atrevidos artistas del pop actual, como Beck o los Beastie
Boys, que han confesado su admiración por el conjunto brasileño.
Os Mutantes hicieron a fines de los 60 el pop en technicolor más
increíble del mundo, escribió el mensuario norteamericano
Details en mayo de este año. Se llamaban a sí mismos
Os Mutantes e hicieron todo para merecer semejante nombre: en su mejor
momento, a fines de los 60, eran sólo tres jóvenes brasileños
tratando de unir a los Beatles con John Cage, se lee en la revista
Ray Gun. En los 60, se produjo en Brasil una explosión
creativa que aún reverbera en todo el mundo. Y Os Mutantes fue
la banda más extrema de aquel período. Su canibalismo
creativo produjo gemas psicodélicas como pocas, escribió
David Byrne.
Así, el rock internacional se está permitiendo disfrutar
más allá del idioma de las perlas que descubre
al rasgar el fondo de la olla del pop mundial. Mientras el mainstream
norteamericano se pone al día a su manera, claro
con la realidad latina que lo rodea desde hace tiempo, la vanguardia
alternativa curiosea en el rock de Japón, Africa y el resto del
Tercer Mundo. Esta creciente curiosidad por releer lo mejor que
se ha producido artísticamente durante el siglo XX debe tener
que ver con el fin del milenio, dijo Rita Lee cuando se le preguntó
por qué su primer grupo estaba ganando nueva fama.
Es una pena que el mundo haya llegado a Os Mutantes tan tarde,
fue la contundente declaración del maestro Rogerio Duprat, responsable
de los atrevidos arreglos orquestales que acompañan los temas
de la primera época del grupo. Sin embargo, nunca fue tan apropiada
la frase más vale tarde que nunca. Sobre todo si
lo que está en juego es la posibilidad de escuchar gemas como
el contundente aleph pop encerrado en su versión de A minha
minina de Jorge Ben, su gran hit fumón Ando meio
desligado con un bajo deudor del hit Time of the season
de The Zombies, o la cacofónica combinación de rock y
canción popular de Dos mil e um, compuesta junto
al inclasificable Tom Zé.
Y otra vez Rita Lee: Cuando escuché primera vez a Beck,
realmente sentí una familiaridad musical con lo que solíamos
hacer con Os Mutantes treinta años atrás.
LOS
MEJORES DEL BARRIO
En el su libro Verdade Tropical, una especie de evangelio personal sobre
el devenir del Tropicalismo, Caetano Veloso presenta a Os Mutantes en
el capítulo dedicado a la composición casi en simultáneo
de su tema Alegría, alegría y de Domingo
no Parque, de Gilberto Gil. Suerte de punta de lanza del Tropicalismo,
afilados para dar batalla masiva en los festivales musicales del año
67, ambos temas compartían una misma búsqueda: la
de sumarle guitarras eléctricas a la provocativa propuesta estética
con que los jóvenes bahianos pretendían superar la división
entre el llamado ie-ie-ie de Roberto Carlos y la orgullosa
tradición nacional de la bossa nova.
Poco conocedores de eso llamado rock, Caetano y Gil debieron buscar
colaboradores para concretar su proyecto. Mientras que Caetano encontró
laayuda necesaria en los Beat Boys, un grupo argentino bajo contrato
en un local nocturno paulista, Gil llegó a Os Mutantes recomendado
por el arreglador Rogerio Duprat, un músico vanguardista y erudito
que estaba literalmente de vuelta: había regresado al Brasil
luego de estudiar en Europa y estaba feliz de sumarse a la batalla tropicalista.
Os Mutantes eran tres adolescentes de Pompeia, un barrio de San
Pablo que comenzaba a hacerse célebre por su ambiente rockero,
escribe Caetano. Si los Beat Boys ya se habían profesionalizado
tocando competentes covers de los Beatles, los Rolling Stones y los
Doors, los semiamateurs Mutantes no parecían meros imitadores
sino los pares locales de aquellos grupos, con una creatividad que parecía
cortada por la misma tijera. Como para terminar de cincelar la
presentación del trío, Veloso recuerda el comentario que
le hizo Gil luego de conocerlos: Parece mentira: todavía
son unos chicos, pero ya tocan maravillosamente bien y parecen saberlo
todo.
Con una historia musical que se remonta a la adolescencia, el camino
que desemboca en Os Mutantes comienza en grupos como The Wooden Faces
y The Teenage Singers: el primero, integrado por Arnaldo, sonaba a imagen
y semejanza del surf de The Ventures; mientras que el segundo imitaba
al grupo vocal The Shirelles, y era una creación de Rita. El
mayor de los hermanos Baptista, uno de los tantos rockers de Pompeia,
y la joven Lee Jones unieron fuerzas creativas a los quince años
para integrarse al quinteto Six Sided Rockers, luego bautizado OSeis
y capaz de copiar la tapa en sombras de With The Beatles para su primer
simple, Suicida. Arnaldo y Rita comenzaron a noviar y a
componer. Apenas ingresaron en el grupo del jovencísimo y talentoso
Sergio (hermano de Arnaldo), el resto de los integrantes abandonó
la banda, y el trío resultante según apunta la completísima
biografía firmada por Carlos Calado adoptó el nombre
de Os Bruxos. Hasta que, inspirados por una novela de ciencia ficción
del francés Stefan Wul, llegó el nombre definitivo: Os
Mutantes.
El debut en televisión fue el 16 de octubre de 1966, en el show
de un tal Ronnie Von (un carilindo, precursor de Xuxa, que aparecía
junto a una joven secretaria llamada Sonia Braga). Desde el comienzo
fueron la gran novedad del programa, tocando temas de los Rolling Stones
junto a la Marcha Turca de Mozart y las fugas de Bach. Enseguida se
conectaron con los oídos más atentos del mundo musical,
entre ellos Duprat, que los guió hacia los brazos abiertos de
los tropicalistas. De esta manera, tanto acompañando a Caetano
y Gil como por su cuenta, Arnaldo, Sergio y Rita recibieron despreocupados
tomatazos y silbidos, hasta que comenzaron a llegar los aplausos. Por
aquella época nosotros vivíamos de fiesta, recordó
alguna vez Rita. El papel de Mutantes en esa movida era el de
molestar: ¿Así que están todos en contra nuestra?
Bueno, entonces disfracémonos, subamos el volumen de la guitarra
y yo me pongo un vestido de novia para tocar en escena. La idea era
molestar todavía más.
UN
MILLON DE ENEMIGOS
Silbidos, muchos silbidos. Cuando Os Mutantes acompañaron
a Gilberto Gil en el Tercer Festival de Música Popular Brasilera
de TV Record, en septiembre del 67, el público celoso
guardián del tradicionalismo de la MPB respondió
con violencia. Después de todo, en aquella época las guitarras
eléctricas estaban confinadas a la Joven Guardia, el reino ingenuo
y levemente rebelde de Roberto Carlos. Sin embargo, Os Mutantes tenían
para ofrecer mucho más que instrumentos eléctricos, cabellos
largos y posturas irónicas, escribe Fabio Rodrigues en
las notas internas de la reedición en CD de Os Mutantes, el primer
disco del grupo.
La Philips los contrató mientras ingresaban en el estudio junto
a Gil para grabar el tema incluido en el compilado del Festival, Domingo
no Parque, en el que Os Mutantes fueron capaces de entregar todo
lo quedespués dieron en su primer disco, que los presentó
como una improbable cruza entre The Mothers Of Invention, Francois Hardy
y The Monkees. Gracias a una juvenil desfachatez que los llevaba,
por ejemplo, a ingresar en el estudio de grabación con una lata
de insecticida para producir efectos de sonido, el grupo de Rita
y los Baptista (hay que incluir a César, el luthier del grupo
que les construyó desde guitarras eléctricas hasta un
theremin, el instrumento musical más extraño del siglo)
se hizo popular muy rápidamente, a pesar de los recurrentes silbidos
con que los recibían en todos sus recitales.
Si en política ustedes son como en estética, estamos
fritos, llegó a decirle Caetano Veloso al público
del Festival de la Canción que en 1968 silbó su Prohibido
prohibir y el acompañamiento de Os Mutantes. Nosotros
no tenemos la culpa de que ellos no quieran ser jóvenes,
dijo Caetano luego de retirarse del escenario abrazado al grupo, dándole
la espalda a un auditorio que no dejaba de tirarles cosas.
ENCUENTRO CON EL DIABLO
Cuando recientemente le preguntaron a Sergio Dias Baptista cuál
fue el acto más subversivo perpetrado por Os Mutantes, el guitarrista
respondió: Es imposible predecir qué puede ofender.
Y recordó la censura del tema Caveludo Patriota (compuesto
por Liminha, bajista del grupo y luego productor de renombre del rock
brasileño durante los 80). Para empezar, el acid rock a la Hendrix
debió ser rebautizado A hora e a vez do cabelo nascer.
Y no sólo eso: los versos Mi cabello es verde y amarillo
/ violeta y transparente / mi caspa es de purpurina / mi barba está
coloreada de azul fueron vetados. Además de criticar el
uso político de los términos azul, amarillo
y patriota, los censores expusieron sus reparos estéticos
ante la palabra caspa. La caspa es estéticamente
fea, hijos míos, objetó con tono de maestra primaria
una tal señora Selma el día que los tres Mutantes
principales concurrieron personalmente a rendir cuentas ante el órgano
censor.
El enfrentamiento cara a cara con las autoridades del gobierno militar
del general Costa e Silva que recuerda la censura que sufrió
León Gieco en la época de la dictadura con la edición
de 4º LP, su álbum cuarto disco forma parte del largo
anecdotario del grupo, que escribió su primer capítulo
en ese rubro cuando logró escaparle a la prisión que padecieron
Gil y Veloso como represalia a la militancia tropicalista. El último
acto del Tropicalismo en conjunto fue la grabación de un programa
televisivo llamado Divino Maravilhoso para la Navidad del
68, en el que Caetano inspirado por Terra en Trance,
de Glauber Rocha llegó a cantar un triste villancico con
un revólver en la sien en actitud suicida. A pesar de que Arnaldo
y Rita, como el resto de los tropicalistas, esperaban ser detenidos,
esto nunca sucedió. Según cuenta el biógrafo Calado,
en la época se decía que Os Mutantes eran tan jóvenes
que su arresto hubiera sido un punto en contra para la imagen del gobierno
militar. La nota curiosa del asunto es que Charles Jones, el padre de
Rita, asumió la defensa del padrino de su hija, Gilberto Gil.
Fue la primera vez que defendí a un negro, dijo el
doctor Jones, que rompió así sus convicciones de norteamericano
sureño y blanco.
En febrero del 69, el grupo realizó su primer viaje al
extranjero, invitado junto a Chico Buarque, Elis Regina y Edu
Lobo a representar al Brasil en el MIDEN (un congreso musical
que reúne a artistas y empresarios) en París. Os Mutantes
regresaron de ese viaje transformados en megaestrellas pop: filmaron
spots televisivos para Shell, protagonizaron desfiles de moda y hasta
intentaron su propio happening desde el escenario con el show Planeta
dos Mutantes durante el 69. Sin embargo, al ingresar en
los 70 el grupo fue dejando progresivamente los arrestos pop para abrazar
el rocknroll. Con sus excesos incluidos, por supuesto. De
hecho, Ando meio desligado el hit de su tercer álbum,
ADivina Comedia, editado en 1970 hacía referencia al consumo
de marihuana. Una referencia que se explicitó desde la portada
de Jardim Eléctrico, su cuarto disco: un dibujo lisérgico
de una enorme planta de cannabis con vida propia. El nombre del primer
tema del quinto álbum -Mutantes e seus cometas no pais do baurets
(1972) no dejaba dudas respecto del camino elegido: Posso
perder minha mulher, minha mae, desde que eu tenha rock and roll
(Puedo perder a mi mujer y a mi madre desde que tengo al rock
nroll).
LOS
TRES CHIFLADOS
Ana María Bahiana una conocida periodista musical brasileña
de los 70, que integró el staff de la efímera versión
carioca de la revista Rolling Stone le preguntó a Rita
Lee, poco tiempo después de la separación definitiva de
Os Mutantes, quien encarnaba realmente el espíritu del grupo.
La cantante respondió sin dudar: Os Mutantes eran Arnaldo.
Después de la explosión pop de sus primeros discos, el
siguiente legado del grupo al rock brasileño fue el lanzamiento
de Rita Lee como la mayor roquera del país, la consagración
de Sergio como héroe local de la guitarra y Arnaldo. Un caso
aparte. El sitio que la historia del rock brasileño le reserva
es, según escribió la propia Bahiana, el del mito más
extraño del arsenal de fantasías contemporáneas
en torno de la música: la locura como bendición y atributo
del héroe. Escribe Bahiana: ¿Brian Jones? Piró.
¿Jimi Hendrix? Ése nació pirado. ¿Arnaldo?
¿Arnaldo de Os Mutantes? Arnaldo piró.
El camino del pire de Arnaldo es el de la progresiva radicalización
de las intenciones estéticas de su grupo, cuyo límite
pop llegó luego de una exitosa temporada en el Olympia de París,
cuando reemplazaron a Elis Regina para acompañar a Gilbert Becaud.
Obligados a sonar tan brasileros como esperaban los franceses, el grupo
volvió a Brasil radicalizado, luego de haber experimentado por
primera vez con LSD. Antes de volver, sin embargo, Os Mutantes tuvieron
tiempo de pasar por Londres para resumir sus tres primeros discos brasileños
en Technicolor, el que debería haber sido su primer disco internacional,
donde incluyeron traducciones diversas de sus hits, y que hasta hoy
permanece inédito (últimamente se habla de una posible
edición posproducida por Sean Lennon).
SEXO,
DROGA Y ROCKNROLL
Después de la edición de Jardim Eléctrico a mediados
de 1971, Os Mutantes se fueron a vivir en comunidad a la Sierra de Cantareira,
donde podrían estar con quien quisieran y como quisieran, tocar
música todo el tiempo y consumir todas las drogas que se les
diera la gana. Y eso fue precisamente lo que hicieron. El sueño
de Arnaldo y del grupo, que por aquella época escuchaba cada
vez más a bandas como Yes y a Santana, era tocar en shows al
aire libre, para poder conectarse con su gente. Así lo hicieron
en la pequeña ciudad paulista de Guarema, un domingo de marzo
del 72. Pero la iniciativa no podía durar demasiado dadas
las condiciones políticas del momento.
Por entonces la pareja entre Arnaldo y Rita pretendía disfrutar
del amor libre a regañadientes en el caso de Rita,
pero la actitud rocker a ultranza terminó minando la unidad del
grupo. Aquel conjunto de chicos simpáticos, que hacía
sus gracias en escena, ya no existe más, declaraba por
entonces Arnaldo. Ya nadie se divierte en nuestros shows, sino
que el público vibra junto al grupo. Porque el rock es un modo
de vida, un movimiento que nos abrió la cabeza.
El final del grupo se dio en cuatro pasos: primero, la devolución
del contrato por parte de Polygram, que no confiaba en el camino del
grupo hacia el rock. Segundo, la decisión de Arnaldo de echar
a Rita de un grupo que no necesitaba de su talento pop. Tercero, la
decisión del resto del grupo de echar al propio Arnaldo. Por
último, una larga agonía que duródos discos, entre
1974 y 1976, bajo el mando de Sergio. Durante esos años, Arnaldo
grabó un disco solista a lo Syd Barrett, Loki? (1974). Entre
las tantas anécdotas lisérgicas que lo rodearon, se llegó
a hablar de un viaje a Italia en busca de viejos compinches de ruta,
a quienes les ofreció un lugar en una nave espacial que estaba
por construir.
Vocé pirou?, le preguntó Bahiana a Arnaldo
en una nota publicada en O Globo en 1978. Pasé cuatro años
en el ostracismo, respondió entonces Arnaldo. No
tenía a nadie, nadie me quería. Entonces fue cuando me
internaron, porque parece que me transformé en una persona violenta.
Pero ahora estoy bien, decía el ex Mutante, que había
formado una banda llamada Patrulla del espacio. Su último acto
de locura llegó la madrugada del primero de enero de 1982, cuando
se arrojó por una ventana del Hospital Público de San
Pablo. Sobrevivió milagrosamente, pero después de tres
meses en coma debió volver a aprender todo otra vez. Casi de
la misma manera en que el mundo, treinta años más tarde,
está volviendo a escuchar los temas de su grupo.
AL
NIRVANA IDA Y VUELTA
La última anécdota alrededor de Os Mutantes involucra
a Kurt Cobain y su visita a Brasil a principios de 1993, última
escala antes de su enojado paso por Argentina.
Cuenta la leyenda que Cobain, al igual que otros pocos iniciados en
la costa oeste norteamericana, había conocido a Os Mutantes a
través de una disquería de Los Angeles llamada Gasatanka,
cuyo dueño, Bill Bartell, heredó el primer disco del grupo
de una niña brasileña que llegó a su casa mediante
un programa de intercambio cultural. Fanático de Os Mutantes,
Bartell divulgó su música entre algunos de sus clientes,
a su vez integrantes de los grupos Redd Kross, Posies y una oscura banda
de Seattle llamada Nirvana. Esta parte de la leyenda termina cuando
Bartell, junto a integrantes de Redd Kross y los Germs, llegó
a formar un grupo llamado Tater Totz, especializado en covers de Yoko
Ono, Linda McCartney y Os Mutantes.
Durante su paso por Brasil, entonces, Cobain se hizo amigo de Joao Gordo,
de Ratos de Porao, y le pidió que lo contactara con Arnaldo.
El sueño de Cobain, fanático de grupos olvidados como
The Raincoats o The Vaselines, era reunir a Os Mutantes para tocar antes
del show de Nirvana. Pero nunca estuvo ni cerca de conseguirlo. De hecho,
Rita Lee había intentado hacer lo mismo un año antes,
para el cierre de su show Bossanroll, y pese
a que los tres miembros originales se reunieron en el backstage como
sucedió con la fallida reunión de Sumo en Montevideo-,
sólo aparecieron en escena Rita y Sergio. Los viejos rencores
hicieron que Arnaldo abandonase el local sin escuchar al público
que coreaba su nombre para que subiese al escenario.
Cuando Cobain se dio cuenta de que iba a ser imposible cumplir su sueño,
le envió un entusiasta mensaje a su ídolo: Los mejores
deseos para ti y mucho cuidado con el sistema, que primero te traga
y después te escupe, como se hace con el carozo de una cereza.
Kurt firmó su mensaje en nombre de Bill Bartell de Gastanka Records,
White Flag y Kurt Cobain de Nirvana. Y lo remató con una invocación:
Os Mutantes, genios brillantes. Mucha diversión y amistad.
La respuesta que Arnaldo envió desde Juiz de Fora una localidad
de Minas Gerais, donde aún vive hoy en día a la
dirección que Cobain había incluido en su esquela fue
muy sencilla: Kurt: yo ya fui tragado y escupido. Y ahora estoy
comenzando de nuevo. Una lección que el trágico
líder de Nirvana nunca llegó a aprender.