Los
discos de Paul McCartney y David Bowie
Clásico
y moderno
Paul
McCartney vuelve después del clásico y subvalorado Flaming
Pie y la muerte de Linda. David Bowie hace lo mismo, después
del moderno Earthling y de experimentaciones diversas con la
vanguardia electrónica. En Run Devil Run, McCartney vuelve al
rock primal con covers de los 50 y canciones propias. En hours...,
Bowie vuelve a cambiar para olvidarse de las modas y recuperar al viejo
Bowie de Hunky Dory. ¿Cuál es el clásico? ¿Quién
es el moderno?
Por
RODRIGO FRESAN
Paul
McCartney es clásico y David Bowie es moderno. Paul McCartney
es constante y David Bowie no puede dejar de cambiar. Paul McCartney
es burgués y David Bowie es bohemio. Paul McCartney es un buen
padre de familia y David Bowie es un degenerado... Pocas disciplinas
artísticas tan supuestamente revolucionarias y transgresores
se han hecho tanto espacio en tan poco tiempo para poner tantas etiquetas
a sus protagonistas. Así en apenas medio siglo o algo así
el rock se las ha arreglado para pasar de ser una actitud rebelde a
un gran negocio. Cada vez cuesta menos y cada vez sucede más
rápido: el que ayer rompía guitarras hoy las publicita
en una revista del gremio; las tribus de fans están cada vez
más separadas en un notable ejercicio del fascismo corporativo-musical;
y, detalle interesante, los disturbios piromaníacos del último
Woodstock se debieron lisa y llanamente a que el precio de los hot-dogs
era demasiado alto. Hoy, Sting publicita las bondades del sexo tántrico;
Pete Townshend es un exitoso empresario de Broadway; Ringo Starr se
apresta a lanzar su disco de villancicos psicodélicos (Im
Santa Claus); Mick Jagger le da su apellido a otro hijo con otra modelo;
Keith Richards aparece en la tapa de una revista de fitness masculino
explicando cómo hice para reventarme tanto y estar (son
puntos de vista) tan bien; Bob Dylan, afortundamente, toca esta
noche en cualquier parte... y Paul McCartney es clásico y David
Bowie es moderno. O algo así.
UNO
Pocos hombres han sufrido tantos malentendidos en la historia del rock
como Paul McCartney. Así, Paul McCartney es manipulador, cara
bonita, meloso, conservador creativo, soso y culpable de que los Beatles
se separaran. En una entrevista reciente, el mismo McCartney ironizaba
acerca del rol de su personaje en el recién relanzado film de
dibujos animados Yellow Submarine: ¿La personalidad de
mi caricatura ahí? Lo de siempre: el tipo legal y sin personalidad,
el organizador, el joven ejecutivo y burócrata que canta tontas
canciones de amor... Lo de siempre. El correr de los años
especialmente los últimos fue poniendo las cosas
en su lugar: Paul McCartney fue el auténtico vanguardista de
la banda, el responsable directo de Sgt. Peppers, el hombre que
luchó por mantener unidos a los Beatles hasta que Lennon dijo
basta y, fundamentalmente, el tipo que gritaba con todas sus tripas
en Helter Skelter (todavía hoy son muchos, demasiados,
los que juran que ahí canta John). Y, sí, el rocker de
corazón. A no olvidarlo: la Morsa era Paul. Y Paul es un clásico.
Pocos hombres han disfrutado de tantos malentendidos en la historia
del rock como David Bowie. Lo suyo, siempre, ha sido confundir, y de
tanto preocuparse por confundir a los demás, acabó confundiéndose
a sí mismo. Su vida, siempre, ha sido la adicción para
estar a la vanguardia de todo: ser bi, ser extraterrestre, ser berlinés,
ser funkie: cero / no ser. La modernidad como droga y adicción.
El último número de la revista especializada Q lo somete
a su maligno gráfico de dignidad: allí, las
alzas y las bajas de Bowie se asemejan al electroencefalograma de un
asesino serial sentado en su última silla en el momento exacto
en que le llenan la cabeza de electricidad. Sube bien alto a la hora
de grabar Héroes, cae bien abajo cuando se pone esa peluca para
ese film muppet llamado Labyrinth, vuelve a subir al casarse con la
modelo Iman y permitir que su hijo bautizado Zowie se cambie
el nombre a Joe. No es seguro pero es probable que todos aquellos que
hayan seguido de cerca a Bowie a lo largo de las décadas padezcan
hoy desórdenes de personalidad múltiple. Bowie no. Bowie,
por una vez, ha decido parecerse a sí mismo. La actitud más
moderna de todas.
DOS
El compact clásico de Paul MacCartney se llama Run Devil Run.
El compact moderno de David Bowie se llama hours... Las tapas de ambos
compacts son verdaderamente horribles por razones diametralmente opuestas.
En Run Devil Run lo que se ve es una foto de un sitio horrible. Un drugstore
de Atlanta donde se venden productos de la marca Run Devil Run: polvos
y pociones para ahuyentar la mala suerte y los malos espíritus.
La foto es fea pero la elección no es casual. McCartney luchando
contra sus demonios privados y públicos: su reciente e inconsolable
viudez, su edad, el omnipresente y skakespeareano fantasma de John Lennon,
sus ganas de seguir a pesar de todo...
En hours... el neo-bowie sostiene el cuerpo ¿muerto? del retro-bowie
de estos últimos años. El cuerpo de aquel que juró
no volver a cantar sus grandes éxitos en público nunca
más (y los despidió en River Plate), el que quiso desaparecer
dentro de una banda llamada Tin Machine, el de los experimentales
e insulsos Black Tie White Noise, Outside, y Earthling. En resumen:
el Bowie que cada vez parecía más fuera de la realidad
y cada vez vendía menos. El Bowie tan moderno que
se había extraviado en el bosque de su conceptualidad. El David
derrotado por su propio Goliath. Las fotos horribles y tridimensionales
que visten a hours... dejan entrever un mensaje claro: el fino arte
de admitir errores sin decir OK, me equivoqué.
En las fotos de prensa de Run Devil Run Paul McCartney se parece a un
Paul McCartney más viejo y deseperado de lo que aparecía
en el reciente y formidable e injustamente desvalorado Flaming Pie,
editado luego de la revisión beatle de Anthology.
En las fotos de prensa de hours... David Bowie se parece a Beck.
TRES
Run Devil Run es un compact bien groupie. hours... también. Y
los dos son transparentes ejercicios de terapia en público. (Una
de las actitudes más clásicas y modernas del rock universal
que parten de John Lennon Plastico Ono Band, siguen hasta Blood on the
Tracks y llegan hasta Piano Bar y Honestidad Brutal, por citar unos
pocos ejemplos.)
Lo de McCartney no tiene demasiado misterio, no es cosa nueva pero sí
es buena noticia. Lo mismo que hace unos años hizo Bob Dylan
con los covers secretos y subterráneos de Good As I Been to You
y World Gone Wrong: mirar hacia atrás para poder seguir mirando
hacia adelante, más lejos y mejor. He aquí un tipo que
se acerca a los 64 armando banda con el guitarrista David Gilmour (Pink
Floyd), el baterista Ian Paice (Deep Purple), el otro guitarrista Mick
Green (Johnny Kid and the Pirates) para desenterrar canciones primales
y no de las más conocidas de Chuck Berry, Gene Vincent,
Little Richard, Fats Domino, Carl Perkins, Ricky Nelson, Elvis Presley,
Larry Williams, y agregar tres canciones nuevas de su autoría
compuestas como si se trataran de canciones viejas. La cosa funciona.
McCartney grita mucho y grita bien y, por una vez, los fans y los detractores
coinciden en que el viejo sabe lo que hace. Basta revisar internet esa
zona invisible y demócrata donde todos juzgan y sin juzgados
para descubrir el entusiasmo del que escucha Run David Run por primera
vez. Un trabajo mucho más interesante que su predecesor de 1989
Choba B CCCP (Back in the USSR) disco anterior de
versiones de clásicos grabado especialmente para la Unión
Soviética del deshielo y posteriormente lanzado aquí,
allá y en todas partes y similar en espíritu e intenciones
al Rock and Roll de Lennon, con momentos muy interesantes donde la prehistoria
se rinde ante sofisticados toques beatles (como en All Shook Up
o No Other Baby), y Paul con voz en doble track à
lo John sonando como si Paul tuviera dieciocho años sobre un
escenario de Hamburgo con las tripas desbordando anfetaminas a la hora
de She Said Yeah. En el cuadernillo de Run Devil Run, el
método de la terapia: McCartney escribiendo títulos de
canciones de su juventud, metiéndolos en una bolsa, sacándolos
de a uno, enseñándole a su banda cómova la cosa,
grabando en dos tomas como máximo. Así de fácil.
Run Devil Run es un disco groupie porque recupera a un Paul McCartney
despreocupado de su propia leyenda y feliz por meterse con la leyenda
de los otros.
hours... es un disco groupie porque ha sido señalado por los
que saben como un retorno a la buena forma de Hunky Dory, acaso el trabajo
de Bowie más atemporal, el que menos ha envejecido y mejor se
escucha hoy (por no aparecer estrechamente ligado a un momento cultural
o estético), y hasta ahora el más groupie de todos, con
guiños secretos y alusiones explícitas a John Lennon,
Andy Warhol, Bob Dylan, The Velvet Underground. hours... insiste con
esas gracias (el explosivo The Pretty Things Are Going to Hell
con sus transparentes mensajes en clave a Iggy Pop y The Pretty Things)
y acaba siendo el trabajo más groupie de toda la Galaxia Bowie
porque recupera a un David Bowie despreocupado de modas externas y feliz
por dedicarse a la moda más permanente de todas: David Bowie.
CUATRO
Dice Paul McCartney: Quería volver a las fuentes, a ese
sentimiento tipo Rock and Roll Hall of Fame. Necesitaba descubrir por
qué me había dedicado a este asunto, cómo fue que
empecé y acabé tocando en una banda de rock. Hacer un
poco de revisión personal. Recordar cómo era aquello de
elegir canciones más raras para que no las tocara la banda que
venía antes que nosotros en los sótanos de Hamburgo, volver
a grabar como si se tratara de un trabajo de oficina: entrar al estudio
a las diez de la mañana, grabar dos temas, salir a comer, volver
y grabar dos canciones más, irte a casa. Fue genial volver a
hacerlo y obligarme a escribir tres canciones que pegaran con las otras,
que sonaran a cosa primal. No es fácil escribir rock clásico
si no eres negro y no estás en el portal de tu casa en el sur
norteamericano con tu guitarra y tus blues. Es mucho más fácil
escribir una balada, pero creo que valió la pena el esfuerzo.
Es el fin de siglo, me dije. Despidámoslo tocando rock.
El esfuerzo de las tres nuevas/viejas canciones de McCartney en Run
Devil Run Run Devil Run, Try Not to Cry
y What It Is valió la pena y, paradójicamente,
consiguen un efecto rejuvenecedor por los senderos de la nostalgia en
un fin de siglo decididamente retro y ecléctico: relanzamiento
de Yellow Sumbarine y Band on the Run, álbum de canciones de
Linda post-mortem, experimentos easy-ambient con el proyecto fantasma
The Fireman, exposición de sus pinturas (mucho mejores que las
de Lennon, conviene aclararlo), próximo lanzamiento de un otro
álbum con su música sinfónica y de cámara;
más los persistentes rumores de los Beatles trabajando en algo
llamado Proyecto X y que será develado el próximo
31 de diciembre a las 12 de la noche, hora de Greenwich. En este atribulado
contexto, son canciones simples, cortas, directas a la mandíbula
y a la yugular donde por más que se pueda vislumbrar alguna
alusión a la mujer que se murió y al amor que sigue vivo
priman los buenos reflejos, el alarido bien afinado y esas inconfundibles
líneas saliendo de un bajo Höfner con forma de violín.
Dice David Bowie: La idea en hours... es escribir un disco de
canciones confesionales. Canciones desesperadas de una persona muy parecida
a mí pero que no soy yo. Lo siento, podría rasgarme las
vestiduras y mostrar mi corazón herido. Pero lo cierto es que
todo es teatro. Hasta Springsteen es teatro. Lo siento, soy muy feliz,
me arrepiento de algunas cosas... pero no ha sido tan grave, no maté
a nadie. Mi vida artística es la consecuencia directa de soñar
en technicolor, soñar mucho, soñar siempre cosas diferentes.
hours... no es más que otro sueño.
Se entiende: Bowie le resta importancia a hours... porque dársela
equivaldría a reconocer demasiadas elecciones erradas. Por eso,
deja que el Bowie Personaje de su nuevo trabajo en co-autoría
con el brillante guitarrista Reeves Gabrels reconozca culpas y
desorientaciones en canciones largas y con texturas cambiantes como
Something in the Air,Survive, Whats
Really Happening? y Seven. Canciones pasadas de moda
porque pasan de las modas y lo mejor del Major Tom en años, que
para él equivalen a siglos. Una especie de Dylan Time Out of
Mind glam. Bowie -enfermo de la web dice que hace tiempo que no
escucha música nueva (Aunque no pude escapar al influjo
de Ricky Martin, quien, me dijeron, ha declarado que me admira. ¡Agh!,
gime Bowie) y que sus próximos proyectos son la revisitación
del mito Ziggy Stardust en tres versiones multimedia y devolver el dinero
de las pocas entradas vendidas para su ahora cancelado recital milenarista
en Nueva Zelanda, el próximo 31 de diciembre.
En el video que promociona Run Devil Run, Paul McCartney aparece saltando
en un estudio de grabación, sacudiendo su bajo, gritando como
un poseído. En el video de Thursdays Child,
primer corte de hours... David Bowie aparece mirándose frente
a un espejo con cara de momento trascendente, inevitable, definitivo.
Lo último que se escucha en hours... en una canción
sonámbula titulada The Dreamers es a Bowie
despidiéndose con un Así sigue / apenas un buscador
/ un alma solitaria / el último de los soñadores.
Lo último que se escucha en Run Devil Run en una canción
titulada Party es a McCartney negándose a irse,
gritando ¡No me voy a dar por vencido, man. ¡Quiero
seguir de fiesta!.
Paul McCartney es moderno y David Bowie es clásico.