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El delirio concreto
Hasta
el 26 de noviembre, el Centro de Estudios Brasileños (Esmeralda
965) ofrece una exhibición de los dibujos de Hélio Oiticica,
el artista plástico que contagió el Tropicalismo
a Caetano y Gilberto Gil, y cuya obra es una respuesta perfecta a la pregunta
que alguna vez se hizo Haroldo de Campos: ¿se puede hacer arte
de vanguardia en un país subdesarrollado?
Por Laura Isola
¿Es posible el arte de vanguardia en un país subdesarrollado?
Este interrogante, formulado más o menos de este modo, tiene un
responsable y un lugar: Haroldo de Campos y 1960, fecha en que este poeta
brasileño concreto y sus cofrades revisaron la obra de Oswald de
Andrade, en especial su Manifiesto Antropófago de 1928. Por esa
misma época y en el mismo Brasil, la obra de Hélio Oiticica
se hace el mismo cuestionamiento y ofrece desde la plástica una
variación a esa respuesta afirmativa. Sus Metaesquemas 57/58, un
conjunto de dibujos de líneas y planos de color en franca correspondencia
con la estética de Mondrian, pueden verse en estos días
en la galería de arte del Centro de Estudios Brasileños
y funcionan como elocuente respuesta a la pregunta por el arte de vanguardia
lejos de las capitales de la modernidad.
APRENDER A PINTAR
Hélio Oiticica había nacido en el ámbito de una familia
de intelectuales en Río de Janeiro en 1937. Su padre combinó
la carrera de científico con la fotografía y las artes plásticas.
Su abuelo fue líder de Acción Directa, un grupo anarquista
de fines de siglo pasado. A mediados de los 50, cuando el joven Oiticica
comienza a estudiar pintura con Ivan Serpa y participa de la segunda exposición
del Grupo Frente (integrado por el mismo Serpa, Lygia Clark, Lygia Pape
y Carlos Val, entre otros), ya había leído y releído
a Kant, Heidegger, Sartre y Nietzsche. También empezó a
escribir innovadores trabajos teóricos sobre Mondrian y Malevitch
(más tarde sumaría a ese corpus textos igualmente lúcidos
sobre su propia producción plástica). Metaesquemas es deudora
de los postulados del Grupo Frente, que rompió con la pintura figurativa
pero no adhirió a las corrientes de abstracción gestual
sino que plasmó en Río de Janeiro el dogma del constructivismo
europeo, a partir de Max Bill (quien había participado de la 1»
Bienal de San Pablo en 1951). Haroldo de Campos resumiría así
la filiación de Oiticica: Marcel Duchamp como padre y John Cage
como un admirado hermano contemporáneo.
La
Marilyn del proyecto Cosmococa,
que nunca fue exhibido.
COSAS
CONCRETAS
Desde 1958 hasta 1968, año en que se endurece la dictadura militar,
Brasil transita por un momento muy particular: en 1960 se inaugura Brasilia
como nueva capital y el sueño del desarrollo futurista parece cumplirse.
Al mismo tiempo hay una necesidad de reformular la cultura en términos
sociales. Uno de los grupos que emprendieron esta búsqueda fue
el movimiento neoconcreto: tanto en literatura como en las artes plásticas
se trató de crear un lenguaje nuevo. Esto es: prácticas
colectivas que intervinieran directamente en el espacio social (porque
el museo resultaba no sólo inaccesible sino insuficiente) para
la construcción de una identidad nacional que exhibiera la complejidad
y los permanentes cambios. Hay que tener en cuenta que hasta ese momento
la imagen de la identidad nacional brasileña en el terreno de lo
artístico era una postal cristalizada del verde tropical y un folklore
regionalista for export.
Oiticica
entre su proyecto Núcleo 6 (de 1960 a 1963).
TROPICALIA Y MEDIO AMBIENTE
En el marco de estas transformaciones se explican movimientos como el
Tropicalismo en la música popular brasileña (MPB) o el Cinema
Novo, con Glauber Rocha a la cabeza. La relación entre la MPB y
Oiticica es de palabra: en 1967 se presenta en el Museo de Arte Moderno
de Río la exposición Nueva Objetividad Brasileña
y Oiticica presenta Tropicalia. Este término inspiró la
denominación de Tropicalismo para la renovación musical
comandada por los novos bahianos Caetano Veloso, Gilberto
Gil y Gal Costa. La relación de Oiticica con la música no
se detiene allí: al mismo tiempo que propone la pintura fuera del
cuadro, enuncia también su proyecto de arte ambiental, que no sólo
consiste en instalaciones y objetos manipulables sino también en
el diseño del vestuario y los estandartes de la scola do samba
del morro de Mangueira.En 1964 se hace passista y participa de dos Carnavales,
mientras muchos intelectuales de izquierda iban a vivir a las favelas.
Para Haroldo de Campos, la experiencia de Hélio en el morro de
Mangueira es una especie de recuperación proustiana de la infancia:
Aquel niño hijo acostumbrado a vivir en un ambiente intelectual
y científico, encuentra así el desbum, un nombre tropical
que asustaría a los filósofos franceses à la Derrida
y que, como el canibalismo y la antropofagia para Andrade, sirve a Oiticica
para nombrar esos fenómenos de deconstrucción y destrucción
de los esquemas establecidos.
En 1961 Oiticica había presentado la maqueta Proyecto de Perros
de Caza, primer proyecto ambiental jardín con forma de laberinto,
con un poema de Ferreira Gullar (autor del Manifiesto Neoconcreto). Ese
mismo año produjo las primeras estructuras manuales llamadas Bólidos
(clasificadas según el material con el que estaban hechos: vidrio,
cajas o camas). Su proyecto de arte ambiental continúa en la muestra
colectiva de 1968 donde presenta Apocalipopótese con Parangolés.
Ese mismo año organiza una muestra con estandartes en la plaza
principal de Ipanema: uno de ellos tenía la consigna: Sea
marginal, sea un héroe. Ese mismo estandarte es el que usaría
Caetano Veloso en un recital en Río en 1979 y provocó la
intervención de la policía.
Oiticica
en los ensayos de la escola de samba de Mangueira
DICCIONARIO OITICICA
El golpe de estado de 1964 clausura una etapa en la vida institucional
brasileña pero se puede decir que inaugura, a su pesar, una nueva
modalidad de expresión artística. En los escritos de Oiticica
irrumpe el plurilingüismo (inglés, francés y portugués)
y un acercamiento a la grafía y el léxico de Glauber Rocha
(Kynema, Terceyro Mundo, etc.) Al mismo tiempo que continúa con
sus instalaciones, retoma sus escritos teóricos. En 1970 escribe
Brasil Diarrea, donde define su proyecto en términos escatológicos
y concluye: En Brasil, una posición crítica universal
y permanente es constructiva. Todo lo demás es deglutir la diarrea.
Este manifiesto tiene un antecedente en su Whitechapel Experience del
año anterior. La experiencia londinense puede ser explicada a la
luz de la muestra Nidos en el MoMA de Nueva York: La idea de Nidos
comenzó en Whitechapel Experience y manifestó mi necesidad
de desarrollar cada vez más algo que fuese extra-obra, extra-exhibición.
Más que un objeto participante, un contexto para el comportamiento.
Para la vida. Un crecimiento para la comunidad. Su casa de Río
se transforma en lugar de encuentro de músicos, cineastas y poetas.
Entre 1970 y 1978 se instala en Nueva York, donde sus numerosas experimentaciones
son definidas por él mismo como programas en proceso. Hay uno que
resulta bastante curioso porque sólo se tienen datos por sus escritos
(nunca fue exhibido): el nombre es Block-Experiments in Cosmococa y son
instalaciones compuestas por diapositivas sincronizadas, con un sonido
muy trabajado y una clara alusión a la cocaína, en términos
culturales y estéticos. En 1975 realiza la serie de diapositivas
en homenaje a Angela María, una célebre cantante popular
brasileña de los años 50. Luego construye los Penetrables
y escribe textos donde expresa su admiración por Mick Jagger y
los Rolling Stones, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Yoko Ono y John Cage.
En 1978 participa con la performance Delirium Ambulatorium (que tenía
un tema compuesto por los Rolling Stones) en San Pablo. Ese año
regresa a Brasil y monta en su casa de Leblon Avenida Presidente Vargas-Kyoto-Gaudi
& Manhattan Brutalista (objeto semi-mágico-trouvé):
pedazos de asfalto recogidos de las calles de diferentes ciudades. El
cierre de la década coincide con su muerte: luego de Esquenta pro
Carnaval, el segundo de los acontecimientos poético-urbanos del
Morro de Mangueira, muere el 22 de marzo de un derrame cerebral.
OTRO FINAL
Todas las categorías del arte moderno sirven para abordar la obra
de Oiticica: arte cinético, arte proceso, arte minimalista, arte
pop, arte conceptual, arte ambiental, body art, pop art, instalaciones,
performances y siguen los nombres. A través de cualquiera de ellas
pueden definirse las relaciones que Oiticica propuso entre arte y política,
bellas artes y cultura popular, artista y mercado, cuestiones de identidad,
diferencia cultural, descolonización y la lista está incompleta.
Sin embargo, algo debería quedar fuera de la clasificación
para que no pierda su esencia el legado que Oiticica toma de Mondrian:
Mondrian instaura una suerte de base de afirmación total
(un yes permanente) en los destinos del arte: el que no afine con Mondrian,
según mi punto de vista, tiene sin duda mala índole; es
una uña encarnada. Del mismo modo que, en otro plano, el que no
afine con Jimi Hendrix sólo puede ser un lisiado espiritual o un
sordo de nacimiento. Sólo de esta manera se puede pensar
lo nuevo, cuando se logra que sea, según definición del
propio Oiticica, un delirio concreto.
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