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El agujerito sin fin

Empezó como disc-jockey en los tiempos de Isidoro Cañones. Trabajó en (y hoy es dueño de) la legendaria disquería El Agujerito en la Galería del Este. Es editor y uno de los miembros fundadores de Agencia de viajes, el colectivo que organiza las mejores fiestas de Buenos Aires. Conozca a Dany Nijensohn, un “no-músico” fundamental en la escena electrónica argentina.

POR SANTIAGO RIAL UNGARO

Hace casi tres décadas que trabaja como tal, pero Dany Nijensohn no se considera un DJ demasiado profesional. Quizá porque, para él, su trabajo consiste simplemente en pasar la música que escucha: “Lo que a mí me hace volar en mi casa, lo que me motiva, es lo que le voy a transmitir después a la gente. Trato de hacerles conocer otra posibilidad de música y que viajen de alguna forma. Lo mío no es mucho más que eso”. Esa retransmisión musical en la que basó siempre su trabajo lo ha convertido en un auténtico guía de viaje espacial, respetado y admirado tanto por su eficiencia como por su estilo. Porque, al margen de sus otras actividades (sobre las que nos detendremos más adelante), Nijensohn supo convertir una tara inicial (“aprendí guitarra durante tres años pero nunca pude afinarla”) en una salida laboral: en 1969 fue el encargado de musicalizar el cumpleaños de quince de Cecilia Roth. Y, como para que no queden dudas al respecto, consulta una vieja agenda en la que registra todas las veces que pasó música en su vida y muestra la página que registra su debut como pinchadiscos: 1969, efectivamente. A los dieciocho años ya cobraba buen dinero por pasar la música que le gustaba: “Ponía un tema de Gal Costa, y después uno de Deep Purple, Jimi Hendrix o Led Zeppelin.” Treinta años después, Nijensohn continúa cultivando un eclecticismo un tanto desconcertante: “Conmigo tenés que tener un poco de cuidado, porque vas el miércoles a la disco, me oís pasando tecno y te gusta, pero cuando volvés el viernes te podés encontrar con un set que es todo cumbia y música latina”.
DE LA BOITE A LA MEGADISCO
Dice Nijensohn: “Para mí, los cambios tienen que ver con la evolución tecnológica de los equipos. Mi primer equipo lo compré con ayuda de mi padre. Era muy barato, apenas tenía dos bandejas Winco comunes. Y ni hablar de un mezclador... Tenías que cortar el sonido de un disco y poner el otro. Pero cuando en el ‘71 empecé a pasar música en una boite de Recoleta, descubrí asombrado que tenían el mismo equipo que yo. Hoy, en cambio, cuando pasás música estás creando. Y no sólo desde la ecualización del sonido: hay DJs que montan un tema encima de otro, y podés estar escuchando dos, tres o más discos al mismo tiempo... Un tema nuevo, de hecho”. Pero él prefiere no modificar demasiado la música que pasa: “Debo confesar que no sé superponer ritmos. Me gusta más la forma del disco pura. Puedo cambiar algo con la ecualización, con el pitch (la velocidad), pero es mínimo lo que manipulo. Me limito a pasar discos. Y tampoco podría pasar música para mil personas: si alguna vez lo hice, lo hice mal: no lo puedo disfrutar”.
A las diferencias tecnológicas se le suma otro cambio sustancial: las pequeñas y coquetas boites de la década del 70 (chequear cualquier número de las Locuras de Isidoro) se fueron convirtieron en megadiscos, en algunos casos monstruosamente grandes y divididas en varias pistas. “En aquellos años los lugares bailables eran bastante chiquitos, tenían mesitas amontonadas y una única pista mucho más pequeña que las que hay ahora. En ese entonces se estilaba inaugurar la noche con lentos: ir creando un ambiente, para recién ahí comenzar con los temas movidos. Y, al final de la noche, se volvía a otra tanda de música tranquila”. Si bien las discotecas y los DJs cambiaron, Nijensohn no abandonó ciertas costumbres de antaño, que a esta altura ya forman parte de su estilo y que lo convierten en el piloto de viajes más respetuoso de las normas elementales de la física bailable: “Yo conservo ese concepto de los 70, de ir creando un clima con los temas lentos. Es lo que ahora se llama ambient. En general, la mayoría de los DJs empiezan fuerte, y después siguen subiendo. En cambio yo empiezo carreteando la pista, recién después de un rato despego el avión. Y, al final, vuelvo a bajar: aterrizo”.
CONSULTE A SU DISQUERO AMIGO
Aunque no todos sus pasajeros lo saben, Dany Nijensohn es, además de DJ, dueño de la disquería El Agujerito, donde empezó a trabajar en aquella época en que el mayor éxito discográfico proclamaba eso de “veinticinco millones argentinos jugaremos el mundial”. La prestigiosa (y, en tiempos de hiperinflación y dólar alto, casi inaccesiblemente cara) disquería tenía ya su sede en la Galería del Este, justo enfrente del cafecito entrando por Maipú, y se especializaba en encargos, fueran de rock, jazz o música europea de lo más diversa. “La disquería es igual a mí: cuando estoy atendiendo puedo pasar música latina, tecno, canciones de los 70, de los 80, de ahora... Y El Agujerito es así, tenés un poco de todo. El espectro de gente que compra es muy amplio: no es una disquería para DJs; es una disquería de pedidos, que está atendida por un DJ”.
A pesar de que la Galería del Este, ya no es lo fue en sus tiempos de gloria, y que hace poco inauguraron un Tower Records a dos cuadras por Florida, el local sigue atrayendo un público tan selecto como heterogéneo: “Creo que una de las claves es que el trato es muy personalizado. Hay gente que viene a comprar desde hace mucho tiempo. Con la llegada de Tower, que yo pensé que me iba a perjudicar, sucedió algo curioso: los empleados de allá vienen a comprarme discos que ellos no consiguen. Y, como me conocen, cuando los clientes no encuentran algún disco me los mandan para acá. Así que al final me terminé beneficiando. Obviamente sé que nunca me voy a hacer rico, porque hay muchos segmentos del mercado que me pierdo, pero ser disquero es muy entretenido: hasta el día de hoy, me encanta ver cuando llegan los embarques, y chequear todas las novedades que están saliendo... Además, me permite conseguir todos los discos que quiero fácilmente”.
CONFORT Y MUSICA PARA VOLAR
Además de su labor como DJ y como disquero, el presente de Dany Nijensohn lo encuentra ocupado en dos nuevos roles que tienen bastante que ver con esa vocación inicial de “pasar” música en forma desprejuiciada y criteriosa y satisfacer inquietudes auditivas no conformes con las propuestas del mercado: es el editor de Frágil (sello discográfico del Morocco dedicado a la música electrónica local) y forma parte como miembro fundador (junto a Leo García, Alejandro Ros, Gustavo Lamas y DJJJ) del colectivo Agencia de viajes. Originalmente, Agencia de viajes era un grupo de amigos que se reunía en diferentes casas para escuchar la música que les gustaba. Dos integrantes del grupo, Pablo Schanton (periodista, responsable del ciclo Estetoscopio en el Goethe, y también conocido por sus seudónimos DJJJ y Greco) y Alejandro Ros (diseñador de Radar y del arte de los mejores discos de rock y pop de los últimos tiempos) plantearon la posibilidad de abrirse al público en general y empezar a mostrar a los demás la música que escuchaban. “Nos abrimos pero siempre dentro del mismo concepto: algo chico, para nada multitudinario. Se trata de hacer una cosa más tranquila, más abajo, totalmente opuesta a esa actitud rockanroll que siempre predominó: brazos en alto, todos gritando y saltando, onda cancha de fútbol. Lo que hacemos nosotros es algo que coexiste con eso, que lo complementa”.
En cuanto a Frágil, desde su nombre enuncia cuáles son sus intenciones estéticas. Matrocinado por Diana Ruibal del Morocco (quien le propuso a Nijensohn participar como editor y hacer las veces de mecenas del proyecto), este pequeño sello ya lleva editados dos CDs que, no por casualidad, incluyen a dos integrantes de Agencia de viajes: uno de ellos es Clap beat de Leo García, una interesante exploración realizada a partir de los sonidos la máquina de ritmos de la Roland TR 808-909, que reproduce el sonido de la palma de la mano. El otro es Plural de Gustavo Lamas, untrabajo fuertemente influido por la escena electrónica alemana de Colonia (de hecho el alemán Mike Ink le masterizó Celeste, segundo CD de Lamas), y próximamente se editarán el nuevo trabajo de Leandro Fresco y el debut de Pommerenck (dúo integrado por el mismo Fresco y Miguel Castro, el cantante de Victoria Abril).
DESPUES DE HORA
Editado en 1990, Chill Out del grupo KLF fue un disco fundamental para el resurgimiento de la música ambient. Variado, reposado, coherente y sorprendente, el nombre de este disco coincide con la aparición de un nuevo espacio dentro de las discotecas: el chill out se convirtió en un lugar de relax, un ambiente que complementaba el desenfrenado desgaste físico que se producía en las pistas bailables y que, si bien podía ser un lugar de descanso pasajero, también permitía desarrollar un nuevo concepto: el de viajar quieto a través de la música. A través de sus dos nuevos proyectos, Nijensohn y sus compañeros proponen experimentar las profundidades del sonido en las performances de Agencia de viajes, en sus discos y en sus breves pero sugestivos volantes-manifiestos (que incluyen citas a Joachim-Ernest Berendt, Kodo Eshun o Erik Davis y referencias a la importancia de lo tactil en la música). Dice Nijensohn: “Me gustaría mucho poder hacer un afterhours que sea ambient. Un lugar con almohadoncitos y luz tenue, en el que uno pueda estar bajando durante tres o cuatro horas. Una disco puede tener una pista bien arriba y otra de chill out. En el estado en que uno está cuando va a bailar, que tal vez tomaste alcohol o drogas, poder salir de ese clima extático y eufórico y pasar a un ambiente tranquilo es fantástico”.
Con estas ideas, a principios de este mes Agencia de viajes se presentó en el ICI en una fecha gratuita en que la propuesta era recostarse entre montones de paja a escuchar música: “En un evento como ése, lo mejor que podés lograr es que la persona que está escuchando llegue a un punto de relajación tal que se quede dormida. Lo que busca el DJ es una reacción. Todo el tiempo estás procurando mover a los demás: sea para que bailen o para que se queden con la cabeza volando. Durante septiembre y octubre, en las fechas que compartimos con el sello Indice virgen, sentí que se generaba algo, una fusión entre las dos cosas. Incluso los dos últimos miércoles en el Morocco, la gente se empezó a animar a tirarse en los almohadones que ponemos al lado del escenario”. Escapándole con elegancia al síndrome del DJ-Que-Levanta-El-Pulgar-Con-Mueca-Ganadora, la actitud de Dany Nijensohn como disquero, pinchadiscos, performer o editor parece confirmar aquel lema que dice: si no se puede satisfacer a todos, mejor gustar a pocos que a la mayoría. “Siempre me consideré un divulgador de música. Pero hace poco alguien me dijo: Vos no sos un disc-jockey, sos un curador de música. Y eso es lo que soy; ni más ni menos que eso”.