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Vale decir



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“Nunca supe cómo pinto.Soy asistemático. Empiezo por una mancha.
O por la idea: por ejemplo, una tela que se ata al bastidor. Pero,
básicamente, mi relación con la pintura es el amor que tienen
los chicos que, cuando les regalan un autito, lo deshacen.”

1975-1999: TODOS JUNTOS AHORA
¿Qué es lo primero que pinta alguien que pintó toda su vida hasta que un día dejó y estuvo sin pintar diez años? La serie La naturaleza y los mitos, dibujos en apariencia inspirados por la placidez de unas vacaciones en el Tigre, pero en los que lograban colarse los resultados hasta entonces privados de un particular ejercicio terapéutico: sesiones con un analista en donde Noé no sólo hablaba sino que también dibujaba. Es decir: lo primero que pintó Noé, al volver a pintar, fue todo lo que habló durante el tiempo que no pintaba. “Una de las grandes fascinaciones que me despierta la pintura es la capacidad de ofrecer el todo en un instante, mientras que la realización y la asimilación llevan tiempo. La música o la literatura llevan un tiempo de asimilación igual al de su desarrollo. Pero el cuadro está ahí, entero, en el mismo instante. Es lo que ahora llaman infografía, algo que la pintura siempre ha sido, a su manera.”


Saldos (100 x 162 cms. 1998)

La devoción por la teoría del arte –”la misma que vuelve a sentir cualquiera por alguna de esas opciones que fue descartando con los años para dedicarse a lo que llaman vocación”– no quedó en desuso con la vuelta a la pintura. Siguió siendo material en desarrollo que entre este año y el que viene será expuesto en tres libros: uno de conversaciones con Horacio Zavaleta; una recopilación de textos publicados en los últimos veinte años; y La pintura desnuda, ensayo magno en el que intenta registrar lo que llama el strip-tease de la pintura. “El libro recorre el proceso que va del Romanticismo al arte conceptual. Del Renacimiento al Neoclasicismo, la pintura se coloca hábitos y tradiciones culturales, que empiezan a ser desmontados por el Romanticismo y el Impresionismo. A principios de siglo, el proceso se acelera. Duchamp anuncia que la pintura está desnuda. Y de ahí se llega al arte conceptual. La pregunta es: ¿cuál es la situación actual de la pintura? ¿Qué es lo que queda? La mística. En la pintura ahora estamos sin imperativos: ¿cuál es el deber hacer de hoy? No se sabe. Hay desconcierto. Muchos intentan pálidas proposiciones, nomucho más. ¿Adónde voy con esto? A que la pintura debe asumir este caos y trabajar dentro de él.”


Tiempo de descuento (180 x 160 cms. 1998/1999)

Memoria íntima (95 x 120 cms. 1998)

Desde su retorno a la pintura, la obra de Noé entró a la colección del Metropolitan y el Guggenheim de Nueva York, y del Museo Metropolitano de Río de Janeiro. Y, mientras pintaba obra nueva, su trabajo anterior al crack-up del 68 recibía homenajes junto a la de sus compañeros de Otra Figuración, como el Sector Histórico de la Bienal de San Pablo en 1985. “Yo he leído mucho, pero lo fundamental de mis ideas artísticas las encontré charlando con ellos cuatro y con Alberto Greco. Con Macció nos vemos de tanto en tanto. Pero mis más amigos eran Jorge y Ernesto, y los extraño profundamente. Ernesto era el más polémico, era un peleador. Con Jorge tengo un sueño recurrente: me lo encuentro en la calle y le digo: ¿Qué hacés acá, si vos te moriste? Él me contesta: Pero no, ¿quién te dijo? Yo le digo: Nadie. Yo estuve en tu entierro. Hablé en tu entierro. ¿Dónde estuviste? Y ahí se termina el sueño.”


Silencios (50 x 136 cms. 1999)

Entre el 76 y el 87, Noé vivió en París. Pintó sobre el descubrimiento de América casi veinte años antes del marketinero Quinto Centenario, pintó las series Esto no tiene nombre en el 76 y Todo es verdad, nada es mentira un año después. Y desde entonces siguió sosteniendo a fuerza de color –en los 70– y de manchas en lugar de líneas –en los 80– un registro personal capaz de salvar las diferencias entre la abstracción y la figuración: “Así como la línea cierra y da forma, el color adjetiva y expande. Pareciera que mis cuadros son violentos, pero lo que me interesa es la vibración y la tensión de los colores. Rara vez pinto planos de color amplios porque, por ejemplo, uno al lado del otro, el azul y el amarillo dan la camiseta de Boca, mientras que un azul y un amarillo que se tocan hacen un verde en la retina. De ahí mi amor por lo que yo llamo el revés de la pintura: los colores que apenas se mezclan, el bastidor dado vuelta y la tela que rebalsa. Es el amor que tienen los chicos que, cuando les regalan un autito, lo deshacen”.


Donde acontecen las cosas, ¿adónde? (50 x 206 cms. 1999)

NOÉ 2000: LO QUE PINTE
¿Cómo pinta Noé después de cuarenta años en la pintura? ¿Por dónde empieza, después de cuarenta años de embadurnar hasta las paredes de su casa? “Nunca supe cómo pinto. Ni antes ni después de dejar la pintura. No tengo sistema. Mi método tradicional es empezar por una mancha. Pero también puedo empezar por la idea: por ejemplo, una tela que se ata al bastidor. Por eso, en el catálogo de esta exposición digo que me siento como dirigiendo una orquesta en la que yo soy todos los músicos, algo que me pasa cada vez más. En definitiva, son todas maneras de empezar diciendo: A qué vamos a jugar hoy. Ahí empiezo. Como los chicos. Porque en el fondo soy muy pendejo. Lo que pasa es que, con la carrocería gastada, no se nota”

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