En lengua alemana, fue el poeta Franz Baermann Steiner. En
inglés, el antropólogo Franz Steiner. Era la misma persona y padecía otras divisiones.
Nacido en Praga en 1909, su formación juvenil fue habitada por influencias contrarias: el
gran poema religioso hindú Bhagavadgita y el marxismo. Del primero
conservó un aliento místico; del último, un pensamiento emparentado con el materialismo
dialéctico. Supo fundir ambos influjos en una poesía de rara grandeza y en trabajos
científicos de bella invención. A los 21 años viajó a Jerusalén para estudiar árabe
moderno y allí se reunió con su identidad judía. Desde ese momento, se consideró un
oriental nacido en Occidente.Esa dualidad no sólo signó su poesía y su experiencia
antropológica: también sus ideas políticas. Pensó que el sionismo y luego
Israel debían instalar al pueblo judío en la comunidad oriental, y árabe, como su
polo progresista. En 1935 se dirigió a Londres para investigar bajo la guía de Bronislaw
Malinowski, autor de textos fundamentales de la antropología moderna. La ocupación nazi
de Checoslovaquia que comenzó en 1938 convirtió a Franz Steiner en un exiliado. En
Inglaterra conoció la muerte de sus padres en el campo de concentración de Treblinka. La
Shoah marcó su intimidad más profunda y fue, sin duda, una de las causas de su
fallecimiento en 1952, a los 33 años de edad.Esa muerte prematura cubrió de oscuridad la
obra de un poeta que Paul Celan juzgó uno de los más originales e importantes de
la Alemania de este siglo. Como el romano, como Canetti, como Kafka y otros
escritores judíos centroeuropeos, había elegido el alemán para expresarse, y esa
preferencia no es solamente atribuirle a la herencia cultural el imperio de los Habsburgo.
O al predominio institucional de dicha lengua en la región. Obedece a razones más
veladas y profundas, y a la historia reciente reiteró la paradoja de la víctima que opta
por adentrarse en el idioma del verdugo, tal vez para descubrir las razones
incomprensibles de semejante relación.Steiner es, como Celan, autor de uno de los poemas
válidos sobre la tragedia de la Shoah: La oración en el jardín, de 1947. Pero a
diferencia de Fuga de muerte del rumano, el checo elude las tipificaciones nacionales para
tocar problemas hondos de la humanidad: ¿Cómo puedo creer otra vez en el bien y en
el mal, permitirme otra vez la amistad y la enemistad?, se pregunta. Desde el mismo
lugar abordó la culpabilidad alemana por el exterminio de judíos en la Segunda Guerra
Mundial. En un poema sobre el hundimiento de un buque torpedeado que provocó la muerte de
747 judíos que intentaban refugiarse en Palestina hecho que de paso reveló la
complicidad, concertada o no, de perseguidores nazis, autoridades británicas y turcas, y
oficiales navales soviéticos monologa uno de los culpables del desastre, empeñado
en una especie de autojuicio espiritual: Un frío grande, poderoso, ha entrado en mi
corazón. Estoy solo en la oscuridad, ya no veo. Ay de la paz, ay, ay de la paz de la
gloria, amén. El victimario está moralmente aniquilado como consecuencia ética de
la bárbara Shoah, y así accede al derecho de hablar de la muerte de su pueblo.La poesía
de Franz Baermann Steiner una curiosa amalgama de retención inglesa, melancolía
europea-oriental y resonancia talmúdica interroga al tiempo y la memoria. Como
Poincaré, estimaba que el concepto psicológico de tiempo debe incluir los agujeros
de la memoria. ¿De dónde sale la idea de que debe de haber otros puntos en el tiempo
entre dos puntos arbitrarios?. La cuestión de ensamblar planos diferentes del
tiempo para la construcción de un yo unitario es central en su obra más importante,
Conquistas, que no alcanzó a ver publicada en vida. Memoria, reflejos, sedimentos
del mundo, no parecen regulados por los tiempos del alma,escribió. Una memoria
impotente fractura al sujeto, pensó Steiner. Ser exige la edificación de la memoria y,
en última instancia, tal vez su sacrificio: El paso oscila y el cuerpo/ahora
pertenece al anochecer./El paso oscila y el terreno ganado/se da completamente/a las
distancias:/apartada, purgada por el fuego, ajena,/el alma está sola, como el pecho/que
se estira en las prisas de la noche.El gran Canetti opinó que en los primeros
poemas de Steiner la influencia de Holderlin se cruza con la de los (poetas) chinos.
Esa síntesis me pareció particularmente interesante, aunque sólo fuera porque él
(Steiner) poco leía en francés y no siguió el trillado camino que va de Baudelaire a
los simbolistas franceses tardíos.Más tarde, en Inglaterra, se convirtió en un experto
en poesía inglesa. La influencia de ésta en su obra es tan legítima y tan compleja que
es imposible reconocerla fácilmente; en mi opinión, la obra de Eliot y del último Yeats
en ningún otro se enraizó tan profundamente en el ámbito de la lengua alemana. Es
verdad que Steiner tradujo Los cuatro cuartetos de Eliot y que Conquistas parece un libro
paralelo del yanqui, aunque comenzaron su respectiva empresa casi simultáneamente. Pero
Steiner no podía compartir ciertas concepciones de Eliot, para quien El tiempo
presente y el tiempo pasado/quizás estén ambos presentes en el tiempo futuro. Eso
era imposible para los tiempos del alma del checo. Y su visión de la
civilización occidental lejos estaba de la de aquel poeta docto. Steiner dice
sarcásticamente en uno de los aforismos que acuñó en sus últimos años:
Construir una cultura significa, entre otras cosas, hallar un punto de vista que
permita propagar mentiras sobre la muerte. Steiner sentía que no era inmortal.
Eliot, quién sabe.
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