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Por boca del obispo de San Isidro y titular de Caritas, monseñor Jorge Casaretto, la Iglesia argentina advirtió a la dirigencia política argentina que tiene deudas pendientes con la sociedad y que la fundamental es buscar una solución a los problemas de la exclusión social y la pobreza. No obstante, el obispo que mantiene una fluida relación con la ministra de Desarrollo Social, Graciela Fernández Meijide, calificó como señales positivas al cambio de gobierno, el funcionamiento de la democracia y la consolidación de las instituciones. Son millones de personas en el mundo las que no pueden crecer como personas, no pueden reconocerse como hijos de Dios, por eso hace falta avanzar en una cultura de la solidaridad, una unidad para la apertura religiosa y la paz, advirtió ayer el titular de Caritas como expresión de deseos de la Iglesia para el nuevo milenio.En sintonía con las declaraciones de Casaretto, el presbítero Néstor De Gregorio, de la parroquia porteña de Nuestra Señora del Socorro, opinó que en la ciudad de Buenos Aires no hay suficiente paz como consecuencia, entre otros males, de la corrupción que lacera la justicia social y la credibilidad de las instituciones. En una reflexión por la Jornada Mundial de la Paz, que se celebró ayer en todo el mundo con el lema Paz en la tierra a los hombres que Dios ama por iniciativa del papa Juan Pablo II, el sacerdote porteño justificó, de algún modo, esta situación en el individualismo y el aislamiento propios de las actuales metrópolis.En el texto avalado por el arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, monseñor Jorge Bergoglio, el padre De Gregorio aseguró que otros de los problemas que aquejan a la ciudad son la desocupación que desasosiega el alma con la sensación de estar excluido de la bendición del trabajo y las diferencias entre ricos y pobres cada vez más acentuadas.Por su parte, en un mensaje difundido por radio Mitre, el obispo de San Isidro advirtió que mundialmente estamos pasando por un período de primacía de lo económico que hay que revertir para que haya una primacía de lo político y de los valores de la persona y de la espiritualidad, para lograr como dijo el papa Juan Pablo II, una humanización de la globalización. La economía no puede ser la madre de todas las ciencias y la madre de la vida de todos los hombres, sino al revés, la economía tiene que estar al servicio del hombre y tiene que haber un dominio de la persona y los valores definitivos y espirituales por sobre la dimensión económica, agregó.Según Casaretto, esta reversión es una deuda pendiente que tiene la dirigencia de la Argentina y del mundo.Al mencionar los principales deseos para el milenio, el titular de Caritas mencionó, entre ellos, el de alcanzar una nueva cultura de la solidaridad. Son millones de personas en el mundo que no pueden crecer como personas, no pueden reconocerse como hijos de Dios.Para Casaretto el fenómeno de la globalización tiene sin embargo, aspectos positivos, entre los que destacó la cercanía, la unidad del género humano y la conciencia de que todos los hombres tienen una dignidad, pero, agregó: Las consecuencias negativas son justamente la primacía de los mercados y de la economía y la exclusión social como consecuencia muy directa y esto es lo que tenemos que revertir.Respecto de la sociedad argentina, dijo que así como vemos dimensiones negativas, tenemos las positivas: hemos cambiado de gobierno, esto de que la democracia funcione es importante, tenemos que consolidar las instituciones y, además, también esta dimensión religiosa, esta mayor confianza en Dios y una mayor creencia en los valores religiosos creo que puede constituir una base de lanzamiento importante para el próximo milenio.
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