Por Mónica Maristain
Enviada especial a México
He
rechazado tocar para tres presidentes estadounidenses. La última vez Clinton quería que
animara el final de la cumbre de los dirigentes latinoamericanos. Pero no quiero compartir
mis dones con gente corrupta que tiene mucha sangre en su conciencia. Tampoco acepté
actuar ante el presidente de México, y todavía no me lo perdonaron. Efectivamente,
luego de una década de no tocar en su nación de origen, el guitarrista de Jalisco
experimentó en carne propia hasta qué punto el presidente priísta no está dispuesto a
olvidar los desaires y críticas del artista. Apenas una semana antes de realizarse el
megaconcierto de Santana y Maná en el Foro Sol, los diarios aztecas daban cuenta de una
suspensión del evento a cargo de la Procuraduría General de la Nación, que argumentó
una supuesta falta de seguridad en las puertas de acceso. Sin quererlo, el músico nacido
en Autlán el 20 de julio de 1947 fue víctima de una disputa sin cuartel que el gobierno
mexicano entabla contra la titular del gobierno de la ciudad, Rosario Robles
(representante del izquierdista PRD, el partido liderado por Cuauhtemoc Cárdenas), quien
reclama una cifra de 400 millones de pesos para el presupuesto del 2000. Atosigada por la
férrea oposición que ejerce el PRI y su aliado, el PAN (liderado por el empresario
Vicente Fox), Robles echa mano de grandes carteles pidiendo por el dinero que necesita
para llevar con éxito su acción de gobierno y de marchas de los militantes del PRD que
vociferan a las puertas de la casa de Zedillo, exigiendo la autorización del presupuesto
mencionado.Santana fue otro eslabón en la lucha política que entablan los partidos
mexicanos, a pocos meses de las elecciones presidenciales (en julio del 2000). Aunque la
suspensión quedó sin efecto, demostró a las claras la poca simpatía con la que cuenta
entre los mandatarios aztecas. Es que Zedillo, según el músico, lo tiene en la mira
desde antes de las elecciones de 1994. Por entonces, Santana declaró que no creo
que el cambio de presidente de México traiga bienestar para la familia. No creo en
mejorías. Es la misma corrupción, la misma porquería de siempre, los mismos políticos
corruptos que cometen fraude. Mi corazón está con los zapatistas y el subcomandante
Marcos. Luego subió al escenario del Woodstock 94 con una camiseta estampada
con imágenes de la Virgen de Guadalupe y Emiliano Zapata. Sus palabras ocurrieron una
semana antes de las elecciones presidenciales del 21 de agosto y después de que los
zapatistas realizaran, a comienzos de aquel mes, la Primera Convención Nacional
Democrática en Aguascalientes, Chiapas.Las primeras dos semanas de diciembre fueron
difíciles para el gobierno de Zedillo. Santana y Saramago fueron los causantes de un
dolor de cabeza atroz, del que el PRI parece estar tomando venganza ahora, decretando un
estado de alerta en Chiapas, pretexto para ingresar con pase libre a las zonas zapatistas.
Tanto el escritor portugués (quien estuvo en Chiapas, fue detenido por los retenes
militares, que lo humillaron revisando el vehículo en que viajaba, y acabó declarándose
zapatista ante una multitud agolpada en el Palacio de Bellas Artes), como el guitarrista,
no perdieron la oportunidad de sentar posición ante los problemas que recrudecen sin
visos de solución en la realidad mexicana. Santana, portando un cheque de 50 mil dólares
para los afectados por las inundaciones en Veracruz, defendiendo los derechos de la mujer
ante una sociedad que tiene el oscuro mérito de ser la más machista del mundo, y
criticando desaforadamente a los poderes eclesiásticos en una ciudad donde existe una
iglesia en cada cuadra, fue una visita muy molesta para Zedillo. Su fama mundial fue la
causante de que al menos apareciera en flashes y notas superficiales en la televisión
comercial (TV Azteca y Televisa), privilegio del que no gozó el Nobel Saramago, quien fue
totalmente ignorado por la pantalla chica. Los días previos al reencuentro de Santana con
sus compatriotas generaron un debate a voces, no sólo entre los periodistas
especializados, sino entre la juventud azteca, dividida entre quienes no entendían cómo
semejante artista aceptaba presentarse con los edulcorados chicos de Maná, y entre los
adolescentes que se preguntaban quién es ese señor con pañuelo en la cabeza que iba a
tocar al lado de su ídolo Fher (cantante de la banda originaria de Guadalajara). Corrían
las apuestas espontáneas. ¿Quién llevaría más gente?. ¿Quién tocaría primero?.
¿Se irían los fans de Maná cuando sonaran los primeros acordes de la banda de Santana,
dejando el Foro Sol semivacío?. El paisaje variopinto de los numerosos asistentes al
estadio, fue muestra de un encuentro generacional potente y emotivo: padres trajeados
fumando un puro, acompañados por sus hijos vestidos con playeras (remeras) con la estampa
de Maná.Sonaron los acordes de las canciones de la banda de Guadalajara, ilustradas por
enormes imágenes de un documental que defendía la lucha zapatista, la ecología y los
derechos de la mujer. Las letras de los temas (referidas en modo naive y con poca
imaginación al amor entre un hombre y una mujer) se contradecían con la pomposa y poco
creíble militancia política de los Maná. Es que si al menos estos cabrones no se
empeñaran en llamarse a sí mismos rockeros... sus canciones se parecen, en
lo malo, a las de Carlos Vives, espetó un indignado espectador que soportaba
estoicamente el recital del grupo, en espera de Santana. A los numerosos fans de la banda
poco parecía importarle el hedonismo orgiástico que suelen protagonizar los Maná en sus
giras, donde corren el alcohol, las mujeres y otros vicios non sanctos. Lo cierto es que
hoy por hoy, esta es la banda latina más convocante del mundo. Ostenta el increíble
mérito de haber vendido más de 500 mil placas de su Unplugged en los Estados Unidos y
gran parte de la juventud mexicana se identifica con sus sonidos.Allí, en el gran poder
de convocatoria, parece radicar la causa de por qué, a la hora de elegir con quién
presentarse en su regreso a México, Santana optó por Maná. No parece haber sido una
maniobra marketinera del sello discográfico, ni siquiera una decisión política del
infranqueable séquito que rodea al guitarrista. A estas alturas, aplicados a un artista
con 30 años de trayectoria encima, esos argumentos resultan inocentes y de poco crédito.
Sucede que Santana se convirtió en un hombre político. Su principal obsesión está en
desmitificar la imagen de vago y delincuente con que se describe a los latinos en los
Estados Unidos. Así las cosas, el músico es capaz de denominarse un par de los Estefan
(Emilio y Gloria), como de defender con ahínco la figura de la polémica actriz Salma
Hayek (quien fue muy criticada en su México natal por la visita que realizó a los
soldados estadounidenses afincados en Kosovo). A la hora de defender un latino, Santana se
muestra tan fanático como el más ultra Spike Lee (para quien cualquier negro es bueno
sólo por el color). Para él, Jennifer Lopez es igual a Marc Anthony, a Tito Puente y a
Celia Cruz. No hace diferencias estéticas ni de conducta ética. Defiende a Ricky Martin
y a Maná con la misma pasión que lo hace con Café Tacuba (grupo con el que quiere tocar
próximamente, también en México) o con los Jaguares (ex Caifanes). Y para difundir su
ideología está dispuesto a valerse de toda la popularidad o poder de convocatoria que
anide en cualquier banda latina, sea la que sea. Acaso, su música es siempre su música.
Y fue eso lo que echó por tierra todas las polémicas previas al concierto. Cuando
sonaron los primeros acordes de su guitarra, el estadio no sólo permaneció lleno sino
que dio ingreso aún a más gente, ya que muchos optaron por ingresar a la hora que
comenzara el show de Santana.El músico no sólo recorrió los temas de su último y
elogiado disco (hizo una impecable versión de Smooth, el hit que vendió más
de 6 millones de placas en el mundo), sino que se animó a hacer, con particular estilo,
el Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo. Para delirio de los miles
deasistentes, conformó los pedidos haciendo clásicos como Mujer de magia
negra, Europa, Samba pa ti, para concluir, luego de
dos horas de un show que lo mostró más joven que nunca, con un set dedicado a Bob
Marley, ya acompañado por Maná. Santana había comenzado sugiriéndole a los mexicanos
que exigieran a la Iglesia que los mantenga: Tantos años la mantuvimos a ella, que
ahora tiene como tresquicientos millones de dólares. Bien puede mantenernos a
nosotros. Al final decidió exhortar a sus compatriotas con un emocionante
Mexicanos, se puede, estamos hechos de luz, nos acompañan nuestros ángeles,
luchemos por tener agua, comida y respetemos a la mujer, pongámosla en un plano de
igualdad con el hombre.
Mi corazón está con los
zapatistas y el Subcomandante Marcos, dijo. |
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