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OPINION

La paradoja impositiva

Por Julio Nudler

La evasión en los impuestos que recauda la AFIP (Administración Federal de Ingresos Públicos) llega hoy a los 29 mil millones de pesos anuales, o 10 por ciento del PBI, en una hipótesis conservadora. Es decir, puede ser mucho más. A ese impresionante cálculo llega el actual subsecretario de Política Tributaria, Juan Carlos Gómez Sabaíni, en el extenso trabajo sobre el sistema tributario federal que realizó con otro experto, Jorge Gaggero, y que Página/12 anticipó en su edición de ayer. En realidad, ellos hablan de "incumplimiento" en lugar de evasión, aunque no siempre.

Como quiera que sea, la fuga de recaudación habría trepado en 1999 hasta los 35 mil millones de pesos si se incorporan a la medición los fiscos provinciales y municipales. Esto toma todavía más color porque el guarismo representa así doce puntos del Producto. Ahora bien: la presión tributaria consolidada Nación/Provincias estimada para 1999 era (el estudio es de setiembre) de 21,5 puntos (17,7 para la Administración Nacional y 3,8 para las restantes), con lo que la recaudación potencial, incluyendo las tasas y contribuciones municipales, alcanzaría --de no haber escapes-- a un 36 por ciento del PBI.

Ante estos números, Gaggero y Gómez Sabaíni constatan, "en toda su crudeza", la paradoja tributaria argentina: debido a la sobreimposición a los consumos, la presión legal consolidada no es lo que se llamaría baja, comparada con la de otros países de desarrollo intermedio, "pero el nivel de evasión es extremadamente alto en relación con el predominante en ese mismo grupo de naciones". ¿No es curioso que este Gobierno, que le confió a Gómez Sabaíni la conducción política de estos asuntos, debute con un aumento en las tasas impositivas, incluyendo a las que gravan los consumos?

Otra notable comprobación: con una reducción de sólo una cuarta parte en la evasión (de 12 a 9 puntos del PBI) se podría casi alcanzar el equilibrio fiscal convencional. Y si fuese dado conseguir que la fuga de contribuciones se redujese un tercio (a 8 puntos del Producto, ya cerca de lo que ocurre en Chile), "se podría lograr un equilibrio fiscal más sustancial (que evitase la acumulación de deuda pública por causas distintas del financiamiento del déficit convencional)".

Los autores afirman, a partir de esto, que "hasta que la AFIP (Administración Federal de Ingresos Públicos; es decir, DGI más Aduana) y las administraciones provinciales no logren un salto de credibilidad, toda nueva reforma tributaria resulta contraindicada". Así piensa el hombre que está exactamente arriba de Carlos Silvani.

 

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