Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


LA OPOSICION RUSA ANTE EL "AUTOGOLPE" PRESIDENCIAL
¿Y ahora quién podrá ayudarnos?

na15fo01.jpg (10076 bytes)

Desde que Yeltsin abdicó en favor de su favorito Putin, los opositores se consideran perdedores en los comicios anticipados.

The Guardian
de Gran Bretaña

Por Ian Traynor
Desde Moscú

t.gif (862 bytes)  La oposición rusa de centro e izquierda se sumergió en la desesperación desde la súbita renuncia del presidente ruso Boris Yeltsin diseñada para acrecentar las perspectivas presidenciales de su protegido, Vladimir Putin. Desde el "autogolpe" de la víspera de Año Nuevo, la oposición parece sin ninguna pista sobre cómo armar un desafío creíble contra el primer ministro Putin. La elección presidencial será el 26 de marzo, tres meses antes de la fecha que estaba planeada. Pero Putin ya lanzó su campaña el mismo día de Año Nuevo, y desde el mejor lugar posible: una visita para levantar la moral de las tropas rusas en Chechenia. "Rusia se los agradece", dijo a los soldados y oficiales, mientras la televisión difundía su mensaje a cada hogra de la Federación.

Putin se enfrenta a tres enemigos que ya han declarado sus candidaturas en la carrera por el Kremlin: Yevgueny Primakov, como él ex KGB, ex primer ministro, y ex ministro de Relaciones Exteriores; Grigory Yavlinski, líder de los liberales; y el ultranacionalista Vladimir Zhirinovsky. Además se presume que el líder del Partido Comunista, Guennadi Ziuganov, también se presentará. Ziuganov ya perdió una vez la carrera presidencial: fue en 1996 y contra Yeltsin.

Los tres candidatos oficializados habían proclamado sus candidaturas justo antes de las elecciones legislativas con el propósito de acrecentar así sus votos. Pero sólo los comunistas, todavía sin candidato presidencial, aumentaron los suyos. Aunque se quedaron con 35 escaños menos en la nueva Duma (Cámara baja del Parlamento), dominada ahora por centristas y derechistas. Y la nueva Duma promete ser un sustento para Putin, de aquel con el que Yeltsin jamás contó. En estas circunstancias, ¿quién puede pensar en detener a Putin?

Como la ultraderecha de Zhirinovsky va a apoyar al Kremlin, y los liberales prácticamente nona15fo02.jpg (11287 bytes) cuentan, la oposición menos inefectiva a Putin vendrá del centroizquierda, los comunistas y el movimiento Patria-Toda Rusia (OVR) de Primakov y el alcalde de Moscú Yuri Luzhkov. El ex líder soviético Mijail Gorbachov insistió ayer en que la respuesta a la renuncia de Yeltsin debía ser la unión de todas las fuerzas del centroizquierda detrás de un candidato único, Primakov, para maximizar el voto contra Putin. Los comunistaas son la máquina partidaria mejor organizada y más disciplinada de Rusia. Podrían garantizarle a Primakov un cuarto del electorado. Siempre y cuando Ziuganov dominara sus ambiciones presidenciales y aceptara hacerse a un lado.

Pero a pesar de la candidatura declarada de Primakov, ahora no es claro si se va a presentar. Luzhkov, por su parte, declinó apoyar abiertamente la candidatura de Primakov, diciendo que debían hacerse "consultas". Para colmo, el número tres de OVR, Vladimir Yakovlev, alcalde de la segunda ciudad de Rusia, San Petersburgo, enfrenta elecciones para su reelección en mayo, y ya está flirteando con Putin y los suyos.

Gennadi Seleznev, el presidente comunista de la Duma saliente, declaró con toda franqueza que Putin parece imbatible. El presidente interino devolvió el cumplido expresando su apoyo al comunista en su intento de salir elegido gobernador de la región del gran Moscú.

En suma, mientras que la oposición se fractura ante el fenómeno Putin, el presidente interino y primer ministro está construyendo con éxito una base de poder más amplia, y políticos de todos los pelajes desean aprovechar la oportunidad. La propaganda por la televisión estatal fue muy útil para construir la imagen de Putin y asegurar la victoria de sus aliados en la Duma. Los próximos tres meses verán la intensificación de esa campaña. Y si Primakov, de 70 años, confirma su candidatura, será denostado por la televisión como un comunista ya anciano, inconmovido por los cambios. La pregunta es desesperada: no se trata de averiguar si Putin puede ser derrotado sino de ver si la oposición puede juntar fuerzas como para no entregarle una aplastante victoria el 26 de marzo.

Ved aquí el tablado de la antigua farsa

Por Jacques Amalric*

Lo de Yeltsin hubiera sido un gesto hermoso... hace muchos años. Hoy, después de digerirlo durante el fin de semana, ya lo vemos como la última vuelta de tuerca, su última astucia, algo así como el gol de taquito de un viejo sin aliento, destinado a propulsar al último delfín del Kremlin y a asegurar un futuro tranquilo a la familia presidencial. El hombre está efectivamente desgastado, pero su entorno, comprometido en muchos asuntos muy poco santos, ha velado porque sea un toma y daca, un intercambio de favores bien calibrado. Fue un sí a la dimisión del patriarca --lo que permite adelantar tres meses la fecha de la elección presidencial y de hacer crecer aún más las chances de Vladimir Putin-- pero a cambio la exigencia era que el clan Yeltsin quedara sano y a salvo de las investigaciones de fiscales molestos. La operación Chechenia, desencadenada con cinismo y sangre fría está a punto de tener éxito, y ninguno de los rivales de Yeltsin parece hoy a la medida de disputarle la victoria en las próximas elecciones. Hay que esperar, en los días y semanas que vienen, a que se formen nuevas alianzas, mejor o peor pagas, de liberales y reformistas. Sólo un grave revés en el frente checheno podría hacer descarrilar un resultado que ya parece cantado. Lo que equivale a decir que no debemos esperar un apaciguamiento del conflicto, bien por el contrario. Para lograr sus objetivos, el nuevo presidente interino necesita de tres meses de bombardeos a ciegas. Podemos apostar a que los dirigentes occidentales estarán muy susceptibles el próximo trimestre en todo lo que tiene que ver con crímenes de guerra y contra la humanidad. Las bellas almas repetirán que Boris Yeltsin es el primer dirigente de la historia rusa y soviética en abandonar voluntariamente el poder y afirmar que este fenómeno traduce un arraigo de la democracia. Todas las dudas seguirán siendo válidas. Si eligen presidente a Putin, será gracias a la sangre chechena derramada para hacer olvidar un momento a sus conciudadanos sus frustraciones, su humillación, su impotencia, su miseria y su desesperación. No se funda una democracia sobre tales manipulaciones, ni sobre la autorización concedida al pueblo de plebiscitar al nuevo autócrata.

* Editor del diario francés Libération, donde fue publicada esta columna.

 

PRINCIPAL