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LEVANTARON EL ALERTA MAXIM0 POR EL Y2K: NO HUBO FALLA ALGUNA
Mucho ruido y ningún efecto

No hubo inconvenientes en los bancos ni en los servicios públicos. El jefe de Gabinete levantó el “alerta máximo” por el Y2K pero advirtió que con la experiencia se comprobó un panorama inquietante: no hay preparación para una catástrofe.

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El jefe de Gabinete, Rodolfo Terragno, analizó los resultados del operativo por el efecto 2000.
“La Argentina carece de la tecnología necesaria para alertas tempranas imprevistas”, dijo.

t.gif (862 bytes) Terminó el “alerta máximo”. Ayer la Jefatura de Gabinete levantó el operativo que funcionó sin interrupción desde las 0 horas del 1º, en previsión de fallas en los servicios públicos por el efecto 2000 sobre los sistemas informáticos. Se mantiene un alerta moderado ante la posibilidad, mínima, de que todavía se revelen problemas en Impositiva o Aduana. También la Fuerza Aérea levantó su “plan de contingencia”, ya que no hubo inconvenientes en los vuelos. En el primer día hábil del milenio, luz, gas y teléfonos funcionaron normalmente, y hoy se reabre la ANSeS. Sin embargo Rodolfo Terragno, jefe de Gabinete, advirtió que “la Argentina carece de la tecnología necesaria para alertas tempranas imprevistas” y que el Sistema Federal de Emergencias, inaugurado con el “efecto 2000”, pudo funcionar porque los riesgos se conocían con anticipación.
Anoche el encargado del comité operativo de comunicaciones del Banco Central, Alberto Siglióccoli, afirmó que “todo está funcionando normalmente, no hay ningún problema”. De todos modos el Central “sigue monitoreando el sistema bancario y continuaremos toda la semana chequeando que no se presenten imprevistos”. Durante el fin de semana los cajeros automáticos no presentaron inconvenientes, salvo que algunos quedaron sin efectivo, ya que el viernes se registró el “record histórico” de operaciones, cuando mucha gente retiró su plata por temor al Y2K.
También fue normal el servicio de Edenor y Edesur, salvo un apagón de dos horas en Palermo, a la 1 de la madrugada del 1º, que nada tuvo que ver con el efecto 2000. La Fuerza Aérea levantó ayer el “plan de contingencia Y2K”, ya que “no hubo irregularidades”. Tampoco las hubo en las telefónicas ni en el servicio de Aguas Argentinas.
La ANSeS atenderá desde hoy, ya que ayer permaneció cerrada para probar sus sistemas informáticos “con resultados satisfactorios”, según Juan Carlos Rabbat, subsecretario de Coordinación de la Jefatura de Gabinete, a cargo del operativo. El SIFEM seguirá en alerta moderado, “ante el riesgo, mínimo, de que en organismos como la AFIP (Impuestos y Aduanas) todavía puedan producirse inconvenientes”.
Durante el “alerta máximo”, el recién estrenado SIFEM puso a disposición del público 120 líneas telefónicas, atendidas por personal de planta desde el 31 a medianoche. Las líneas fueron suministradas sin cargo por las empresas Telefónica y Bell South; la firma Impsat ofreció enlaces satelitales con todas las provincias, controlados desde fuera de los sistemas telefónicos en uso. Según la Jefatura de Gabinete, sus gastos durante el alerta máximo no superaron los 10.000 pesos. Pero esa suma debe sumarse a los 1500 millones que gastó el país en su conjunto en modificar los sistemas informáticos para prevenir el “efecto 2000”; de ese total, el sector público aportó 150 millones.
Las líneas telefónicas del SIFEM recibieron 10.726 llamadas pero de ellas sólo 641 quedaron “registradas”, es decir, que quien llamó accedió a dejar su número telefónico para verificación. La gran mayoría provino de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano. Los motivos de las consultas fueron desde la suposición de problemas en sistemas públicos informatizados hasta los de personas preocupadas por dificultades con su propia compu o sus electrodomésticos. Y el 2 por ciento de los llamados quedó anotado en el rubro “emocional”, correspondiente a “personas que decían cosas como: ‘Estoy nervioso, me siento solo, qué puede pasar...’”, explicó Rabbat, según cuyos datos “la proporción de problemas reales en la infraestructura informática fue irrelevante”.
Según Rodolfo Terragno, jefe de Gabinete, “nuestra experiencia de estos días fue una especie de simulacro de emergencia nacional”, cuyos resultados fueron inquietantes: en casos de catástrofes, la respuesta concierne a “53 organismos nacionales, no relacionados entre sí. Además, la Nación, las provincias y los municipios improvisan operativos”. Terragno también destacó el “equipamiento insuficiente”, ejemplificado en la falta de adecuados “sistemas satelitales y de radar que servirían para anticipar tormentas o crecidas en los ríos”.

 

SE ABRIO UN DEBATE SOBRE LA VERDADERA DIMENSION DEL Y2K
¿Riesgo real o negocio millonario?

“Si se hubiese lanzado, por error, un misil atómico, nadie dudaría de su gravedad”. Con esta afirmación, un experto en informática salió ayer a enfrentar a quienes ahora dudan de la verdadera magnitud del temido Y2K. Al no esbozarse una crisis financiera, bancaria ni energética, la pregunta que quedó flotando es si el fenómeno fue sobredimensionado para generar un gran negocio o si, en realidad, el caos informático se logró evitar gracias a una efectiva prevención. “Quizás se hubiese podido gastar menos, pero es una discusión que nunca podrá saldarse”, observó ante Página/12 el subsecretario Juan Carlos Rabbat, a cargo del denominado “Comité Respuesta Efecto 2000” montado por el Gobierno. “Tampoco hay que desconocer el hecho de que se generó una alarma exagerada porque servía a los intereses de ciertos actores: las empresas que venden tecnologías nuevas, tanto hardware como software, y las consultoras que adaptaban los sistemas informáticos al 2000”, señaló Leandro Popik, subsecretario de Gestión Pública de la Nación.
Varios expertos salieron ayer a responder a los incrédulos, e incluso advirtieron que el peligro todavía no concluyó: el nuevo desafío es el 29 de febrero, cuando se sepa si las computadoras reconocen que se trata de un año bisiesto.
“Si no se tomaban precauciones, definitivamente íbamos a tener problemas. El problema fue real, no estuvo sobredimensionado”, aseguró en forma terminante Julián Dunayevich, coordinador de la Comisión de Redes y Tecnología de la Información del Ministerio de Educación. “Necesidad de hacer cambios había. El problema era particularmente importante en los sectores financieros y de las comunicaciones. Creo que se exageró el cuadro en los servicios públicos. Si bien en el sistema eléctrico hay varias centrales que se conectan por computadoras, se dio una versión muy apocalíptica”, consideró Ricardo Pantazis, director del Departamento de Matemática e Informática del CEMA (Centro de Estudios Macroeconómicos de la Argentinas). “No tiene que quedar ninguna duda de que el problema es real. Si no hubo inconvenientes significa que la prevención fue justificada”, coincidió el ingeniero Julio Cella de la firma Symantek, fabricante del antivirus Norton. No obstante, Cella admitió que algunas empresas informáticas pudieron aprovecharse del problema al encarecer sus servicios.
La Argentina gastó 1500 millones de pesos para afrontar el efecto Y2K, de los cuales 150 millones se invirtieron desde el Estado Nacional, según reveló ayer el subsecretario Popik, durante una conferencia de prensa, de la que participó junto al jefe de Gabinete, Rodolfo Terragno (ver nota central). Popik fue uno de los que plantearon la posibilidad de que el tema haya sido sobredimensionado. Además de señalar a las empresas de hardware y software como posibles interesadas en exagerar los riesgos del fenómeno, el funcionario apuntó a los medios de comunicación (éstos, dijo,”también quisieron generar una noticia y alimentar ciertos temores y preocupaciones en función de tener más temas que tratar”) y a “algunos funcionarios públicos que utilizaron el Efecto 2000 para justificar algunas inversiones en informática que posiblemente podían haber esperado”.
“Probablemente se pudo haber evitado algún seminario, pero ese costo es irrelevante frente al avance tecnológico que se logró con la inversión en reequipamiento y nuevos sistemas informáticos”, opinó Rabbat.


Ahora, a devolver todo

Por M.F.C.


Hasta ayer, el Y2K parecía ser el primer fiasco del siglo 21. En Estados Unidos, donde los más tremendistas se refugiaron en lugares descampados como el desierto de Arizona, y los más optimistas llenaron las alacenas de fideos, la novedad fue que las irregularidades en los sistemas de computación de todo el país habían sido escasas. Pero como después de la palabra “dólar” la favorita en el vocabulario estadounidense es “juicio”, ya trascendió que las compañías de computación están inquietas ante la posibilidad de que comiencen las demandas por parte de todos aquellos -negocios y particulares– que gastaron miles de dólares en prepararse para lo que nunca ocurrió, el colapso de los sistemas.
Por el momento, los norteamericanos se han mostrado más preocupados en devolver las baterías, linternas y generadores compradas para enfrentar al Y2K, que en protestar porque, después de todo, las computadoras andan bien. Las grandes cadenas como Wal Mart, Giant Food y Sears decretaron que aceptan devoluciones con el reintegro del dinero gastado, que varía según el grado de ansiedad que cada consumidor experimentó y que asciende a varios miles de dólares en el caso de los que estaban más angustiados. Sólo Sears, previendo que las devoluciones serán masivas, se reservó el derecho de deducir un 20 por ciento por cada generador devuelto, cuyos costos oscilaron entre 400 dólares y 2000 dólares.


 

 

 

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