OPINION
El instante tan temido
Por Juan Forn |
Si
está muy gordo, si está muy flaco, si está ronco, si está verborrágico, si se
encierra en su casa, si no vuelve a su casa, si se lo ve gastando mucho, si se murmura que
se quedó sin plata... Toda noticia sobre los pasos de Maradona remite de inmediato al
instante tan temido, o tan milagrosamente postergado, o tan... sí, tan deseado (aunque
después se lo niegue, se lo atenúe). Ayer, en menos de quince minutos, el país entero
estaba al tanto de que Maradona había sido internado en el Sanatorio Cantegril de Punta
del Este y un enjambre de periodistas intentaba sacarle de cualquier manera al médico de
turno la palabrita mágica: cocaína, sobredosis. Cinco horas antes de que empezaran los
festejos que lo llevaron al Cantegril, Maradona decía en un reportaje que Macri y Ramón
Díaz no se pegan en serio: Y los que se rasguñan no me gustan. Decía algo
más: Yo me divertí mucho con el fútbol. Con eso estoy pago.
Me gustan siempre los reportajes a Maradona. No hay uno solo en donde no brille al menos
un chispazo de lucidez. A veces entre mucha hojarasca, es cierto. A veces llevándosela
contra él mismo, también es cierto. Pero siempre hay algo al menos yo siempre
encuentro algo en sus palabras que hace clic. ¿Es el deportista del siglo? No sé;
no cambia nada. Que lo hayan elegido, al menos. O que lo hayan internado. Y la maradonitis
que se viene en las próximas horas, en los próximos días, el histrionismo colectivo me
producen ya de antemano un fastidio supremo. Ni siquiera me gusta hablar de Maradona (y no
digo escuchar, digo hablar). Si él decide no decir nada cuando salga del sanatorio,
seguramente me dará cierto alivio. Pero para qué negarlo: voy a estar esperando a ver
qué dice, a lo mejor meses después de este episodio. Y lo más probable es que, tarde o
temprano, cuando eso ocurra, una vez más sienta el clic. |
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