OPINION
Calavera no chilla
Por Julio Nudler |
El
destino de un impuesto al consumo, como es Internos, sólo se realiza cuando se traslada a
los precios. Si las empresas lo absorben, se convierte en algo parecido a un impuesto a
las ganancias. Por lo que se sabe, el equipo de José Luis Machinea no quiso recargar la
presión fiscal sobre las empresas, y prefirió hacerlo sobre algunos perceptores de
ingresos (los de salarios altos) y sobre los consumidores. Si el Gobierno no deseaba que
aumentasen los precios, hubiese gravado ganancias de personas físicas que mantuvo exentas
(las de capital y las financieras).
En realidad, lo que reconoce Economía es que no ve nada criticable en que Internos se
traslade, en su exacta medida, al precio final de los bienes alcanzados. Pero como se
detectaron subas superiores, por redondeo ascendente, quiere que cada palo
aguante su vela: si un comerciante elevó 5 centavos la lata de gaseosa, cree que la
obligación del gobernante es informar al público, alertándolo contra esos vivos
que intentan cobrar sus propios Impuestos Internos. También es posible que los
quiosqueros no sepan cómo dar tres centavos de vuelto, pero esto no aplacó el tono
amenazante de la reacción oficial.
La verdad es que en un régimen de precios libres, no hay nada punible en aumentarlos todo
lo que se quiera, y es comprensible que el comerciante busque la mejor ocasión para
hacerlo, aunque esto incremente el costo político para De la Rúa. Luego habrá que ver
cuáles son las alzas que sobrevivirán a la lucha por el cliente, y en este sentido la
pauta van a darla las grandes cadenas de supermercados. Los pequeños minoristas operan
debajo de ese techo: no se pueden dar el lujo de distanciar más aún sus precios.
Lo que casi todos los economistas aceptaron en sus pronósticos, antes aún de los
retoques impositivos, es que la deflación se acabó. Para el 2000 se espera, sobre todo
por el impacto del aumento mundial de las commodities, un tenue retorno de la inflación.
En este contexto, un incremento en Internos y la generalización del IVA no empinarán la
pendiente alcista de la curva, pero provocarán un pequeño salto en ella, como un
escaloncito.
Según calcula Finsoport, la consultora de Jorge Todesca, esta reforma tributaria
reducirá en un punto el crecimiento esperado del consumo interno, y hará que el PBI ya
no crezca 2,9 por ciento sino 2,4. Habrá que ver si este pronóstico se confirma, porque
cualquier recorte en la recuperación de la demanda, aunque lo provoque un impuesto, es
contraproducente para el propio fisco. |
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