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Aunque se trabuque, Gardel nuncadeja de ser Gardel

Tomas que no fueron comercializadas integran este valioso CD, tan apto para el placer como para el morbo. Las trampas de la tecnología.

El compacto difunde tomas inéditas que tienen los coleccionistas y pasan por radio.
Un magnífico conjunto de 21 temas, en los que Gardel despliega su asombroso talento.

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Por Julio Nudler

t.gif (862 bytes)  Parecerá una herejía, pero hasta Carlos Gardel podía equivocarse. En “Callejera” canta ...en el alma (en lugar de fondo) de tu almita... En “Se llama mujer” entona ...vive pompremente... (en vez de pobremente). En “¡Victoria!” dice ...si no sale (nace) el marinero... En “Mano cruel” canta ...riquezas te brindó... (lo correcto es ofreció). En “Tango argentino” pronuncia hino en lugar de himno. El morbo de descubrir estas perlas se ve pronto desalojado, sin embargo, por el placer de escuchar a ese cantor asombroso que es Carlitos a lo largo de los 21 temas que, en tomas inéditas, componen el CD que lanzó EMI Odeón. Más allá del valor de estos registros como rarezas discográficas, su definitiva importancia reside en el arte interpretativo del Zorzal Criollo, que no brilla menos por tratarse de versiones que, por algún defecto o por no ser óptimas (también hay errores en interpretaciones comercializadas), fueron desechadas por el cantante o por el director artístico de la grabadora. Gardel realizaba normalmente entre dos y cuatro tomas de cada obra en la misma sesión de grabación. Las que no salieron a la venta se convirtieron en gemas que los coleccionistas atesoran, aunque en muchos casos las comparten con el público, difundiéndolas por audiciones radiales que hay que saber encontrar en el dial. Algunos optan por “pisarlas”, sobreimprimiendo algunas palabras durante la difusión, para evitar el copiado. Otros las ofrecen plenas y puras, regalando así lo que les costó mucho esfuerzo conseguir. En todo caso, EMI exagera bastante cuando afirma que son “versiones nunca antes escuchadas” y habla de “un intenso trabajo de búsqueda realizado a través de varios años”. Lo sí veraz es que la edición en compacto pone al alcance del público un material al que le resultaría bastante complicado acceder.Como destacó el coleccionista Bruno Cespi, el mayor hallazgo de este disco (que lamentablemente omite las fechas de grabación) es la versión de “Lo han visto con otra”, en la que, además de las guitarras, acompañan al cantor Rodolfo Biaggi en el piano y Antonio Rodio en el violín. Con el auxilio del libro Historia Artística de Carlos Gardel, de Miguel Angel Morena, editado por Corregidor, puede establecerse que este registro fue realizado en Buenos Aires el 10 de abril de 1930. Es probable que al Morocho del Abasto no lo convenciera el contracanto un poco obvio y molesto del violín.La grabadora resalta el trabajo de sus técnicos en Abbey Road, el famoso estudio londinense de la Odeón donde limpiaron los originales y efectuaron su masterización digital. El resultado, sin embargo, no siempre es feliz. En varios temas (sobre todo en “Todavía hay otarios”, “Arrabalero” y “Alicia”), el sonido se vuelve hiriente, punzante, y la voz de Gardel pierde su natural calidez. A fuerza de querer suprimir los ruidos normales en los discos de pasta, los técnicos lastiman todo el material y metalizan el timbre. Pero, por suerte, otras versiones lucen en todo su esplendor, como ocurre con “Tango argentino” o “Enfundá la mandolina”.Así como muchas películas argentinas de la época muda quedaron reducidas a peines y hebillas de celuloide, las matrices de los discos NacionalOdeón, sello en que grababan Gardel y otros grandes, fueron fundidas durante la crisis del ‘30 para recuperar el cobre, de modo que quizá se convirtieron en cables o monedas. Esta restricción explica el esfuerzo por pulir y mejorar las copias disponibles, a lo que se suma el desacostumbramiento del público actual a los ruidos e impurezas de los 78 rpm. Pero sigue resultando técnicamente muy difícil desbrozar los registros sin cargarse, justamente, lo que se quiere preservar.Como juicio general, la mayoría de los temas incluidos son piezas muy valiosas, en las que Gardel asume con su increíble ductilidad personajes de lo más diversos. Consigue incluso que un clásico tan trillado como “Caminito” siembre deseos de escucharlo una y otra vez. Pero como momentos supremos de este compacto hay que señalar a “Yo te bendigo”, de Filiberto;”Se llama mujer” (magníficos versos de José Rial y música ¿de Guillermo Barbieri, como indica el disco, o del propio Rial, como sostiene Orlando del Greco?), y “Cabecita negra”, hermosísimo tango que sin embargo no suele mencionarse entre las grandes creaciones de su compositor, Agustín Bardi.

 

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