Por Julio Nudler Parecerá una
herejía, pero hasta Carlos Gardel podía equivocarse. En Callejera canta
...en el alma (en lugar de fondo) de tu almita... En Se llama mujer entona
...vive pompremente... (en vez de pobremente). En ¡Victoria! dice ...si no
sale (nace) el marinero... En Mano cruel canta ...riquezas te brindó... (lo
correcto es ofreció). En Tango argentino pronuncia hino en lugar de himno. El
morbo de descubrir estas perlas se ve pronto desalojado, sin embargo, por el placer de
escuchar a ese cantor asombroso que es Carlitos a lo largo de los 21 temas que, en tomas
inéditas, componen el CD que lanzó EMI Odeón. Más allá del valor de estos registros
como rarezas discográficas, su definitiva importancia reside en el arte interpretativo
del Zorzal Criollo, que no brilla menos por tratarse de versiones que, por algún defecto
o por no ser óptimas (también hay errores en interpretaciones comercializadas), fueron
desechadas por el cantante o por el director artístico de la grabadora. Gardel realizaba
normalmente entre dos y cuatro tomas de cada obra en la misma sesión de grabación. Las
que no salieron a la venta se convirtieron en gemas que los coleccionistas atesoran,
aunque en muchos casos las comparten con el público, difundiéndolas por audiciones
radiales que hay que saber encontrar en el dial. Algunos optan por pisarlas,
sobreimprimiendo algunas palabras durante la difusión, para evitar el copiado. Otros las
ofrecen plenas y puras, regalando así lo que les costó mucho esfuerzo conseguir. En todo
caso, EMI exagera bastante cuando afirma que son versiones nunca antes
escuchadas y habla de un intenso trabajo de búsqueda realizado a través de
varios años. Lo sí veraz es que la edición en compacto pone al alcance del
público un material al que le resultaría bastante complicado acceder.Como destacó el
coleccionista Bruno Cespi, el mayor hallazgo de este disco (que lamentablemente omite las
fechas de grabación) es la versión de Lo han visto con otra, en la que,
además de las guitarras, acompañan al cantor Rodolfo Biaggi en el piano y Antonio Rodio
en el violín. Con el auxilio del libro Historia Artística de Carlos Gardel, de Miguel
Angel Morena, editado por Corregidor, puede establecerse que este registro fue realizado
en Buenos Aires el 10 de abril de 1930. Es probable que al Morocho del Abasto no lo
convenciera el contracanto un poco obvio y molesto del violín.La grabadora resalta el
trabajo de sus técnicos en Abbey Road, el famoso estudio londinense de la Odeón donde
limpiaron los originales y efectuaron su masterización digital. El resultado, sin
embargo, no siempre es feliz. En varios temas (sobre todo en Todavía hay
otarios, Arrabalero y Alicia), el sonido se vuelve hiriente,
punzante, y la voz de Gardel pierde su natural calidez. A fuerza de querer suprimir los
ruidos normales en los discos de pasta, los técnicos lastiman todo el material y
metalizan el timbre. Pero, por suerte, otras versiones lucen en todo su esplendor, como
ocurre con Tango argentino o Enfundá la mandolina.Así como
muchas películas argentinas de la época muda quedaron reducidas a peines y hebillas de
celuloide, las matrices de los discos NacionalOdeón, sello en que grababan Gardel y otros
grandes, fueron fundidas durante la crisis del 30 para recuperar el cobre, de modo
que quizá se convirtieron en cables o monedas. Esta restricción explica el esfuerzo por
pulir y mejorar las copias disponibles, a lo que se suma el desacostumbramiento del
público actual a los ruidos e impurezas de los 78 rpm. Pero sigue resultando
técnicamente muy difícil desbrozar los registros sin cargarse, justamente, lo que se
quiere preservar.Como juicio general, la mayoría de los temas incluidos son piezas muy
valiosas, en las que Gardel asume con su increíble ductilidad personajes de lo más
diversos. Consigue incluso que un clásico tan trillado como Caminito siembre
deseos de escucharlo una y otra vez. Pero como momentos supremos de este compacto hay que
señalar a Yo te bendigo, de Filiberto;Se llama mujer (magníficos
versos de José Rial y música ¿de Guillermo Barbieri, como indica el disco, o del propio
Rial, como sostiene Orlando del Greco?), y Cabecita negra, hermosísimo tango
que sin embargo no suele mencionarse entre las grandes creaciones de su compositor,
Agustín Bardi.
|