Por Felipe Yapur Fue el martes y
en un escenario poco feliz para el periodismo: Pinamar. Con los brazos en jarras y su
mirada de duro, el embetunado ministro de Seguridad bonaerense, Aldo Rico, gritó
amenazante a tres reporteros gráficos que lo fotografiaban: Les voy a mandar la
policía para que los persiga. Al día siguiente el que gritó fue el gobernador
Carlos Ruckauf: advirtió duramente a su ministro y lo obligó a pedir disculpas. Pero la
obediencia debida en este caso no fue una de las cualidades del ex militar.
Pidió perdón tibiamente y a renglón seguido aseguró que todo era un
malentendido. Después envió una carta a los directores de los medios donde
trabajan los fotógrafos donde dice que la amenaza era inexistente, y haciendo
gala de una llamativa subordinación a la Justicia instó a que quien se haya
sentido víctima de tal delito recurra a los tribunales a fin de su correspondiente
esclarecimiento.
El martes, en Pinamar, Rico había dicho a tres reporteros gráficos: Para qué
quieren más fotos. Ustedes se masturban con las fotos, ustedes son peores y les voy a
mandar a la policía para que los persiga. No bien se enteró, Ruckauf ordenó que
pongan a su ministro al teléfono. Cuando sonó su celular, Rico sabía quién lo llamaba.
¿¡Pero qué hizo, Rico!? lo increpó molesto Ruckauf.
Le aseguro, señor gobernador, que no pasó nada se excusó el militar.
Pero no puede ser. Usted tiene que parar esto. Por favor, inmediatamente pida
disculpas y envíe una carta a los directores de esos fotógrafos. Le reitero, deténgame
este escándalo ordenó el mandatario.
Le insisto, señor. No ocurrió como dicen los medios se defendió una vez
más Rico.
No importa lo que haya dicho. Usted se tiene que cuidar más que nadie. Pida
disculpas y terminemos con esto ordenó, sin sonreír, Ruckauf.
Inmediatamente, el gobernador convocó a una conferencia de prensa donde no ahorró
calificativos para con su subordinado: Le hice una última advertencia: él está
para perseguir a delincuentes, no a periodistas. Yo asumo la responsabilidad por ser
gobernador, que no voy a permitir que esto vuelva a suceder. El funcionario de la
provincia que esté bajo mi mando y al que le molesten las fotografías, que
renuncie, dijo antes de recordarle al Ministro que lo que tiene que hacer es
traer a los asesinos de la nena de Pilar, a los asesinos del taxista de Ranchos. Eso es lo
que quiero de la estructura de seguridad, es lo que le reclamé al Ministro, la
instrucción que le di por la mañana.
Rico buscó cumplir con la orden, a su manera. Desde Bahía Blanca pidió las reclamadas
disculpas a la prensa por el incidente que tuvo en Pinamar. Parco, a desgano,
atribuyó todo a un malentendido. No lo desmiento, ha sido un
malentendido, pero pido disculpas, repitió tres veces, emulando al discípulo Pedro
cuando negó a Cristo. Algo que reiteró en la carta, donde también negó el incidente.
En ella reconoció que mi relación con los medios de prensa no es la más feliz,
pero lejos está de mi ánimo amenazar a nadie, ya que ése no es mi estilo. Una
curiosa definición para un ministro de Seguridad, que considera a las amenazas parte de
una forma de ser y no un delito.
Durante todo el día se especuló que el gobernador bonaerense había considerado la
posibilidad de relevar a su ministro, mientras organizaciones como ARGRA, UTPBA y FATPREN
exigían la dimisión del embetunado funcionario (ver aparte). Sin embargo, voceros de la
Alianza local interpretaron que sólo se trató de una puesta en escena para
bajar los decibeles. En respaldo de su tesis aseguraban que si bien el reto más
importante provino del Ejecutivo bonaerense, curiosamente el único apoyo también provino
del mismo lugar.
El vicegobernador Felipe Solá sorprendió a todos cuando consideró que lo que dijo Rico
constituye una torpeza, algo totalmente criticable, pero no
grave. Es lamentable la torpeza de Rico, pero honestamente no creo que haya
sido una amenaza real. Rico es así, no me parece gravísimo. Durante la tarde, bajo
expresas instrucciones del gobernador, el secretario de Medios provincial, Julio Macchi,
se encontró con los reporteros gráficos María Eugenia Cerutti (Clarín), Facundo
Pechervsky (La Nación) y Federico Guastavino (Noticias). Según los fotógrafos, Macchi
dijo que lo que hizo Rico es una barbaridad. Una frase así no puede ser
malinterpretada. El funcionario se reservó una sorpresa para el final al
informarles que Rico les pedirá personalmente disculpas el próximo domingo en Pinamar.
El de ayer no fue el primer sofocón que Ruckauf sufre gracias a declaraciones de su
hombre fuerte. La sola nominación del intendente de San Miguel como posible ministro
generó un gran revuelo. Ruckauf argumentó su decisión basándose en el holgado triunfo
que logró en su distrito más del 70 por ciento de los votos y un sondeo que
mostraba un apoyo del orden del 49,8 por ciento a la designación del ex militar. Pero aun
así, el disgusto que precedió a la amenaza a los fotógrafos llegó el 23 de diciembre
pasado cuando trascendió que Rico impulsaba una polémica resolución donde se prohibía
a los empleados de su ministerio y al personal civil de la policía bonaerense el uso de
pelo largo, aritos y minifaldas. Ruckauf tuvo que salir a poner paños fríos. Pero
también concretó la primera advertencia a su colaborador: El día que haya una
discusión, el ministro volverá a San Miguel.
ALTIERI Y UN FOTOGRAFO, TESTIGOS
Muy desafortunado
Por Adrián H. Mouján
La
amenaza de Rico de enviarles la policía a los fotógrafos, yo no la escuché, porque
estaba lejos. Pero respecto a su actitud hay que preguntarle a Rico, no soy yo quien debe
dar respuestas, fue el argumento del intendente de Pinamar, Blas Altieri, cuando
Página/12 lo consultó sobre la siniestra advertencia que el ministro de Seguridad
bonaerense, Aldo Rico, les lanzó a tres fotógrafos que lo retrataban mientras el
funcionario visitaba la ciudad balnearia. Federico Guastavino, fotógrafo de Noticias y
uno de los tres reporteros amenazados, consideró que el episodio protagonizado por Rico,
fue muy desafortunado, por la clase de amenaza, porque estamos a pocos días de que
se cumpla otro aniversario del asesinato de José Luis Cabezas y con el juicio
desarrollándose a menos de 200 kilómetros de aquí.
Altieri, que recibió la visita de Rico el martes y lo acompañó durante su recorrida por
Pinamar y la zona de General Madariaga, conversó con este diario y relató el episodio.
Nosotros nos dirigimos hacia donde está el helipuerto y allí se suscitó el
incidente, al que yo tomo con cierta informalidad teniendo en cuenta la personalidad de
Rico. La supuesta personalidad de Rico fue la que lo llevó a amenazar a
Guastavino y a Facundo Pechervsky, fotógrafo de La Nación, y María Eugenia Cerutti,
reportera gráfica de Clarín. Ustedes son peores. Les voy a mandar a la policía
para que los persiga, fue la advertencia de Rico.
En ese momento, Eugenia (por la fotógrafa de Clarín) le dijo que `cómo podía
decir eso en Pinamar, donde mataron a José Luis (por Cabezas). Ahí se calló, se
dio media vuelta y se subió al helicóptero, relató Guastavino. Ante una consulta
de este diario sobre la decisión de Rico de amenazar a los periodistas en la misma ciudad
en la que el 25 de enero de 1997 asesinaron a José Luis Cabezas, Altieri sólo señaló
que no estoy para opinar sobre estos temas, y además no relaciono una cosa con la
otra.
Pero los periodistas y la gente que estaba en el Polideportivo de Pinamar dijeron
que Rico estaba muy molesto. ¿Usted no intentó calmarlo?
El no estaba enojado, y además cómo voy a tratar de calmar a Rico un rato
antes, Rico ya había mostrado su mal carácter ante los periodistas, cuando se levantó
intempestivamente de la mesa en la que comía para increparlos con un: Siempre tan
desesperados y confundidos.
otras voces |
Asociación
Periodistas
Expresamos el más enérgico repudio a las amenazas y los insultos del ministro
de Seguridad bonaerense, Aldo Rico, contra un grupo de reporteros gráficos. Esta no es la
primera ocasión que Rico aprovecha para descalificar a la prensa. Basta recordar que hace
apenas dos semanas calificó a los integrantes del diario Clarín de mentirosos y
miserables, enojado por una nota del matutino.
Graciela F. Meijide*
Rico ni siquiera percibe la enorme responsabilidad que tiene ante los ojos de todo el
país. En ninguna ocasión corresponde la amenaza, pero el lugar que eligió (Pinamar)
hace la situación particularmente siniestra, por las connotaciones que tiene la muerte de
José Luis Cabezas.
* Ministra de Desarrollo Social.
Nelson Castro*
Repudiable. Esa es la palabra que le cabe a la amenaza de Rico. Me parece una brutalidad,
un hecho lamentable. No me sorprende de Rico, pero es imperdonable y su disculpa de ayer
fue claramente a instancias de Ruckauf. Considero que el gobernador le debería haber
pedido la renuncia.
* Periodista.
Leopoldo Moreau*
Tarde o temprano, más temprano que tarde, iba a quedar en evidencia el error que
significó la designación de Rico como ministro de Seguridad de nuestra provincia. En
primer lugar, porque se trata de alguien que cree que todo problema o conflicto sólo
puede resolverse a través de la violencia física o verbal, y en segundo lugar porque su
figura y sus métodos impiden un consenso que es condición básica para abordar el
problema de la seguridad que, precisamente, debería ser tratado como una cuestión de
Estado.
* Senador nacional por la provincia de Buenos Aires.
Utpba*
Repudiamos enérgicamente las amenazas efectuadas por el ministro de Seguridad bonaerense,
Aldo Rico, contra tres reporteros gráficos y un periodista que se encontraban cubriendo
su visita a la ciudad de Pinamar. El condenable episodio no hace más que remarcar la
continuidad de una política de ataque al periodismo y al derecho a la información de una
sociedad, que agrega a su preocupación el hecho del lugar de la amenaza (Pinamar) y los
destinatarios (reporteros gráficos).
* Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires. |
La tormentosa relación del Ñato
con la prensa
Por Laura Vales
Suponer que Aldo Rico tiene una particular
mala relación con la prensa sería una injusticia para el resto de la humanidad. Lo saben
los discapacitados de San Miguel que alguna vez osaron esperarlo en la puerta del
municipio para plantearle algún reclamo, tildados por el ex teniente coronel de
vagos y haraganes; los médicos del Hospital Larcade, a los que calificó de
horda de roja de desarrapados; los políticos de la oposición, de los que le
gusta pregonar que le dan lástima, y las mujeres de la Alianza a quienes
dedicó el piropo de guarangas y con cara de malqueridas. Pero en los años
que lleva de político profesional Rico ha dado muestras de que la prensa, además del
inocultable desprecio que genera en él todo aquel que lo importune con discrepancias, le
despierta otro tipo de ansiedades.
El ministro de Seguridad bonaerense tiene antecedentes por enfrentamientos con el
periodismo anteriores a las amenazas contra los fotógrafos en Pinamar, a quienes el
martes espetó si querían las fotos para masturbarse antes de advertirles que
mandaría a la policía para que los persiguiera. Rico prefiere evitar el contacto directo
con los medios y sus conferencias de prensa suelen ser largos monólogos de los que se
retira sin dar tiempo a preguntas incómodas. El problema es cuando no lo logra.
Ustedes son unos miserables bravuconeó frente a Christian Johansen,
periodista del semanario La Hoja a poco de asumir como intendente de San Miguel. La
atropellada dejó a todos con la boca abierta y le evitó responder sobre el pase de una
concejal del PJ a la Alianza.
Juró como ministro de Seguridad bonaerense casi sin hacer declaraciones. Me está
esperando la gente y no los periodistas, fundamentó. Y pocos días más tarde,
enojado porque una nota reveló que había pedido un jeep para pasar revista al personal
de la escuela de policía Juan Vucetich, acusó al semanario Veintidós de dedicarse a
intoxicar las mentes y los espíritus difundiendo hechos tergiversados, deformados,
exagerados o inexistentes.
Durante la toma del hospital Larcade, cuando una patota riquista copó el Concejo
Deliberante de San Miguel y agredió a los ediles de la oposición, Rico dio una
improvisada conferencia de prensa en la que con estilo triunfal resumió el escándalo con
una sola frase: Vinieron a buscar pelea, la tuvieron y perdieron, fue la
explicación sobre la rodilla rota del concejal de la Alianza Julio César Franchino. Y
enfrentó los cuestionamientos con quejas sobre la corporación de prensa. Sus
seguidores convirtieron esa crítica en una amenaza de muerte. La sufrió la periodista
María Luisa Conforte, de Radio Rivadavia, a quien se acercó uno de los patovicas de Rico
para decirle A vos..., mientras se pasaba un dedo por la garganta, en señal
de degüello. Casi al mismo tiempo, otro cronista escuchó a uno de los fornidos custodios
que decía: A esa (por Conforte) hay que bajarla porque pregunta mucho.
OPINION
Rico, el florentino
Por Miguel Bonasso |
La
realidad no suele ser cartesiana (y menos en la Argentina), pero todo indicaría que
empezó la cuenta regresiva de Aldo Rico al frente del estratégico Ministerio de
Seguridad bonaerense. El florentino, como lo llama con fina ironía un experto
en temas policiales, ha ido esta vez demasiado lejos con su exabrupto: amenazar con la
policía, en Pinamar, a reporteros gráficos, cuando el juicio oral vuelve a poner en el
centro de la escena el asesinato de José Luis Cabezas, es una grosería inadmisible aun
para el que ha hecho de la bestialidad un modo de vida. Y así se lo hizo notar, con
dureza y rápidos reflejos, el gobernador Carlos Ruckauf. Que ideológicamente puede ser
tan autoritario como Rico, pero es un político pragmático e inteligente que no desconoce
el poder de los medios en la era de la democracia globalizada. Aunque Ruckauf confirmó a
Rico al frente del Ministerio, no se privó de anunciar que le había dado un ultimátum:
debía perseguir a los delincuentes y no a periodistas o ciudadanos inocentes. Un segundo
error de ese calibre no será perdonado. Respondiendo, en parte, a sus viejos hábitos
cuarteleros, Rico acató la orden del Jefe y pidió perdón de mala gana y con gruñidos,
pero también envió una carta a los medios agraviados donde niega que se haya producido
el diálogo en cuestión y sostiene que todo se debió a un malentendido. Insto a
quien se haya sentido víctima de tal delito (amenazas) recurra a los tribunales a fin de
su correspondiente esclarecimiento. Una autocrítica que no lo es y que prenuncia
futuras tempestades, similares a la ocupación del Hospital de San Miguel durante su
cuestionada intendencia. Para muestra basta un botón del conflicto con los taxistas, a
quienes no quiere recibir y agravia en la memoria de su joven compañero asesinado.
Barricadas y humaredas en la sede de un poder provincial que le ganó las elecciones
prometiendo orden y seguridad no son precisamente cartas que jueguen a favor del
Ñato. Todo esto dará al traste con el asturiano que nunca se
rinde (aunque es especialista en rendiciones), mucho antes de lo que se supone.
Antes de que nada de esto ocurriera, una fuente de inteligencia de la Policía Bonaerense
había confiado a este cronista que Rico no pasa de marzo. A pesar de sus
alianzas con algunos sectores de la Maldita Policía, pesaba en su contra la vieja
desconfianza entre milicos y patas negras que viene de la época
de la última dictadura militar. Cuando perpetraron juntos muchas atrocidades sin por eso
llegar a quererse nunca.
Entre sus duras declaraciones desautorizando a Rico, Ruckauf cometió un nuevo error al
decir que, pese a todo, el ex militar estaba trabajando bien. No hay
evidencias que confirmen este aserto. Salvo las manifestaciones del propio interesado. Que
no es creíble. Las estadísticas de Rico en esta materia suelen ser tramposas: en su
propio feudo de San Miguel dijo en 1998 que la delincuencia había descendido un 42 por
ciento mientras la Suprema Corte de la provincia aseguraba que había aumentado en un 45
por ciento. |
otras voces |
Adepa*
Convivencia civilizada, tolerancia y disposición permanente para rendir cuentas
de sus actos son requisitos indispensables para ejercer la función pública. Todo esto ha
sido duramente avasallado por quien tiene que velar por la seguridad de los bonaerenses.
Ante la magnitud del desatino, y frente a la seguridad de seguir construyendo diariamente
la democracia anhelada, puntualizamos que no son tiempos de malentendidos ni disculpas.
* Asociación de Entidades Periodísticas de la Argentina.
Luis Patti*
Más allá de si existió la amenaza o no, Rico, como ministro, está representando al
gobernador. En ese sentido, enojarse porque le sacan fotos no corresponde. Una de sus
obligaciones es mantener una relación fluida y no enojarse con la prensa. Son las reglas
del juego.
* Intendente de Escobar.
Luis Majul*
Me pareció tan desubicado y repudiable lo que hizo Rico como pertinente la reacción del
gobernador Carlos Ruckauf. Los vaticinios de que Rico iba a estallar tarde o temprano
fueron hechos por un montón de colegas. Fuimos muchos los que dijimos que una persona con
un desequilibrio emocional tan importante no puede tener un cargo tan relevante.
* Periodista.
Argra*
Repudiamos las declaraciones del ministro de Seguridad Aldo Rico y pedimos su renuncia. La
amenaza de mandarles la policía para que los persiga, en Pinamar, en pleno mes de enero,
no sólo recuerda la sombra ominosa de Yabrán, sino que fue hecha en tierras del ex
comisario Gómez, de Prellezo, de Camaratta y Luna.
* Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina. |
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