Por Fernando Cibeira Raúl Alfonsín pisó de nuevo
la Casa Rosada y no fue para una jura o una ceremonia formal. No, por primera vez después
de diez años, ahora como presidente del radicalismo, volvió para participar de un
desayuno de trabajo invitado por Fernando de la Rúa, el hombre del partido radical que,
como él, le ganó al peronismo. El llamado surgió como respuesta a los gestos de apoyo
que ambos se han venido prodigando, el último de ellos un documento que firmó el lunes
la conducción de la Alianza, del cual Alfonsín fue el motor. Luego del encuentro, el ex
presidente siguió dando muestras de respaldo a la gestión delarruista. Dijo que la
reforma impositiva era progresista y progresiva y que sólo afectará al
0,2 o 0,3 por ciento de los precios de la canasta familiar.
Está todo cambiado, se extrañó Alfonsín cuando De la Rúa lo llevó a
visitar su despacho. El ex presidente notó cuánto había modificado la estructura y el
mantenimiento del lugar durante la década de menemismo. Alfonsín encontró en otro
despacho el que fuera su escritorio de trabajo. Ayer, desde Gobierno se informó que ese
escritorio que también usó Arturo Illia había sido devuelto al despacho
presidencial desde el Museo de la Casa de Gobierno. Ocurre que De la Rúa consideró el
escritorio que heredó de Carlos Menem muy pequeño para trabajar cómodamente.
Más allá del minitour, hubo una reunión en la que se conversó sobre el agitado primer
mes del gobierno de la Alianza. De la Rúa y Alfonsín hicieron un repaso de cada uno de
los temas de la agenda del Gobierno. El ex presidente sólo marcó, como al pasar, la
necesidad de apoyar con medidas concretas el desarrollo a las pequeñas y medianas
empresas (pymes) y la de acercar la gestión de Gobierno a la gente. Los dos coincidieron
que la semana pasada había dejado un saldo muy favorable con el levantamiento de la Carpa
Blanca y la aprobación de la ley de Presupuesto. Del encuentro participó también el
jefe de Gabinete, Rodolfo Terragno, quien le anticipó a Alfonsín los lineamientos de su
Plan Bicentenario, un proyecto que aspira a colocar a la Argentina al nivel de
los países desarrollados en el año 2010. Luego pasó el ministro de Economía, José
Luis Machinea, quien anticipó lo que diría a la tarde en conferencia de prensa. Las
evaluaciones optimistas del ministro incluían su conclusión de que la recesión terminó
y que el crecimiento del PBI para este año tendrá un piso del 4 por ciento.
Al salir de la Rosada, el ex presidente siguió la misma línea de resuelto apoyo al
Gobierno del documento aliancista. El lunes, por inspiración de Alfonsín y del líder
del Frepaso, Carlos Chacho Alvarez, la conducción política de los partidos
que componen la Alianza suscribieron un comunicado en defensa de lo realizado hasta el
momento por De la Rúa, incluso ensalzando la cuestionada reforma impositiva. Al otro
día, el Presidente levantó el teléfono para invitar a Alfonsín, el primer gesto de ese
tenor que realiza desde que el ex presidente asumió la jefatura del radicalismo.
La relación entre De la Rúa y Alfonsín aunque respetuosa nunca fue de total
confianza. Incluso en el entorno delarruista siempre imaginaron la llegada del ex
presidente a la conducción radical como un potencial foco de conflicto. Pero, hasta
ahora, los gestos de Alfonsín han sido amistosos. Sabe que De la Rúa tiene otro
estilo, pero no evalúa nada mal el comienzo del Gobierno, explicaba un ladero del
ex presidente.
TERRAGNO HABLA DEL PLAN BICENTENARIO DEL 2010
Para que Argentina sea Suecia
Por F.C.
Fernando
de la Rúa ya tiene su propio Quinquenal. Y, para no ser menos, lo calculó por el doble
de tiempo, de acá a diez años. El encargado de darle marco al Plan
Bicentenario es el jefe de Gabinete, Rodolfo Terragno, quien indicó que el objetivo
del proyecto es que Argentina llegue a los 200 años de la Revolución de Mayo como
un país desarrollado, económica y socialmente. La meta del plan es que los
argentinos alcancen un ingreso similar al que hoy muestran los países desarrollados, con
un promedio de 25.500 dólares anuales. Actualmente, el ingreso per cápita del país es
de 8.970 pesos.
La intención del gobierno es escaparle a la urgencia del momento y plantear para el
futuro un proyecto de desarrollo integral. Tenemos que demostrar que no llegamos al
poder sólo para administrar la crisis que nos dejó el gobierno anterior,
coincidieron ayer en el encuentro que De la Rúa, Terragno y Raúl Alfonsín mantuvieron
temprano en la Casa Rosada.
En rigor, el plan todavía es una idea. Habrá un primer lanzamiento del proyecto en
marzo, cuando se precisen las premisas que se intentarán alcanzar y se designe un consejo
de expertos que se dedicarán a profundizar las medidas que deberán aplicarse para llegar
a las metas trazadas hasta el 2010.
En cuanto a las premisas generales, el Plan Bicentenario que centralizará el
ministerio de Terragno contemplará:
u Una asociación de esfuerzos públicos y privados para que las empresas
locales alcancen un nivel de producción superior.
u La convocatoria de todas las áreas del Ejecutivo nacional y las provincias, para
consensuar una política común.
u El desarrollo de nuevas ventajas competitivas y la apertura de
mercados externos para reposicionar el país dentro de la economía mundial
globalizada.
u La prioridad es desarrollar las tecnologías aplicadas a la producción.
Terragno sostiene que el desarrollo espontáneo no existe, por lo que la
Jefatura de Gabinete apelará a la experiencia de todos los países industrializados para
fundamentar la necesidad de elaborar el plan.
Terragno acompañó el plan con un cuadro comparativo entre los promedios de ingresos de
los países de alto ingreso y la Argentina. Algunas cifras son desesperanzadoras. Por
ejemplo, en la Argentina existe un PBI promedio en cuanto al índice de Desarrollo Humano
de 6.130 dólares frente a los 23.999 de los países de alto desarrollo.
Por la noche, en la Jefatura de Gabinete aceptaban que el plan apuntaba a metas muy
ambiciosas dentro de un contexto de crisis, pero que no eran descabelladas. El
objetivo es llevar a la Argentina, al menos al piso de lo que se percibe en los países de
alto ingreso, lo que hoy vendrían a representar los países escandinavos y
Portugal, se explicaba. Con todo, en Gobierno se preocupaban luego de aclarar que no
iba a ser necesario que los argentinos esperaran 10 años para vivir mejor, sino que eran
metas que se alcanzarían en forma progresiva.
Quedaba en pie el interrogante sobre el por qué del período 10 años. Si lo
hacíamos de 8 años iba a quedar como un plan meramente reeleccionista y esa no era la
intención, sostenían cerca de Terragno. Con los 10 años queda claro que
pretendemos impulsar un proyecto que supere los gobiernos y que involucre a todos los
sectores del país. Ahora, más de 10 años ya nos parecía poco realista, agregaba.
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