La Justicia
abrió un nuevo debate acerca de la validez de las leyes de Obediencia Debida y Punto
Final. La Sala II de la Cámara Federal solicitó a Federico Gómez Miranda hijo del
desaparecido Conrado Gómez que fundamente por escrito la impugnación de las normas
que realizó oralmente el mes pasado a través del abogado Eduardo Barcesat en una causa
en la que está involucrado el ex marino Alfredo Astiz. El patrocinante de Gómez Miranda
argumentó que las leyes son inconstitucionales y nulas por ser contrarias a los pactos
internacionales sobre derechos humanos y por haber sido sancionadas a punta de
pistola.
Conrado Gómez fue detenido el 10 de enero de 1977 en Buenos Aires, en un procedimiento
que se extendió desde las 10 de la mañana hasta las 4 de la tarde. Gómez era abogado y
miembro de una sociedad cuyas tierras y bienes fueron robadas por el dictador Emilio
Eduardo Massera y su familia. Después de su secuestro, Gómez fue visto en el centro
clandestino de detención que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).
La causa en la que fue planteada la inconstitucionalidad y la nulidad de las leyes de
perdón fue iniciada a raíz de las declaraciones formuladas por el ex marino Alfredo
Astiz en enero de 1998 a la revista trespuntos. Allí, Astiz aseguró que era el
hombre mejor preparado para matar políticos o periodistas y que todos los
días vienen camaradas a pedirme que encabece una sublevación. Estas expresiones le
valieron más de una decena de denuncias por apología del delito y amenazas, además de
provocar que le dieran de baja en la Armada. Gómez Miranda también lo acusó por la
desaparición de su padre y pidió que el proceso sea caratulado como
genocidio.
La impugnación de las llamadas leyes de impunidad que en 1986 y 1987 posibilitaron
la libertad de cientos de represores fue presentada ante el juez federal Gustavo
Literas, quien tuvo a su cargo el caso en primera instancia. El magistrado desestimó la
solicitud hecha por Gómez Miranda y su abogado, quienes apelaron a la Cámara. El mes
pasado, Barcesat hizo una presentación oral por el mismo tema ante la Sala II de la
Cámara Federal porteña. Ahora, el tribunal integrado por Eduardo Luraschi, Horacio
Cattani y Martín Irurzun solicitó que los argumentos sean expuestos por escrito ya
que, antes de dar su veredicto, un fiscal debe opinar.
En la fundamentación acerca de la inconstitucionalidad y nulidad de las leyes de
Obediencia Debida y Punto Final Barcesat argumentará que el nacimiento de una ley
de la nación no puede ser la consumación de un delito y que estas normas fueron
obtenidas a punta de pistola para consumar una rebelión. El abogado también
recordará, como lo hizo en su informe oral ante los camaristas, que las leyes fueron
descalificadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Comisión
de Seguimiento del Pacto de Derechos Civiles y Políticos de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU) por ser contrarias a los convenios internacionales sobre derechos
humanos. La querella, además, solicitará que Astiz sea juzgado por genocidio en
aplicación de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio,
suscripto por la Argentina en 1956. Si este planteo es aceptado, podrían sumarse como
imputados a este proceso los demás responsables de violaciones a los derechos humanos
durante la última dictadura. La apertura de un juicio por genocidio en el país haría
peligrar el juicio que lleva el juez Baltasar Garzón en España.
El debate sobre la validez de las llamadas leyes de impunidad se reabrió a principios de
1998 cuando seis diputados del Frepaso presentaron un proyecto para que las normas sean
anuladas por el Congreso. Finalmente, las leyes fueron derogadas, lo que no modificó la
situación de quienes habían sido beneficiados por ellas. Pero un tribunal puede declarar
su inconstitucionalidad y los represores podrían ser juzgados.
ALFONSIN ESTUVO CON DE LA RUA EN LA ROSADA
El pedido de Garzón es un dislate
Es un
dislate, dijo ayer el ex presidente Raúl Alfonsín, fiel a su posición refractaria
sobre el proceso contra represores argentinos que investiga en España el juez Baltasar
Garzón. Las leyes argentinas están por encima de la aplicación de una
legislación extranjera, remarcó. Así manifestaba su rechazo, tal como lo viene
haciendo el Gobierno, al pedido de captura contra 48 militares y ex militares, policías y
un civil que libró la justicia española. Esa solicitud es analizada por el juez Gustavo
Literas, quien salió a aclarar que no sufre presiones políticas de ningún
tipo.
Dije en su momento que buscar un procesamiento en España de gente que está
procesada acá es un dislate, insistió el actual jefe de la UCR después de
reunirse con el presidente Fernando de la Rúa. El pedido de Garzón difícilmente
pueda prosperar, volvió a manifestar el ministro de Justicia, Ricardo Gil Lavedra,
sintetizando la posición del Gobierno. Se está pidiendo la aplicación de la
jurisdicción española a hechos ocurridos en la Argentina, que han sido juzgados o están
siendo juzgados por la ley argentina, sostuvo. Y remató: Nuestra primera
misión es defender la Constitución argentina y las leyes argentinas.
La orden de captura con fines de extradición contra 48 represores surge de un auto de
procesamiento firmado por Garzón el 2 de noviembre. Al recibirla a comienzos de esta
semana, el ministro del Interior, Federico Storani, la giró a Literas, el juez de turno
en los tribunales federales.
En principio, el magistrado evaluó que la solicitud del juez de la Audiencia Nacional de
España estaba incompleta según los requisitos que estipula el tratado de asistencia
judicial entre la Argentina y España. No hablé ni de rechazo ni de
cuestionamiento, aclaró Literas en referencia a interpretaciones que había hecho
públicamente hasta el propio De la Rúa. El gobierno argentino puede tener
tranquilamente su opinión sobre el tema, acotó el magistrado. Una vez que obtenga
los datos faltantes (delitos que se le imputan a cada represor, datos personales,
paradero, sellos, entre otros), resolverá la viabilidad del arresto
preventivo.
Garzón, quien logró la detención del dictador chileno Augusto Pinochet, tiene un mes de
plazo para contestarle a Literas con nueva información sobre los procesados, entre
quienes figuran Jorge Rafael Videla y Leopoldo Galtieri, Emilio Massera, Domingo Bussi,
Carlos Suárez Mason, Alfredo Astiz, Antonio Pernías y Luciano Benjamín Menéndez.
Nora Cortiñas, presidenta de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, protestó:
El Gobierno tiene que reaccionar y no es posible que para un hecho de esta magnitud
que acá se ha cometido, ese crimen de lesa humanidad, se esté dando vueltas para aceptar
este juicio, que es para nosotros tan importante.
El diputado socialista Jorge Rivas, que el año pasado junto con Alfredo Bravo denunció a
Carlos Menem por haber firmado un decreto que negaba colaboración a Garzón, planteó:
Es correcto, desde el punto de vista formal, que se expida la Justicia. Pero es
incorrecto que el Gobierno adelante opiniones sobre cómo debería expedirse el Poder
Judicial. Según Rivas, se dan los requisitos para que la extradición proceda
no sólo por el tratado de extradición sino por el tratado bilateral. El tema
no es tan sencillo. Por ejemplo, hablan de que debe prevalecer la ley argentina y, sin
embargo, la Corte en dos casos ha hecho prevalecer el derecho internacional.
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