Página/12
fue el primer medio que denunció, 48 horas después del asesinato de José Luis Cabezas,
que en el crimen actuó una banda de policías que contrataron a un grupito de ladrones en
la zona de La Plata. Aquello no fue una profecía, sino que partió de información
interna surgida de hombres de la propia Bonaerense.
El relato de ayer de Horacio Braga vuelve a
poner el acento en el carácter netamente policial del asesinato, algo que no se
investigó ni en lo más mínimo durante la instrucción. Ya se sabe que "policía no
investiga policía" e, insólitamente, la pesquisa del caso Cabezas fue puesta en
manos de la Bonaerense.
Sin embargo, Braga intentó ayer pintar el
asesinato como una pequeña patoteada que salió mal, protagonizada por una banda en la
que había únicamente un policía loco y cuatro ladrones, con problemas de drogas y
alcohol.
La realidad del crimen es opuesta:
* A la una de la mañana, cuatro horas antes del secuestro, compraron el combustible con
el que después quemarían el cadáver. Es decir que el asesinato estaba planeado.
* Actuaron a cara descubierta, a pesar de que Prellezo y también Los Horneros pasaban
buena parte de la temporada en la Costa.
* Le dieron al fotógrafo una paliza tremenda.
* Se movieron sin demasiadas trabas por la ciudad.
* Le pegaron a Cabezas dos --o tres-- tiros en la nuca.
* Le dejaron puestas las esposas después de muerto.
* Quemaron el cuerpo.
* Actuaron numerosos hombres en distintos vehículos.
* Dejaron el cadáver en el camino por el que Duhalde pasó un rato más tarde.
Más que una pequeña patoteada, el crimen
fue un mensaje mafioso, seguramente de la gigantesca organización policial que controlaba
buena parte del delito --robos, tráfico de drogas, piratas del asfalto, arreglo con los
delincuentes y muchos otros-- tanto en Pinamar como en el resto de la provincia. Si
hubiera sido una patoteada que salió mal, los policías y ladrones reacomodaban
rápidamente las cosas y hubieran presentado todo como un robo. O enterraban el cuerpo
como hicieron con el albañil Andrés Núñez o el estudiante Miguel Bru, haciéndolo
desaparecer durante meses.
Lo que ayer dijo Braga responde a los
acuerdos que sus abogados hicieron con Eduardo Duhalde primero --para exculpar a la
Bonaerense-- y con la familia Yabrán después, para darles el empujón final a las pocas
pruebas que existen contra el jefe de custodia Gregorio Ríos.
La consigna parece ser: "acá nadie mató a Cabezas, fue
un error". El crimen sólo fue responsabilidad de cuatro ladrones que supuestamente
tienen el cerebro afectado por las drogas y un policía que es un "psicópata".
Fue un asesinato sin jefe, sin que nadie diera la orden, sin organización detrás. Un
crimen mafioso, sin mafia. |