Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


CONVOCARAN A UN CONCURSO DE IDEAS
PARA RECICLAR 106 HECTAREAS EN DARSENA SUR
En busca del nuevo Puerto Madero

La zona, entre la ex Ciudad Deportiva de Boca y Dársena Sur, tiene hoy depósitos de chatarra naval y galpones abandonados. Se busca erigir allí viviendas, oficinas, complejos culturales y centros de actividades náuticas. Será una continuidad de Puerto Madero, pero con más espacios públicos.

na17fo01.jpg (11556 bytes)
El proyecto permitiría recuperar el río, pero los especialistas advierten sobre la contaminación.

Por Eduardo Videla

t.gif (862 bytes)  Con el estímulo del vertiginoso crecimiento de Puerto Madero, la ciudad quiere seguir creciendo hacia el sur, en busca del río perdido. El gobierno porteño dará este año el primer paso para recuperar unas 106 hectáreas ubicadas entre la Dársena Sur y la ex Ciudad Deportiva de Boca, desde la calle Brasil hasta la desembocadura del Riachuelo. Allí se levantan hoy depósitos de chatarra naval y contenedores, galpones abandonados y edificios de organismos estatales que quedaron inmensos para una actividad menor. El Gobierno convocará a un concurso de ideas para reciclar ese sector, donde podrían convivir junto a los edificios públicos, viviendas, oficinas, complejos culturales y centros para actividades náuticas. Este año también comenzará la recuperación de unas 110 hectáreas, para convertir los actuales galpones y playas de maniobras ferroviarias en espacios verdes e instalaciones para uso público (ver nota aparte). Puerto Madero cambió en cuerpo y alma en menos de una década. Un lapso similar se estima que demorará modificar el sector portuario del sur, desde hace décadas abandonado a su suerte. Ese lugar virtualmente vedado al porteño común es un reducto de astilleros ya desactivados y enormes edificios de la Armada o la Administración de Puertos, cuya actividad se redujo con el Estado a su mínima expresión. “El objetivo es incorporar esta zona al diseño de la ciudad”, dijo a Página/12 el secretario de Planeamiento Urbano porteño, Enrique García Espil. Las 106 hectáreas del Puerto Sur comienzan en la Avenida España y Brasil. Allí la Costanera se angosta cuando bordea la Ciudad Deportiva, por un lado, y los astilleros Domecq García y Tandanor, por el otro, hasta morir en la mole gris de la Central Costanera, que genera energía eléctrica al tiempo que ventila columnas de humo negro desde sus chimeneas.Una calle empedrada y sinuosa recorre por adentro el arrabal portuario. Entre baldíos de la Administración General de Puertos, donde se almacenan restos de viejos barcos y maquinarias convertidos en chatarra oxidada, se levanta la mole de cemento del Departamento Suministro de la Armada, apenas ocupado por un puñado de empleados. Enfrente, unas viejas construcciones de chapa de la Secretaría de Minería de la Nación quedan como vestigio de un país que ya no existe. Allí conviven además las empresas Impsat (comunicaciones) y Ferroport (depósito fiscal), un Helipuerto de la Policía Federal y el Servicio de Hidrografía Naval. El empedrado termina en la Escuela Nacional Fluvial, que formó generaciones de marinos mercantes, y donde hoy sólo se agitan fantasmas. “La idea es que la zona sea una continuidad de Puerto Madero, pero con mayor proporción de espacio para el uso público”, sostiene García Espil. En efecto, en Puerto Madero, un 52 por ciento de la superficie fue destinada al uso público, mientras que en el sector de la Dársena Sur, esa proporción se prevé elevar a un 62 por ciento. Aunque todo depende de las propuestas en el concurso de ideas.Para el urbanista David Kullok, hasta ahora, el futuro de la Península Sur del puerto de Buenos Aires es “un gran signo de interrogación, debido a la gran cantidad de usos que se dan en esa zona”. “Se trata de una zona de una calidad muy importante, por estar ubicada en el litoral, junto al río. Pero tiene el problema de estar totalmente tapada por la contaminación del Riachuelo, que será imprescindible sanear”, dijo el especialista a Página/12. Según Kullok, antes de convocar a un concurso de ideas, debería quedar definido el perfil de la zona en el Plan Urbano Ambiental, que está siendo elaborado por una comisión ad hoc.Jorge Iribarne, de la conducción de la Sociedad Central de Arquitectos (SCA), imagina la posible reutilización de las construcciones en desuso, que “están abandonadas pero no deterioradas”, y que “pueden recuperarse como espacios recreativos”. “Se trata de un lugar muy atractivo para la ciudad, con construcciones que datan de principios de siglo, como eledificio del Senasa”, describió. Según Iribarne, existieron contactos informales con la intención de instalar en la zona una filial local del Museo Guggenheim, de Nueva York, y las ferias de Barcelona y de Milán. “Los viejos astilleros Domecq o Tandanor Sur son ideales para un emprendimiento de ese tipo”, resaltó.Julio Kesselman, ex titular de la SCA, reclamó que “en primer lugar, el futuro barrio debe guardar coherencia con lo que se está construyendo enfrente, en Puerto Madero”. “Además –agregó–, debe actuar como un polo de desarrollo para La Boca.” Según Kesselman, hay que mantener el valor patrimonial de los edificios existentes, que se pueden reciclar para el funcionamiento de centros comerciales o culturales. Pero lo principal es que la recuperación de la zona “sirva para eliminar una barrera urbana que tapona al río”. En forma paralela al concurso de ideas, el Gobierno encarará como primer paso la extensión de la Avenida Costanera. Pero, además, deberá mejorar el acceso a la zona, hoy restringida a la angostura de la calle Brasil. En cuanto a los objetivos para la zona, está previsto desde el funcionamiento de oficinas hasta la construcción de torres, centros de espectáculos y el desarrollo de actividades náuticas.

 


 

PLANES PARA LAS PLAYAS DE MANIOBRAS DE FF.CC.
Los futuros espacios verdes

Por E.V.

t.gif (862 bytes) Las controvertidas playas de maniobras de los ferrocarriles, que el menemismo intentó convertir en emprendimientos inmobiliarios, serán transformadas en espacios verdes. Como puntapié inicial, el gobierno porteño convocará en las próximas semanas a un concurso de ideas para reciclar las 14 hectáreas ubicadas en el barrio de Caballito, junto a la cancha de Ferro Carril Oeste, donde hoy hay terrenos y vías sin uso, y galpones que en muchos casos se encuentran abandonados. En total, se trata de 110 hectáreas ubicadas en distintos barrios porteños: además de Caballito, Liniers, Colegiales, Palermo, Pompeya, Paternal, La Boca y Barracas. Los terrenos son propiedad del Ente Nacional de Administración de Bienes Ferroviarios (Enabief). Las 14 hectáreas de Caballito están ubicadas entre las calles Donato Alvarez, Avellaneda, Martín de Gainza y Yerbal. Allí hay terrenos baldíos y galpones abandonados pero también instalaciones que fueron concesionadas a particulares. Ese será el primer punto que se incluirá en la convocatoria a un concurso de ideas.“Para dar este paso, esperamos que el Ejecutivo nacional designe las nuevas autoridades del Enabief. Con ellos tenemos que conversar sobre la transferencia de esas tierras a la ciudad”, dijo a Página/12 el secretario de Planeamiento Urbano, Enrique García Espil. El gobierno porteño confía en que ahora será más fácil negociar el futuro de esos lugares con una administración del mismo signo político.Durante la gestión de Carlos Menem, el Enabief impulsó una política de concesión y venta de los espacios remanentes de las privatizaciones. El último intento fue en octubre de 1997, cuando Menem desafectó por decreto las playas ferroviarias para su posterior urbanización. La venta nunca se llevó a cabo y el proyecto terminó de naufragar el año pasado, cuando la Legislatura les cambió la zonificación a esas áreas: de Urbanización Futura (UF) pasaron a ser Urbanización Parque (UP), por lo que allí, cuando se apruebe el nuevo Código de Planeamiento Urbano, sólo podrá haber espacios verdes y equipamiento de uso público. El predio de Caballito tiene su propia historia. Los vecinos de la zona primero tuvieron que pelear contra el funcionamiento de dos cementeras, que fueron cerradas por la comuna, y luego se opusieron a la propuesta para construir un complejo de torres. El llamado a concurso de ideas apunta a evaluar proyectos para la recuperación de esas áreas. El gobierno porteño se encuentra elaborando las bases del concurso, que contemplarán, además de los espacios verdes, “algún equipamiento de uso público, para la práctica de deportes o actividades culturales o para el funcionamiento de un Centro de Gestión y Participación”, explicó García Espil.Además de las 14 hectáreas de Caballito se incluirán en el proyecto 9 hectáreas en Colegiales, 10 en La Paternal, 7 en Nueva Pompeya, 6 en Pacífico, 15 en Casa Amarilla (en La Boca), 13 en la Estación Buenos Aires (Barracas) y otro tanto en el barrio de Liniers.

 

Un crecimiento vertiginoso

Puerto Madero era hace 10 años una hilera de docks inhóspitos y diques abandonados. Lejos de ser un barrio, fue un sector del puerto a la deriva, desde que fue desactivado, a principios de siglo, y se convirtió en un muro que separó a la ciudad del río. Hoy no sólo se integró al paisaje de Buenos Aires sino que no para de crecer: para este año está prevista la construcción de un hotel cinco estrellas, un centro de convenciones, tres edificios de oficinas y un museo, en el sector este, del otro lado de los diques. Y para el 2002 se prevé la inauguración de las dos torres gemelas El Faro, de 170 metros de altura y 45 pisos, que serán las más altas de la Argentina.Emblema del menemismo, Puerto Madero fue a la vez un lugar público pero exclusivo: es una de las plazas inmobiliarias más caras de la ciudad y centro de los restaurantes más distinguidos. El 95 por ciento de sus 170 hectáreas ya fue vendido. En el barrio se abrieron nuevas calles, que ya quedaron chicas para tanta afluencia de tránsito. Y no hay un adecuado servicio de transporte público de pasajeros.

 

PRINCIPAL