Los
contactos informales se mantienen y los negociadores siguen en la ciudad
norteamericana de Shepherdstown. Pero lo cierto es que las conversaciones entre Siria e
Israel están nuevamente a punto de volar por los aires. Después de haber acordado la
formación de cuatro comisiones para discutir los espinosos temas del trazado de
fronteras, seguridad, recursos hídricos y normalización de relaciones, ayer fueron
suspendidos todos los encuentros formales entre los delegados de ambos países. La causa:
Siria había amenazado con patear el tablero si Israel se niega a tratar primero la
cuestión del trazado de límites ante la eventual retirada israelí de la meseta del
Golán. Pero Israel reclama antes garantías de que Damasco mantendrá los niveles de
seguridad necesarios para impedir ataques terroristas en Jerusalén. En medio de la
crisis, el presidente Bill Clinton viajó a Shepherdstown por tercera vez en cuatro días.
El miércoles, las comisiones de relaciones y recursos hídricos tuvieron su encuentro
inaugural. Ayer era el turno de las comisiones más conflictivas, y el conflicto surgió:
No hubo ninguna reunión, reconoció el vocero del Departamento de Estado
norteamericano, James Rubin. Según fuentes diplomáticas citadas ayer por la televisión
oficial siria, la delegación volvería hoy a su país si las conversaciones siguen
congeladas. El enésimo bloqueo de las negociaciones fue reconocido al más alto nivel
después de la reunión entre la secretaria de Estado, Madeleine Albright, y el canciller
sirio Faruk al-Shara, en la que quedó claro que Damasco quiere centrar la atención de la
mini-cumbre en la devolución de los Altos del Golán, ocupados por Israel en
1967 durante la Guerra de los Seis Días y anexados en 1981. La disputa fronteriza afecta
además a otro de los temas estratégicos en disputa: una diferencia de pocos kilómetros
definiría el acceso de ambos países al Lago Tiberíades, actualmente una de las
principales fuentes hídricas de Israel. En Damasco, el diario oficial Al Baaz denunció
ayer que los negociadores israelíes siguen recurriendo a trucos y métodos
engañosos para quedarse con la tierra y alcanzar la paz al mismo tiempo. En Israel,
la presión también avivó el fuego entre los delegados reunidos en Shepherdstown. El
presidente del partido ultraortodoxo Shas envió una carta al premier israelí, Ehud
Barak, advirtiéndole que las negociaciones se están llevando de una manera que
hace difícil pedir al pueblo su aprobación. El dato no es menor si se tiene en
cuenta que Shas con 17 de los 68 diputados de la coalición gobernante liderada por
el laborismo amenazó semanas atrás con abandonar la alianza y hacerle perder la
mayoría en el Parlamento. Pero Barak parece dispuesto a seguir adelante con su política
de paz en todos los frentes: ayer reiteró que muy pronto cumplirá otra de
sus promesas de campaña y someterá a votación popular el acuerdo al que llegue con
Siria, si es que llega a alguno. Por lo pronto, el eventual acuerdo recibió un
espaldarazo cuando un vocero del Pentágono, el contraalmirante Craig Quigley, aseguró
ayer que el organismo está dispuesto a contraer compromisos sustanciales para
garantizar la seguridad del país si se llega a un acuerdo de paz con Siria. Mientras las
conversaciones a nivel formal parecen haberse congelado, la relación entre los
periodistas sirios e israelíes apostados en Shepherdstown marcó el punto más caliente
de la jornada de ayer. El centro de prensa armado en la sede de las negociaciones está
claramente demarcado: igual cantidad de mesas para ambos grupos, separados por una
zona neutral de periodistas de otros países. El incidente se produjo cuando
la enviada del Jerusalem Post ocupó territorio sirio: un corresponsal del diario árabe
Al Jaiat la denunció y reclamó su expulsión. Minutos después, la periodista israelí
inició la retirada. La mediación, por supuesto, corrió a cargo de las autoridades
norteamericanas.
LA VICTORIA FINAL SOBRE CHECHENIA SE COMPLICA
Nunca te prometí un jardín de rosas
El ex
presidente ruso Boris Yeltsin declaró ayer, en su visita a Tierra Santa para la Navidad
ortodoxa, que la guerra continuará en Chechenia dos meses más y que luego habrá paz en
la región. La guerra durará unos dos meses, luego habrá paz allí y la bandera
rusa ondeará sobre Chechenia, eso es lo que quieren los chechenos, resumió Yeltsin
en Jerusalén. El mismo día dijo que la guerra iba a durar un mes. Pero ayer trascendió
por primera vez de fuentes militares rusas que los combates contra los independentistas de
la república caucásica de Chechenia generan progresivamente más víctimas rusas. El
Ministerio de Exteriores ruso afirmó que la lista oficial de pérdidas humanas incluye a
2 muertos y a 7 heridos en las últimas veinticuatro horas en todos los frentes de combate
en Chechenia.De esta manera, las cifras reconocidas oficialmente hasta ahora ascienden a
546 muertos y 1500 heridos, desde el comienzo de los enfrentamientos en setiembre. Por
otra parte, el Ministerio del Interior ruso, que tiene sus propias fuerzas especiales en
Chechenia, contabilizó 39 muertos y 388 heridos. Pero los analistas coinciden en que el
Kremlin está dando cifras menores para no perder el apoyo popular por la campaña en la
república separatista. Los chechenos hablan de 1000 soldados rusos muertos al término de
una semana. El ex KGB Vladimir Putin, nombrado en agosto pasado por Boris Yeltsin como
premier a la cabeza del gobierno, se convirtió en el personaje preferido de los rusos
gracias a su política de victoria total en la guerra de Chechenia. El partido pro-Kremlin
Unidad, creado la víspera de las elecciones legislativas con el apoyo de Putin, se
adjudicó una inesperada victoria el 19 de diciembre con el 23 por ciento de los votos,
dejando lejos detrás de sí a La Patria-Toda Rusia de otro enérgico ex premier, Yevgueni
Primakov, que sólo consiguió un 13 por ciento. La traición de los
gobernadores rusos de regiones que decidieron aliarse al nuevo presidente interino Putin,
amenaza la candidatura de Primakov para las elecciones presidenciales del 26 de marzo.
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