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Los directores independientes descubrieron el camino más veloz para llegar al espectador esquivando a Hollywood: el ciberespacio. Así lo prueban la treintena de sitios que muestran gratis películas y avances, en un intento por difundir material sin el apoyo de grandes estudios, y que sólo ocasionalmente logra ingresar a festivales. Hasta ahora, el film que mejor concretó la estrategia (y que sirve de ejemplo de lo que es posible alcanzar con una computadora y un manual de marketing) es The Blair Witch Project, una película amateur de bajo presupuesto que se convirtió en una sensación en los cines a partir del rumor generado desde una ingeniosa página web. Y que, claro, tendrá una segunda y tercera parte, a estrenarse esta año y en 2001.Always Independent Films (www.alwaysif.com) es una de las tantas páginas que ofrece más de 375 películas. Lo fundaron dos directores deseosos de promocionar su película, y hartos de ser rechazados por el mainstream de la industria cinematográfica. Desde la apertura, los directores acuden en masa hacia lo que podría ser un nuevo medio de distribución que les permita llegar al público sin escalas. Distribuir películas en la red tiene sus desventajas, sin embargo: la calidad de la imagen es baja y los tiempos de transmisión, excesivamente prolongados. Aún así, algunos expertos predicen que Internet tendrá un gran impacto en la industria cinematográfica, especialmente asociada a la nueva tecnología de video digital, por la que las películas se filman en video digital en vez de película y se editan en computadoras personales. Juntas, la producción digital y la distribución por Internet prometen una abrupta reducción en el costo de producción y distribución de películas, permitiendo una explosión en la realización. Los expertos auguran para el cine un desarrollo similar al que tuvo la música potenciada por Internet. El mundo del cine independiente es la próxima oportunidad para el MP3, declaró Joseph A. Cantwell, vicepresidente ejecutivo de nuevos medios de Bravo Networks, al diario The New York Times. Bravo maneja el Independent Film Channel (disponible en la Argentina como un segmento de programación de la señal de cable I-Sat) y está desarrollando un sitio en Internet para mostrar y vender películas. Los cortometrajes serían los más beneficiados por el sistema online, ya que no todo el mundo estará dispuesto a mirar una película de dos horas en el monitor de su PC.A pesar del impulso que está cobrando el cine independiente en la red, no se ven posibilidades de ganancia inmediata. La mayoría de los sitios no pagan a los directores, que suelen conformarse con que su material se exhiba. Tampoco cobran a los espectadores por ver los films, ya que apuestan a la recaudación publicitaria. Hay algunos proyectos para comercializar estrenos independientes con el sistema pay-per-view en la red, pero nada en concreto todavía. Los que sí trabajan de este modo son los responsables del sitio www.Sightsound.com, que alquilan el derecho a ver una película en la red a un precio similar al de un videoclub. Sin demasiado éxito: su título más solicitado (The perfect 10 model of the year) es requerido 60 veces por mes, menos que una película exitosa en un solo local de Blockbuster. Ese mismo sitio, en abril del año pasado, ofreció la película Pi, que ya había pasado por los cines, que fue vista en la PC por menos de doscientas personas.La mayor ventaja que los realizadores tienen al acceder a Internet es la publicidad. Con alrededor de dos mil dólares se realizan copias en casete de la propia película, se cubren los diseños de portada y se monta un sitio de Internet con vínculo a Amazon.com (la empresa de venta de libros, discos y videos más grande de la red). Aunque la ganancia no cubra los costos de producción de la película, se trabaja un canal de exposición alternativo. No necesitamos más a Hollywood para que 35 millones de personas echen una mirada, declara Sam Sokolow, quien junto a su socio Rob Lobl vendieron ochocientas copias de su primera película a través de la red. No todos comparten su optimismo: aunque algunos directores logran tentar a los estudios desde Internet, la mayoría sigue prefiriendo exhibirsu trabajo en los cines. Si The Blair... probó que es posible, es sólo un caso de los miles que copan diariamente la red con e-mails y páginas promocionando sus películas sin resultado tangible. La democracia digital es, por el momento, poco más que una eficaz herramienta de marketing.
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