Por Susana Viau A pesar de que la
actividad le está expresamente prohibida por la Ley de Defensa de la Democracia, el
Servicio de Inteligencia Naval (SIN) mantiene en pie las estructuras del espionaje
interno. Por si fuera poco, esa tarea la cumple en la actualidad el capitán de navío
Raúl Sánchez, denunciado por el sobreviviente Víctor Basterra como
operativo de la ESMA. Un error en la información publicada en 1984 por el
desaparecido diario La Voz había identificado al oficial como Luis Sánchez. El equívoco
permitió que a fines de 1998 Raúl Sánchez presentara sus pliegos y ascendiera sin
impugnaciones al grado que hoy tiene. Sánchez fue designado en esas funciones por el ex
jefe de la fuerza, almirante Carlos Marrón, para suplantar a Alfredo Astiz, cuya
presencia en el SIN había sido revelada por Página/12. El pie de la foto obtenida por
Basterra en 1982 consignaba que Sánchez operó en la ESMA bajo el nombre de guerra de
Rubén Julio. En 1981, Sánchez o Rubén Julio formó parte de los
GT de la Escuela de Mecánica y antes, de acuerdo al testimonio de Basterra, había
cumplido servicios en el Operativo Independencia, en la provincia de Tucumán. Según las
informaciones obtenidas por Página/12, Sánchez, en su calidad de operativo
de la Escuela de Mecánica de la Armada, era el control de Máximo Nicoletti,
el submarinista montonero pasado a las filas navales. Cooptado por la Armada, Nicoletti
fue entrenador de submarinistas navales y ya en democracia se integró a la
Superbanda, el grupo de pistoleros protagonista de resonantes asaltos a bancos
y blindados. Cuando en junio de 1997 este diario reveló que Astiz se encontraba
cumpliendo actividades para el sector de información de los países
limítrofes del SIN, en tanto otro ex represor de la ESMA, el capitán de fragata
Enrique Peyón actuaba como agente de calle, el almirante Marrón produjo una
purga que, en verdad, sólo fue tal para la opinión pública. El SIN era comandado en
esas fechas por el contraalmirante Roberto Roscoe y su segundo era el capitán de navío
Carlos Daviou, un aviador naval señalado por Adolfo Scilingo como uno de los pilotos de
los vuelos de la muerte. Marrón nombró en reemplazo de Astiz a Raúl
Sánchez, por entonces capitán de fragata. Luego, el infante de marina Sánchez pasó a
inteligencia interior. Desde ese lugar, sostienen las fuentes consultadas, Sánchez
maniobró para proteger las declaraciones que el ex almirante Emilio Massera debió
efectuar ante el juez federal Adolfo Bagnasco. El año pasado obtuvo el acuerdo del Senado
y ascendió a capitán de fragata. Para que esto ocurriera se confabularon dos factores:
el error en el nombre y la actitud más que favorable del presidente de la Comisión, el
senador Jorge Villaverde, alineado en la franja duhaldista del PJ.Debe reconocerse que la
comisión no puso mucho empeño en chequear los antecedentes de los hombres a los que
debía premiar con el ascenso. Uno de ellos fue el capitán de fragata Guillermo Suárez
Mason, hijo del general con apodo ornitológico. El otro aprobado para el grado inmediato
superior fue el capitán de fragata Carlos Piccone, destacado igualmente en el SIN.
Piccone habría colaborado también en actividades de la ESMA hasta que en 1978 fue
destinado a la Base Naval de Puerto Belgrano. En 1986, siendo capitán de corbeta, Piccone
recaló en el octavo piso del Edificio Libertad, donde se encuentra la sede de la Oficina
de Asuntos Jurídicos, encargada de monitorear los casos de los miembros del arma
denunciados por violación a los derechos humanos. Con el pase a retiro del jefe de
Jurídicos, capitán de navío y aviador naval Enrique Isola, Piccone tomó la posta.
Informaciones procedentes de los mismos marinos sindican a Piccone como responsable de los
archivos microfilmados de la ESMA.Algunos de los sobrevivientes de la ESMA intuyen que el
capitán de navío Sánchez podría ser persona idónea para dar noticias de la suerte
corrida por el montonero René Haidar, secuestrado en octubre de 1982
ytrasladado el 28 de diciembre del mismo año en un Skyvan de la Prefectura.
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