Por Alejandra Dandan
Desde Pinamar
Cinantropometría. Uf. El personal trainer medalla de oro
múltiple lo dice sin problemas, acomodado entre la marea penitentes estirada en la
arena. La palabra puede ser el difícil modo de nombrar aquí esa obsesiva búsqueda de un
cuerpo ya no sólo perfecto, sino también sanísimo. Para ser cinántropo el veraneante
sólo deberá prestar las flojeras de su cuerpo a unas pinzas controladas por relojería.
Basta un rato libre, el servicio no se cobra: enseguida se sabrá el peso de huesos,
músculos, vísceras, grasita y la infartante receta de cómo resolver un diagnóstico que
puede ser dramático. Ese cuerpo tostado de verano está este año bajo controles rígidos
en cada balneario de estas costas. La actividad física es el trabajo exigido a un cuerpo
sobre el que recae un mandato tácito: prohibido el descanso. Por eso cada parador
reinventa fórmulas: salidas aeróbicas, recompositores desayunos energéticos, clases de
aerosalsa llenas de adrenalina, pero también actos masivos de yoga en bosques cerrados,
meditación, masajes despachados sobre la arena, o fórmulas contra el mal de cervicales
para mayores de ochenta. La rutina gym pauta el ocio. Alguien acciona un handy. El
monitoreo intenta rastrear al entrenador personal, el capitán del equipo de ocho personal
trainers que atienden este verano en la playa del Signo. El hombre buscado es Eduardo
Ballester, el portador múltiple de medallas tan amarillas como ese sol que ahora estalla
sobre la arena. Sobre ese terreno donde ahora su equipo anda perdiéndose adrede entre el
gentío. El manager da cuenta de una frenética carrera de podios logrados por todos. Cada
uno, dice Ballester, es especialista en lo suyo: tienen los mejores dones para manejar una
escuelita de voley o rugby que por estas playas llevan por sufijo beach.A la hora de la
arena tibiecita, la tropa de las salidas aeróbicas baja las escalinatas de Signo. Son las
diez. Unos veinte aún no saben que tendrán por delante tres kilómetros de avezada
travesía donde la zapatilla tocará varias veces el agua, hasta empaparse. Pero no todo
irá tan mal, el acompañante personal estará ahí para calmar esa irritación del tipo
sopapa bajo el pie o las descompensaciones cardíacas. Ballester pone en concepto su
machaque incisivo: La gente se volcó mucho al ejercicio controlado
-adoctrina, por eso los gimnasios perdieron tanto cliente. Nosotros dosificamos:
administramos bien la cantidad de ejercicio que cada cuerpo necesita.Es ese el
momento exacto en que la máquina cinantrópica entra en juego. Y con ella el experto:
deportólogo, le dicen a él por estas zonas. Está ahí como síntoma más que
signo de temporada. Ahí arrinconado en una cabina consultorio, armada en un
cuadrado de arena. El deportólogo es serio, como esa fila de turistas que busca viernes,
sábados y domingos caer bajos sus enchufes metálicos con el cuerpo echado en la camilla.
Al amparo de una PC y cables conectados al biostandard sistema de
controladores cada uno se lleva su porcentaje graso y un informe completo de
los ejercicios que tu cuerpo necesita.En el hotel del Bosque una mujer responde al
llamado:Hablo por la promoción de Gym.Un minuto, que le doy un turno.María
toma cada día a cargo unas cuantas mujeres encantadas de esa vida natural que Ana busca
repetir, ahora de vacaciones, desde el Studio Playa. Llegó tempranito hoy, que es mañana
nublada. Ahora se agacha, ahora intenta seriamente copiar esos movimientos de pelvis tan
sueltos que hace la profesora y que a su marido le cuestan tanto. El, de riguroso gorro de
paja, está a disgusto: Si hicieran más movimientos masculinos, probablemente me
saldrían mejor, larga. Es el único hombre habitante deesta clase aunque forma
parte de ese colectivo que por aquí prefiere nada de carnes en exceso, sólo una vez por
semana. Porque hay que tratar de mejorar la calidad de vida dice él y
equilibrar esa vida sedentaria que llevamos. Por eso Ana, después de presentar a su
acompañante como licenciado en administración, explica que ella comenzó con el yoga
antes de la moda. Lo busca para armonizar cuerpo y espíritu, que no se
separen.Por delante la caribeña no deja de mover caderas/caderas/y uno y va/y
a ver diosas/bamboleo. La clase queda empapada y la docente recuerda: deben traer el
bidoncito de agua y una lona. Para los target ABC1 fue previsto por aquí una atención
extra: desayuno energético. La forma de nombrarlo fascina a los promotores. Desde Pizza
Banana, Fredy Sluys sirve esos bocados de pulpa de frutas, cereales y todo lo que haga
falta para cuidar la dieta y que todos puedan seguirla, por eso el servicio de vida
sana está pensado para que no dejes tu rutina de ciudad, dice Fredy. Atrás del
hombre de relaciones públicas, la populosa clase de saltos del Indio Cabello está por
comenzar. Es hora de siesta en la ciudad, pero acá la playa arde de gente. Miriam camina
para incorporarse a la tropa que repite en espejo los dictados disparados por el Indio
desde un micrófono. Es su segunda hora diaria de gimnasia, aunque nunca supo que aquella
caminata tempranera resultara lo buena que ahora explica Freddy: El mar en contacto
con el aire discursea el pelado hace que iones entren al cuerpo y purifiquen
la sangre. El trabajo sobre el cuerpo se repite hasta agotarlo. En la playa o en
casas alquiladas por temporada en Cariló. Ahí, el guardavidas de Hemingway
entrenador de tiempo completo en la urbe porteña se debe a sus alumnos de
ciudad emigrados a la fiesta del verano. En las cabañas da defensa personal a dos alumnos
y poco más temprano, antes de ser bañero, puede ser personal trainer de novatos o viejos
conocidos como Mario CQC que yace en estas playas.Yace igual que doña Paulina, 84 años.
Estaba ahí intentando lo de elonguen/elonguen cuando sus cervicales le recordaron eso de
ser tan grande. La opción dictada por la profe de aerosalsa fue evitar abdominales y
mover sólo la colita. Doña Paulina atiende, dice cuánto cuesta levantarse,
lo consigue y chupetea un drink agua pura. Así, tranquila, porque en la ciudad, dice,
tengo vergüenza, no voy y mi hija me dijo vení mamá y yo vine.
Y ahí está. Cinantrópicamente dispuesta.
DESDE UN METEGOL HUMANO AL AJEDREZ EN LA ARENA
Juegos a la orilla del mar
Por A.D.
Ahí
están, guerreando antes del tiempo fuera. El marcador quedó cinco-cero. El chico
pelo rasta él, años 16, procedencia Vicente López está enojado: perdió.
La culpa fue de esos aparatos que te agarran el cuerpo, son muy incómodos. No
hay malhumores hacia dentro del equipo; la derrota queda así adjudicada al sistema de
juego. Después de todo: es la primera vez que juegan, ni siquiera entendían nada cuando
los llamaron para probar el metegol humano. Y sí, es el nuevo invento de estas costas
donde lo lúdico es un reclamo hegemónico. Para rendirle culto cada balneario levanta sus
altares. Los ideólogos del tiempo libre parecen aquí publicistas obstinados en una
fábrica imparable de inventos. Deben imantar a la clientela de estas playas dispuesta a
constituirse en peregrinos si la ficción ocio recreativo se quiebra. Por eso cada
balneario se ha ingeniado para ofrecer su living room, organizar torneos de mesa o regalar
travesías en cuatro ruedas. Siempre todo muy very cool, sino se pierde. El metegol humano
es eje escénico en Pizza Banana. Un megarrectángulo de metegol ocupa 60 metros cuadrado
de arena. Allí dos defensores, dos delanteros y el arquero de cada equipo entra en el
campo, se distribuye y aprende a montarse en esa especie de arnés a la que muchos les
cuesta rellenar. Las reglas aún no se comprenden. En la playa este gran dios mecano exige
a los hombres parálisis idénticas a las figuritas del juego. Pero concede una ventaja
libertaria: todas las patadas están habilitadas.El auspicio funciona allí para reforzar
el carácter de lo lúdico. Los jugadores entrados al campo se vuelven por un rato
estrellas amparadas por cándidas rubiecitas que sabrán recomponer con bebidas incluso a
los perdedores. Y el partido concluye ahí, pero esta trama de juegos encadenados en la
costa es intermitente. Mientras existen promociones de living room en Marbella o clases de
boxeo, una tabla marcada con fibrón anuncia en Cariló que a las 17 PM será el próximo
desafío para padres ajedrecistas. Quedan indicados allí torneos de truco y todo el
despliegue de juegos de mesa de la tarde que funcionan enfrente del salón de lectura. No
hay más indicaciones, sólo los horarios de actividades físicas y algunas sorpresas
inesperadas. Valeria no entiende. Acaban de pasar dos changuitos de supermercado que van
patinando sobre la arena. No podía creerlo cuando lo vi pasar dice, son
para recoger las pesas que se usan en el entrenamiento. La chica señala el chango,
y la marca obvia de uno de esos superauspiciantes del tiempo deportivo en estas playas.
Policías en bicicleta Bicipolicías en Pinamar. A partir de ayer dos hombres de la policía
comenzaron a recorrer a tracción humana las calles céntricas de la ciudad. La tímida
innovación se suma al operativo de seguridad dispuesto desde la provincia que fue
rediseñado por la comisaría local. Este año el operativo en la zona balnearia se hace
con 140 policías, 40 menos que el año pasado. Para el subcomisario Gustavo Peralta la
baja está relacionada con la caída en el índice de incidentes del último año. De
todos modos, los que están se han desperdigado en cada rincón de esta ciudad balnearia:
aún no ha comenzado la estampida de turistas y en algunas playas las siluetas azuladas de
la policía suelen ser más que quienes se echan a tomar sol.Fuera de esta ciudad, en
Villa Gesell, los pobladores de Mar Azul se quejaron ayer por un circuito de control
policía que consideran excesivo. Los operativos de control de vehículos se hacen entre
los médanos aún semipoblados o en el ingreso a la ciudad de Villa Gesell. Allí los
uniformados piden documentos a los jóvenes. Los controles de rutina se repiten hacia el
lado de Pinamar, donde se intensificó el control de velocidad en vehículos de doble
tracción. Según Peralta no se trata de una medida represiva sino preventiva. Las multas
en papeles todavía son pocas porque los infractores por una política de buena
vecindad aún reciben sólo buenos consejos. |
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