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“Europa y Rusia deben unirse para resistir la westernización mundial”

Una refugiada de la guerra de Chechenia en Ingushetia, rodeada de barricadas de bolsas de arena.
“El conflicto fue fomentado por la globalización, para debilitar a Rusia”, dice Zinoviev.

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Página/12 en Francia
Por Eduardo Febbro Desde París

t.gif (862 bytes)  Alexandre Zinoviev ha vuelto. No ya a su patria, Rusia, a donde regresó tras más de 20 años de ausencia, sino al territorio en el que mejor expresa sus caudalosas ideas: el de los libros. A sus 77 años, este ensayista ruso, autor de obras inolvidables como “El porvenir radiante”, “Homo Sovieticus” o el célebre “Las alturas abiertas” que le valieron la fama mundial en los años 70, condensa en su última obra una paradójica tesis sobre Rusia y Occidente. “La Gran ruptura, sociología de un mundo trastornado” es un breve y denso “tratado” donde Zinoviev explica por qué volvió a lo que él llama “la libertad”, es decir, el caótico mundo de la Rusia del renunciado Boris Yeltsin y el ascendente Vladimir Putin. –Hay en sus posiciones como una nostalgia de los bloques enemigos...
–No es nostalgia, sólo constato que mientras la ex URSS existió, mientras el mundo fue bipolar, Occidente estaba paradójicamente protegido por la URSS. Lo mismo que se ve en Rusia se puede comprobar a escala planetaria, o sea, la westernización del mundo. Fíjese que hasta las conquistas sociales que se obtuvieron en Europa Occidental durante la guerra fría se están perdiendo ahora. La mundialización es un totalitarismo al que nada se le puede oponer. En este sentido, Rusia es un ejemplo de lo que va a ocurrir más tarde en todas las culturas y la pregunta que me hago hoy consiste en saber qué dirección tomará Rusia en el futuro. Veo dos: o bien prosigue en el camino de la americanización y entonces la degradación va a profundizarse –porque los bancos nunca favorecieron el desarrollo de las sociedades
– o bien reacciona y se desarrolla para salvar su cultura y su soberanía.
–Usted dijo varias veces en el pasado: “Todas mis predicciones se cumplieron”. La de ahora parece evocar una suerte de retorno al comunismo.
–No, de ninguna manera. Un retorno al comunismo es imposible. El problema reside en que Rusia estaba tan empapada en el comunismo, la simbiosis era tan profunda, que cuando éste cayó el país se destruyó. Ahora, asistimos a un refuerzo del sentimiento nacional, pero no al nacionalismo, que no es lo mismo. El país se orienta poco hacia sus propios valores, hacia sus recursos más hondos. No es fácil, ya que la ideología dominante en el país es el resultado de una mezcla entre los restos de la ideología soviética
–pero sin el marxismo
– y la influencia ideológica de Occidente, donde predominan los valores norteamericanos. También se nota un renacimiento tímido de la religión ortodoxa, detalle más que curioso en una sociedad atea. Estamos en una crisis psicológica e ideológica muy fuerte que no será fácil superar. En este contexto, el comunismo no volverá como antes, nadie va a poner en tela de juicio la propiedad privada.
–Pese a todo, parece tener cierta fe en los representantespolíticos.
–No diría que es fe, sólo veo lo que está en juego. Si usted quiere, en Rusia hay como tres frentes distintos: los comunistas de Guenadi Ziuganov, el círculo del Kremlin y la Alianza Patria Toda Rusia de Yuri Luzkov -alcalde de Moscú
– y Yevgeni Primakov
–ex primer ministro. El más férreo opositor es, obviamente, Ziuganov, pero la alianza no está lejos de integrar en su programa y en sus propuestas algunas de las líneas comunistas. De manera más concreta, esas tres líneas políticas pueden resumirse en dos orientaciones: una representa la sumisión de Rusia a EE. UU, la otra resalta la necesidad de una aproximación, de una integración del país en el seno de la Unión Europea. Mi gran deseo es que Rusia y Europa se unan para combatir la mundialización. Por ahora, las fuerzas de la globalización lo controlan todo y Rusia no puede oponerse por sí misma.Basta con recordar una cifra: el 60% de su alimentación proviene del extranjero.
–¿Unirse o morir?
–No crea que soy pesimista, no. Sólo me pregunto si Rusia será capaz de luchar para existir. De lo contrario, la americanización del mundo la aplastará antes de que se desarrolle.
–Esa americanización que usted denuncia no sólo atañe a la sociedad y sus costumbres sino a los conflictos que sacuden al país. Usted afirma por ejemplo que la guerra en Chechenia es producto de las fuerzas de la mundialización.
–No me cabe duda de ello. Creo que en el fondo de todo este grandesorden están las fuerzas de la globalización que colonizaron a Rusia.
–¿Con qué propósito?
–Impedir que el país se estabilice, facilitar su manipulación.
–¿Por qué volvió a su país?
–Nunca había soñado vivir en Occidente, ni tampoco regresar a Rusia.Pero cuando estalló la guerra en los Balcanes me di cuenta de que me era físicamente imposible quedarme. Entonces regresé a Moscú para transmitir a mis congéneres el saber que acumulé en Occidente. En los tiempos de la ex URSS yo era un opositor al régimen soviético. Ahora me sitúo en la oposición, al lado de los que no tienen nada, junto a los que asumen la oposición al régimen cultural. Soy como un misionero y no como un disidente. Soy independiente de cualquier Estado. Mi Estado soy yo.

 

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