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OPINION
¿Cómo, no era Diego el mejor del mundo?
Por Diego Bonadeo

También la tontería se ha globalizado. El reaccionario progreso de ciertas pautas virtuales y cibernéticas –la deshumanización disfrazada de aggionarnamiento es inexorablemente regresiva– sigue desparramando por el mundo, este mundo “del dos mil también”, la necesidad casi visceral de nadar eligiendo por allí y por todos lados “lo más trascendente”, “lo más importante”, “la o el mejor en casi cualquier cosa”, como si las varas para medir trascendencias, importancias o mejores, fuesen las mismas. O como si este ecuménico sínodo de gurúes, especialistas en generalidades, pudiesen comparar o compulsar todo para poder elegir bien. Pero para los comparadores de turno no es ni conveniente ni redituable determinar si fue más importante la llegada del hombre a la Luna hace más de treinta años, cuyo beneficio para la mayoría de los habitantes del planeta no parece vislumbrarse en los cientos de “terceros mundos”, que el “milmillonario” fracaso científico del hemisferio norte, que en el fin del milenio le apuntó a Marte y la mandó a la tribuna.Y esa misma cultura es la que ahora, desde el poder económico del fútbol, decidió que los cinco mejores jugadores del siglo fueron, en este orden, Pelé, Cruyff, Beckenbauer, Di Stéfano y Maradona. Casi como aquí y en todos lados, en el quinientos seis y en el dos mil también, cargan computadoras con datos arbitrarios, o por lo menos antojadizos, el mouse, esa ingobernable flechita zigzagueante y beoda emboca cualquier menú y la pantalla y la reproductora le entregan al mundo cualquier verdura para consumo masivo.Jugar a que tal o cual es el que más nos gustó en lo que fuere, y aun jugar a que tal o cual es el mejor en eso que fuere, puede ser una gimnasia lúdica, incruenta y casi onanista. Lo que irrita es el determinismo fundamentalista –aunque sin fundamentos, porque no se dan los “porqués”– de establecer casi como decretazo de necesidad y urgencia que Pelé es el mejor futbolista del siglo. Y que le siguen Cruyff, Beckenbauer, Di Stéfano y Maradona.Otra vez, ¿por qué? ¿Se los ha visto a todos? ¿Cómo jugaban el Manco Castro, Pedro Calomino o Stanley Mattews? ¿Eran menos buenos que los elegidos Fritz Walther, Ted Robledo, John Charles, Eusebio o Nolo Ferreira? ¿Quién los vio a todos?En el caso de manejar contemporaneidades, en cuyo caso el orden cronológico sería Di Stéfano, Pelé, Beckenbauer, Cruyff, Maradona, sería saludable manejar tiempos, circunstancias y entornos. Una cosa era el Real Madrid de la década del sesenta y otra muy diferente el Argentinos Juniors y el Boca de la década del ochenta si de Di Stéfano y Maradona se trata. O el Santos con Pelé, o el Bayern Munich con Beckenbauer o el Ayax con Cruyff. Porque los cinco elegidos jugaron mucho más en sus clubes que en selecciones nacionales.¿Cuánto más fácil o más difícil era jugar en los sesenta que treinta años después? ¿Cuánto más fácil o más difícil era jugar en aquel Real de Madrid con Kopa, Puskas, el Nene Rial y Gento, que en el Santos de Mengalvio, Coutinho, Mauro y Dorval, o en el Bayern Munich con Schwarzenbeck y el gordo Gart Muller o en el Ayax de Stefan Kovacks, o en los equipos de Argentinos, Boca, Barcelona o Napoli cuando Maradona anduvo por allí.No se trata de insistir con la plañidera retahíla de que las comparaciones son odiosas. Las comparaciones son solamente comparaciones. Lo que pasa es que los vendedores de buzones virtuales tienen buena prensa y mejor difusión. El día que los compradores también sean virtuales se les habrá acabado el negocio. Y estaremos menos globalizados y seremos menos tontos.

 

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