Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


OPINION
Qué pasa si Rusia pierde
Por Claudio Uriarte

Las dificultades que el Kremlin está enfrentando en su guerra contra los independentistas chechenos no son sólo una mala noticia para Rusia, sino también para los países occidentales que no vacilaron en arrasar a la ex Yugoslavia a sangre y fuego y ahora emiten piadosos comunicados de condena contra los “métodos” usados por Moscú para reprimir una rebelión fundamentalista islámica cuyo triunfo representaría el emplazamiento de un Afganistán en pleno Cáucaso. Por cierto, esos países occidentales se han abstenido hasta ahora de sancionar económicamente a Rusia por la operación, lo que obedece a un imperativo geopolítico inequívoco: la unidad y las fronteras de la Federación Rusa deben ser preservadas, para que la zona no se convierta en un nuevo foco de anarquía internacional. Pero las presiones para sancionar están creciendo a medida que las imágenes de la guerra bombardean a los telespectadores occidentales, y el tema ya ha tomado cuerpo en la campaña electoral norteamericana.Si Rusia pierde en Chechenia, algo bastante parecido a los talibanes afganos puede tomar el poder en una región importante por sus recursos petroleros, y en un protopaís cuyos recursos naturales son prácticamente nulos, pero que es crucial como punto de paso –entre Rusia y Georgia–, que puede alimentar movimientos secesionistas en la república rusa de Daguestán –ya invadida el año pasado por las fuerzas del guerrillero Shamil Basayev– o incitar la repetición del ejemplo en otras regiones rusas que ya se encuentran en franco enfrentamiento con la metrópolis. Aquel rol como “punto de paso” sugiere ya cuál es la única fuente de financiamiento para una eventual Chechenia libre: el tráfico de armas y de drogas, tal cual sucede en el Afganistán de los talibanes, o en la Albania que ahora aspira a absorber Kosovo. Y, como todo Estado más o menos fuera de la ley, su método de supervivencia en la comunidad regional probablemente se reducirá al chantaje liso y llano –por vía del terrorismo o por otros medios– para que los demás financien una economía inviable.Sancionar ahora a Rusia, después de haberla subsidiado durante los 10 años de corrupción, nepotismo y falsas privatizaciones de Boris Yeltsin, implicaría un paradójico tiro de remate para la fallida política estadounidense hacia Rusia. Por otra parte, el móvil “humanitario” argumentado en Kosovo vuelve ahora con todo su peso, y los políticos de una superpotencia en transición política –EE.UU.– quedan cada vez más encerrados en una contradicción.

 

PRINCIPAL