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EL PROTEGIDO DE LA BONAERENSE DECLARO EN EL CASO CABEZAS
Redruello, un actor en escena

En la decimoctava audiencia del juicio oral por el asesinato de José Luis Cabezas, Carlos Redruello, uno de los detenidos, se defendió y nadie le preguntó cómo y por qué apareció en la causa.

Carlos Redruello enfrentó al Tribunal histriónico y cómodo.
“Hace dos años y ocho meses que estoy involucrado en un crimen”, dijo.

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Por Martín Piqué
Desde Dolores

t.gif (862 bytes) En el día de su cumpleaños, Carlos Redruello recibió el regalo que estaba esperando desde el inicio del juicio oral: se pudo sentar frente al estrado para declarar ante la Cámara compuesta por Raúl Begué, Susana Darling Yaltone y Jorge Dupuy. Y entonces, con su estilo solemne y formal, denunció que está detenido –e imputado como partícipe secundario– sólo por el testimonio de la testigo Diana Solana, que “se ha tomado el atrevimiento de mentir”. Redruello fue utilizado por la Policía Bonaerense para desviar la investigación del crimen de José Luis Cabezas en los primeros meses de 1997. Ayer, extrañamente, ningún abogado le preguntó cómo y por orden de quién apareció en la causa como “testigo protegido” para apuntar contra la banda de “Pepita la Pistolera” –los primeros imputados, luego puestos en libertad–, y para señalar un revólver como el arma utilizada para matar a Cabezas.
Lo más importante era averiguar cómo se intentó ocultar la verdad en la causa. En su momento, la Cámara –que ahora lleva adelante el juicio oral- había denunciado que la introducción de Redruello fue una “maniobra” armada por la policía. Sin embargo, ayer nadie quiso profundizar sobre todo lo que Redruello sabe, y se lo dejó hablar.
“Voy a demostrar en forma categórica por qué soy inocente”, anunció pomposamente Redruello, ante la mirada del presidente del Tribunal, Raúl Begué. “Hace dos años y ocho meses que estoy involucrado en un crimen del que no tengo nada que ver”, se quejó después. El buchón de la policía, con antecedentes de estafa, está imputado como partícipe secundario desde que la testigo Diana Solana lo reconoció como uno de los individuos que desde un automóvil espiaban la fiesta de Oscar Andreani en Pinamar. Justamente el día en que cumplía 47 años, intentó desacreditar a Solana: “La señora me identificó como una persona de entre 25 y 30 años”. También apuntó contra el discutido perito psiquiatra José Abásolo, que ya fue cuestionado por la defensa durante el juicio oral. “El doctor (Abásolo) me preguntó por qué había mentido y me dijo: ‘Redruello, ya sé todo; que la pistola es falsa, que usted vino traído por la policía’. Me interrogó de tal manera que no lo pude aguantar.” Según este relato de Redruello, el médico psiquiatra José Abásolo se habría excedido en sus funciones al realizar la pericia.
Después de 18 audiencias, el juicio oral continuará hoy con la declaración de los testigos de la defensa de Gregorio Ríos, acusado como “instigador” por la fiscalía. Además, entre hoy y el miércoles, los ex policías Sergio Camaratta y Aníbal Luna –imputados como partícipes del crimen– declararán ante la Cámara. Los dos ex oficiales van a culpar a Gustavo Prellezo, que cada día está más cerca de una condena segura.
La pista policial volvió a ser tema de debate ayer, cuando declararon el periodista Ricardo Ragendorfer –coautor del libro La Bonaerense– y el comisario inspector retirado Carlos Rossi. “El móvil del crimen, a quien se quiso dirigir un mensaje, sigue siendo la pregunta del millón”, opinó Ragendorfer. El propio ex gobernador bonaerense Eduardo Duhalde –recordó ayer el periodista– afirmó después del asesinato de Cabezas que “le habían tirado un cuerpo”. Duhalde estuvo citado como testigo, pero fue desistido a último momento por el abogado de Ríos, quien representa los intereses de la familia Yabrán, originando la versión de la existencia de un pacto de no agresión entre el ex mandatario provincial y el yabranismo. Ayer, fuentes de la defensa confirmaron la existencia de contactos telefónicos, originados desde el riñón de Duhalde.

 

Un duelo impensado


El duelo de ayer no fue entre Redruello y los fiscales, o entre el comisario Rossi –primer instructor del caso– con todos los abogados.
Sorpresivamente, el periodista Ricardo Ragendorfer, que trabajó en la revista Noticias, participó en la nota de investigación sobre la Policía Bonaerense que apareció publicada con una foto de Pedro Klodczyk tomada por José Luis Cabezas, y escribió –junto con el fallecido Carlos Dutil– el libro La Bonaerense, debió contestar las preguntas del abogado de Candela Cabezas y columnista de Noticias, Oscar Pellicori.

–Dígame, ¿usted leyó el expediente? –preguntó el abogado de Candela Cabezas, Oscar Pellicori.
–Claro. Tuve acceso por intermedio de fuentes que ahora no le puedo revelar –contestó Ricardo Ragendorfer, coautor del libro La Bonaerense.
–¿Usted, por qué motivos dejó de trabajar en la revista Noticias? -preguntó enigmático el abogado.
–Bueno, por un episodio que sucedió en Mendoza, donde estaba investigando sobre una red de prostitución.
En la sala de audiencias, todos se miraron sorprendidos, por un contrapunto que ocultaba otras tensiones.


Prellezo contraataca

Gustavo Prellezo, el principal imputado en el crimen de José Luis Cabezas, acusó ayer al comisario Víctor Fogelman y al psiquiatra José Antonio Abásolo por sus papeles en la investigación.
ron2.gif (93 bytes) “En el juicio, el hornero Horacio Braga se acordó de más cosas que Fogelman. Fue una vergüenza -.le dijo Prellezo al programa “La Cornisa”, de Radio Uno–. Fogelman trató de justificar lo injustificable. Quiso explicar el hallazgo de la cámara de fotos con un rabdomante, un alambre doblado; quiso justificar actuaciones policiales que merecían sumarios y sanciones y en lugar de eso contó que pusieron otro oficial para que lo cuide o vigile al anterior. Y resultó una vergüenza que no se acordara de nada. Es evidente que dejó de lado la pista policial y no hizo más que seguir la versión que dieron los horneros. Yo soy ajeno al crimen. No fui el autor material ni el intelectual, pero me quieren condenar igual. No tienen la menor intención de investigar lo que verdaderamente pasó.”
ron2.gif (93 bytes) “Yo no me quebré ante el psiquiatra Abásolo. El que se quebró fue él. El me contó que los horneros le dijeron que habían tirado la cámara de fotos en arroyos y que él pasaba varias veces por semana, se bajaba del auto y que los arroyos estaban secos y los pedazos no estaban. Me dijo que no podía dormir porque yo no declaraba. Y lloraba continuamente. Me nombrada a Dios, al espíritu, me hacía reflexiones sobre la verdad. Me presionaba continuamente. Estaba totalmente desequilibrado. Todo era anormal, no tenía nada que ver con una pericia psiquiátrica. Cuando declaró en el juicio, dijo que la verdad le venía de un sentimiento divino, nombró a San Agustín, que él percibía la verdad sobre la mentira. Todo fue mitológico. El mintió, él mintió totalmente, diciendo que yo me quebré. Y yo creo que el motivo de esa mentira es un ofrecimiento que una vez le hicieron a un familiar mío, un ofrecimiento de plata. Mi familiar no aceptó y yo creo que este hombre -.por el psiquiatra– aceptó.”

 

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