Por Martín Piqué
Desde Dolores En el día de su cumpleaños, Carlos Redruello recibió el regalo
que estaba esperando desde el inicio del juicio oral: se pudo sentar frente al estrado
para declarar ante la Cámara compuesta por Raúl Begué, Susana Darling Yaltone y Jorge
Dupuy. Y entonces, con su estilo solemne y formal, denunció que está detenido e
imputado como partícipe secundario sólo por el testimonio de la testigo Diana
Solana, que se ha tomado el atrevimiento de mentir. Redruello fue utilizado
por la Policía Bonaerense para desviar la investigación del crimen de José Luis Cabezas
en los primeros meses de 1997. Ayer, extrañamente, ningún abogado le preguntó cómo y
por orden de quién apareció en la causa como testigo protegido para apuntar
contra la banda de Pepita la Pistolera los primeros imputados, luego
puestos en libertad, y para señalar un revólver como el arma utilizada para matar
a Cabezas.
Lo más importante era averiguar cómo se intentó ocultar la verdad en la causa. En su
momento, la Cámara que ahora lleva adelante el juicio oral- había denunciado que
la introducción de Redruello fue una maniobra armada por la policía. Sin
embargo, ayer nadie quiso profundizar sobre todo lo que Redruello sabe, y se lo dejó
hablar.
Voy a demostrar en forma categórica por qué soy inocente, anunció
pomposamente Redruello, ante la mirada del presidente del Tribunal, Raúl Begué.
Hace dos años y ocho meses que estoy involucrado en un crimen del que no tengo nada
que ver, se quejó después. El buchón de la policía, con antecedentes de estafa,
está imputado como partícipe secundario desde que la testigo Diana Solana lo reconoció
como uno de los individuos que desde un automóvil espiaban la fiesta de Oscar Andreani en
Pinamar. Justamente el día en que cumplía 47 años, intentó desacreditar a Solana:
La señora me identificó como una persona de entre 25 y 30 años. También
apuntó contra el discutido perito psiquiatra José Abásolo, que ya fue cuestionado por
la defensa durante el juicio oral. El doctor (Abásolo) me preguntó por qué había
mentido y me dijo: Redruello, ya sé todo; que la pistola es falsa, que usted vino
traído por la policía. Me interrogó de tal manera que no lo pude aguantar.
Según este relato de Redruello, el médico psiquiatra José Abásolo se habría excedido
en sus funciones al realizar la pericia.
Después de 18 audiencias, el juicio oral continuará hoy con la declaración de los
testigos de la defensa de Gregorio Ríos, acusado como instigador por la
fiscalía. Además, entre hoy y el miércoles, los ex policías Sergio Camaratta y Aníbal
Luna imputados como partícipes del crimen declararán ante la Cámara. Los
dos ex oficiales van a culpar a Gustavo Prellezo, que cada día está más cerca de una
condena segura.
La pista policial volvió a ser tema de debate ayer, cuando declararon el periodista
Ricardo Ragendorfer coautor del libro La Bonaerense y el comisario inspector
retirado Carlos Rossi. El móvil del crimen, a quien se quiso dirigir un mensaje,
sigue siendo la pregunta del millón, opinó Ragendorfer. El propio ex gobernador
bonaerense Eduardo Duhalde recordó ayer el periodista afirmó después del
asesinato de Cabezas que le habían tirado un cuerpo. Duhalde estuvo citado
como testigo, pero fue desistido a último momento por el abogado de Ríos, quien
representa los intereses de la familia Yabrán, originando la versión de la existencia de
un pacto de no agresión entre el ex mandatario provincial y el yabranismo. Ayer, fuentes
de la defensa confirmaron la existencia de contactos telefónicos, originados desde el
riñón de Duhalde.
Un duelo impensado
El duelo de ayer no fue entre Redruello y los fiscales, o entre el comisario Rossi
primer instructor del caso con todos los abogados.
Sorpresivamente, el periodista Ricardo Ragendorfer, que trabajó en la revista Noticias,
participó en la nota de investigación sobre la Policía Bonaerense que apareció
publicada con una foto de Pedro Klodczyk tomada por José Luis Cabezas, y escribió
junto con el fallecido Carlos Dutil el libro La Bonaerense, debió contestar
las preguntas del abogado de Candela Cabezas y columnista de Noticias, Oscar Pellicori.
Dígame, ¿usted leyó el expediente? preguntó el abogado de Candela Cabezas,
Oscar Pellicori.
Claro. Tuve acceso por intermedio de fuentes que ahora no le puedo revelar
contestó Ricardo Ragendorfer, coautor del libro La Bonaerense.
¿Usted, por qué motivos dejó de trabajar en la revista Noticias? -preguntó
enigmático el abogado.
Bueno, por un episodio que sucedió en Mendoza, donde estaba investigando sobre una
red de prostitución.
En la sala de audiencias, todos se miraron sorprendidos, por un contrapunto que ocultaba
otras tensiones.
Prellezo contraataca
Gustavo Prellezo, el principal imputado en el crimen de José Luis Cabezas, acusó ayer
al comisario Víctor Fogelman y al psiquiatra José Antonio Abásolo por sus papeles en la
investigación.
En el juicio,
el hornero Horacio Braga se acordó de más cosas que Fogelman. Fue una vergüenza -.le
dijo Prellezo al programa La Cornisa, de Radio Uno. Fogelman trató de
justificar lo injustificable. Quiso explicar el hallazgo de la cámara de fotos con un
rabdomante, un alambre doblado; quiso justificar actuaciones policiales que merecían
sumarios y sanciones y en lugar de eso contó que pusieron otro oficial para que lo cuide
o vigile al anterior. Y resultó una vergüenza que no se acordara de nada. Es evidente
que dejó de lado la pista policial y no hizo más que seguir la versión que dieron los
horneros. Yo soy ajeno al crimen. No fui el autor material ni el intelectual, pero me
quieren condenar igual. No tienen la menor intención de investigar lo que verdaderamente
pasó.
Yo no me
quebré ante el psiquiatra Abásolo. El que se quebró fue él. El me contó que los
horneros le dijeron que habían tirado la cámara de fotos en arroyos y que él pasaba
varias veces por semana, se bajaba del auto y que los arroyos estaban secos y los pedazos
no estaban. Me dijo que no podía dormir porque yo no declaraba. Y lloraba continuamente.
Me nombrada a Dios, al espíritu, me hacía reflexiones sobre la verdad. Me presionaba
continuamente. Estaba totalmente desequilibrado. Todo era anormal, no tenía nada que ver
con una pericia psiquiátrica. Cuando declaró en el juicio, dijo que la verdad le venía
de un sentimiento divino, nombró a San Agustín, que él percibía la verdad sobre la
mentira. Todo fue mitológico. El mintió, él mintió totalmente, diciendo que yo me
quebré. Y yo creo que el motivo de esa mentira es un ofrecimiento que una vez le hicieron
a un familiar mío, un ofrecimiento de plata. Mi familiar no aceptó y yo creo que este
hombre -.por el psiquiatra aceptó. |
|