Por Julio Nudler Según un primer cotejo de
precios efectuado por expertos de la Sigen, Claudia Bello habría pagado el doble del
valor de mercado por la confección de 300.000 cajas de propaganda oficial, en las que
exaltaba la preparación de la Argentina para el efecto 2000, tan criticada por todo el
mundo, y, de paso, incluía grandes fotografías suyas y de Carlos Menem. Los envíos,
despachados localmente y a cien ciudades del interior, contenían un video y folletería.
Había también una versión económica, sin caja ni video, y de la que se habrían
lanzado 800.000 ejemplares. La ex secretaria de la Función Pública gastó en esa
promoción cerca de 9 millones de pesos, pero en la Sindicatura General de la Nación
estiman que todo ese material, incluyendo el envío postal, no debió costar más de 4
millones y medio.
María Cristina Benzi, titular de la Sigen en la última etapa menemista, sufrió en carne
propia la ansiedad de Bello, que exigía la convalidación de los síndicos al contrato
que quería firmar a toda costa. La Sindicatura, en general a través de las empresas
Bureau Veritas e Inspection and Control Services, y otras veces con sus propios expertos,
establece el precio testigo de cada compra o contratación importante del Estado. Dado que
la cajita de Claudia, como se la conoce pícaramente en los organismos
involucrados, contenía diversos elementos, la averiguación de precios no podía
realizarse a la velocidad pretendida por Bello.
Comprendiendo que Benzi la esquivaba, la antigua y rubia militante de la Juventud
Peronista se llegó furiosa hasta la sede de la Sigen en la avenida Corrientes, casi
esquina Reconquista, entró como una tromba y, según el testimonio de los empleados,
nos patoteó a todos. El sainete le dio resultado porque logró entrevistarse
con Benzi, aunque en este punto las versiones se bifurcan: unos dicen que Bello se fue
llevándose un papel firmado, precario pero convalidatorio, y otros aseguran que se
marchó con las manos vacías.
Otras fuentes comentan que la cajita arrastraba ya una historia tumultuosa,
porque para conseguir la plata Bello cruzó gritos con Miguel Solé, ex secretario de
Control Estratégico, y tuvo que mantener un permanente apremio sobre Jorge Rodríguez,
entonces jefe de Gabinete. Pero la polifuncionaria del menemismo, que hasta ejerció como
interventora federal en Corrientes, se salió con la suya y pudo despedirse del cargo con
una campaña propagandística que apuntaba al futuro.
El 6 de diciembre pasado, La Nación publicó una carta de lectores firmada por los
abogados Federico Pinedo y Héctor Huici, que sin saber cómo ni por qué recibieron en su
bufete no una sino cinco cajas que, según confiesan, tiraron al tacho de basura (por lo
visto, los programas informáticos utilizados no sirvieron ni para evitar la
superposición). A los medios no llegaron tantas cajas, pero se les dio el mismo destino,
ante todo por imprevisión: no se sospechó que esa encomienda, más allá de su visible
carácter escandaloso por la dilapidación de fondos públicos que testimoniaba, podía
llegar a agregar una causa más a la lista que acumula Bello (entre ellas, la acusación
de no haber ejercido el control de que era responsable sobre el contrato entre IBM y el
Banco Nación).
Huici y Pinedo cuentan haber recibido cinco cajas iguales, de cartón duro impreso a
tres colores, con un videocasete empotrado en otro cartón a tres colores; un folleto
satinado a todo color con la foto de la secretaria del ramo, tapa semidura y quince
páginas; otras dos publicaciones de mayor porte, en colores, con 140 páginas; un
tríptico también satinado a todo color, esta vez con la foto del presidente de la
República y, para no quedarse cortos, una carta con el bello rostro de la señorita
secretaria a todo color y un afiche de 50x70 en papel ilustración en colores, que reza
«Cruzada 2000», «Argentina 2000 preparada», «encuentros con la comunidad»,
engalanado con bandera y sol, escudo nacional y logos de reparticiones. Los
esfuerzos que realizó este diario por conseguir una caja para ilustrar esta nota fueron
infructuosos. Nadie parece haberla conservado, ni siquiera como recuerdo. En la
Secretaría de la Función Pública, ahora a cargo de Leandro Potik, no pudieron encontrar
ninguna. Tampoco existe en la Unidad Ejecutora 2000. Casi 9 millones de pesos se
evaporaron sin dejar rastro.
MEIJIDE ANULO 295 CONTRATOS
Recorte de 7,5 millones
El
Ministerio de Desarrollo Social recortó en más de siete millones y medio sus gastos
anuales en personal temporario, luego de dejar sin efecto 295 contratos que habían sido
firmados por el gobierno anterior y en la mayoría de los casos prorrogados a último
momento. Encontré mucho nombramiento excesivo, dijo ayer la titular del
área, Graciela Fernández Meijide, sobre la planta de la ex Secretaría de Acción Social
que comandaron José Figueroa y Raúl Palito Ortega.
Meijide puntualizó que los contratos anulados correspondían a los sueldos más
altos. De la información oficial distribuida por el ministerio, se desprende que de
los puestos eliminados, los que implicaban retribuciones más generosas, habían sido
otorgadas por la Secretaría de Desarrollo Sustentable, antiguo territorio de María Julia
Alsogaray. Allí se suprimieron 64 convenios por un monto total de 204 mil pesos. Las
plantas de contratados por las ex secretarías de Política Social y Tercera Edad
sufrieron las podas mayores, con 105 rescisiones. Sumando todos los casos, el ahorro
mensual llegará a los 619 mil pesos.
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