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Por Mariana Carbajal Fue emocionante. Aunque parezca increíble, así describió José María Meira, un arquitecto de 64 años con secuelas de polio, su primer viaje en un colectivo de piso bajo. Es que hacía más de 30 años que no podía viajar en los ómnibus tradicionales, por sus problemas motores. Sin embargo, a pesar de la existencia de los nuevos vehículos en la ciudad de Buenos Aires, para los discapacitados sigue siendo una odisea movilizarse en transporte público. De acuerdo con un estudio de la Defensoría del Pueblo y una entidad de discapacitados, apenas el 8 por ciento de los colectivos está adaptado. La conclusión es que una persona en silla de ruedas tiene un 90 por ciento menos posibilidades de utilizar el servicio público que un pasajero sin esa dificultad.El 41,5% de los vehículos relevados no se detuvo fuera de la parada ante la presencia de un discapacitado, como establecen las normas, o no funcionó el medio de elevación para ayudarlo a subir, informó el ombudsman adjunto Rafael Veljanovich. Según el informe, el 33 por ciento de las 140 líneas que circulan por el ámbito porteño se encuentra en infracción, en relación a las normas vinculadas con los discapacitados.La primera vez que el arquitecto Meira ascendió a un colectivo adaptado, meses atrás, el corazón se le aceleró e, incluso, le asomaron algunas lágrimas. A los 27 años la poliomelitis le dejó secuelas que lo obligaron a movilizarse con la ayuda de bastones especiales primero, y desde hace pocos años con una silla de ruedas. Trepar a un colectivo se convirtió en una experiencia imposible. Tenía el corazón en la boca cuando subí. Pensaba que nunca más iba a volver a viajar en colectivo, recordó a Página/12 Meira, especializado en barreras arquitectónicas. Su relato refleja la importancia de la accesibilidad al transporte público para los discapacitados. Sin embargo, los colectivos con piso bajo o semibajo siguen siendo una excepción en la Ciudad de Buenos Aires, de acuerdo con el estudio difundido ayer por la Defensoría y la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI): sólo 828 vehículos de un parque de alrededor de 10.000. Como son pocos, la frecuencia de circulación es muy espaciada.Durante 45 días, personas con discapacidades, acompañadas por personal de la Defensoría, salieron a relevar el cumplimiento de las normas vigentes para vehículos adaptados en 15 líneas de colectivos (6, 7, 12, 20, 37, 45, 50, 60, 61, 79, 150, 151, 152 y 168). Los resultados fueron desalentadores. En ningún caso se cumplen los requisitos para los pasajeros con problemas visuales y auditivos, las puertas de las unidades con piso bajo respetan el ancho mínimo exigido, pero muchas lo exceden, lo que ocasiona que no estén al alcance las barras para asirse con ambas manos, con el fin de tomar el impulso necesario para ascender. Otro inconveniente es que los instrumentos para sujetar las sillas de ruedas son inadecuados: no permiten su uso por el mismo usuario, son de difícil manipulación, no están mantenidos o no funcionan. El problema es que no existe un plazo máximo para que todas las unidades estén adaptadas. Si bien la ley 24.314 estableció que en el 2002 todo el transporte debía ser accesible a todas las personas, una resolución de la CNRT de 1998 extendió de hecho ese plazo, al exigir que sólo sean adaptadas las unidades nuevas, en lugar de que se vaya renovando el parque en uso. Como la antigüedad promedio de los colectivos es de 4,3 años y el recambio recién debe hacerse a los 10 años, el proceso llevará más años, señaló ante este diario Máximo Gómez Villafañe, de la REDI.
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