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OPINION
Un caminosin retorno
Por Julio Nudler

Dolarizar es mágico. Al pasar la deuda pública de la moneda local a dólares, baja drásticamente la tasa de interés que paga el Estado, y cae así verticalmente ese componente del gasto. Este ajuste fiscal torna manejable la situación, se acaba la vorágine devaluatoria y se frena más o menos bruscamente la inflación, dependiendo de otros factores. La estabilización elimina la erosión inflacionaria de los salarios y genera por sí misma un aumento del poder de compra. Es además muy probable que, al desaparecer el riesgo de devaluación, ingresen capitales, inyectando un gran estímulo externo a la actividad económica. Este es el rosado paisaje de la dolarización en el corto/mediano plazo. Pero el mediano/largo plazo llegará alguna vez, y entonces empezarán las malas noticias.El país se habrá quedado sin reservas, porque las usó para comprarle al público toda la moneda local, que en ese mismo acto perdió todo valor. También se habrá quedado sin política monetaria ni colchón alguno frente a la volatilidad de los bienes primarios que exporta (petróleo y bananas, por caso). Con una productividad muy baja en relación a la estadounidense, el imperio del dólar determinará la extranjerización de toda la economía (empezando por el sistema financiero) y ninguna posibilidad de diversificarla, a menos que ocurra un milagro. ¿Arrepentidos? Cuánto lo sentimos. Pero de la dolarización no hay retorno.

 

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