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Por Cristian Vitale Cuando Ricardo Soulé, por cuarta vez ex Vox Dei, intenta definir el repertorio de su nuevo proyecto, el Soulé Ensamble, lo hace con términos que remiten a un lenguaje cuasimedieval: "Mi obra se divide en una parte sagrada y otra profana. En la primera incluyo obras conceptuales como La Biblia y Elías el profeta, aquel profeta misterioso que, 800 años antes de Cristo, describía aspectos culturales y políticos que tienen mucho que ver con lo que pasa hoy. Y la segunda se caracteriza por temas más terrenos como 'Sin separarnos más' o 'Presente'". Soulé es, se sabe, una rara avis dentro del ambiente: habla de juglares, personajes bíblicos, cultura barroca, Bach, Dios, con la misma facilidad con que sus colegas suelen hablar de mujeres, cerveza, drogas, guitarras y motos. Su historia es difícil de resumir: son más de 30 años de carrera signados por peleas y reconciliaciones con Vox Dei, y por la ambición de asumir una historia de peso propio. Fueron cuatro las veces que abandonó el trío: tres para viajar al exterior e "ilustrarse culturalmente" y la última, este año, para liderar un grupo de doce músicos, "una parte de rock ortodoxo con bajo, teclado, batería y guitarra, y otra clásica con cuatro violines, viola, cello y contrabajo", según define a Página/12 en su casa de Quilmes, donde vive con su mujer y cinco hijos. Como solista grabó Vuelta a casa (1976), Romances de gesta (1982), Ricardo Soulé (1985), y Odisea. Pero para siempre será, aunque no lo integre, el hombre que estuvo en el centro de lo que Vox Dei representa para el rock argentino. --¿Qué aporta a su carrera una nueva obra religiosa, como Elías el profeta? ¿No le bastó con La Biblia? --Yo me asumo como el compositor argentino que más desarrolló las obras conceptuales. Muchos seguidores me preguntan por qué compongo temas que tienen varias partes y yo les explico que el concepto burdo del rock de tres minutos nunca me gustó. Ese tiempo es tan corto que no permite desarrollar ideas. Mis influencias tienen que ver con sonidos de otros siglos. Me gusta más estudiar una sinfonía de Vivaldi que escuchar a Chuck Berry, a lo sumo puedo escuchar un par de temas y nada más. --Además de Vivaldi, ¿cuáles son sus fuentes de inspiración? --Los Beatles, la música barroca, y esos juglares renacentistas que, con sus ensoñaciones literarias, alimentan mi imaginación. --Es raro, porque con Vox Dei desarrolló una imagen bastante más ríspida, incluso volcada a la observación de su sociedad. --Los conflictos sociales me interesan como ciudadano, pero no me inspiran música ni excitación creativa. Creo que es lo espiritual lo que genera el arte. --¿Por qué se alejó de Vox Dei, esta vez? --No fue una sorpresa para nadie, creo. Hacía mucho tiempo que la relación estaba en conflicto. Si bien se hicieron cosas buenas en la última reunión de Vox Dei, como la presentación de La Biblia en la Catedral, el proyecto luego entró en decadencia. Siempre tuvimos diferencias conceptuales. Por lo tanto, fuimos haciendo las cosas a los tirones, hasta que no pudimos más. Ya no me interesaban las propuestas de trabajo que había. Mi idea sobre la música que debe hacer Vox Dei no concuerda con la que tienen Willy Quiroga y Rubén Basoalto. Siempre fue así. Con la frescura de la juventud todo se hace más llevadero. Pero llega un momento en que hay que asumir una madurez. Los tiempos son perentorios y uno no va a vivir eternamente. --¿Cuáles fueron los motivos que lo llevaron a irse del país? --Siempre busqué una ilustración cultural. Ver otras tierras, otras sociedades y otras músicas con el fin de investigar nuevas experiencias. También busqué liberarme de situaciones cíclicas y comenzar cosas desde un principio en otros lugares. Creo que lo logré, sobre todo en mi último viaje a España. Allí pude tener otros roles, enriquecerme. Tuve la oportunidad de tocar con Calamaro, Claudio Gabis, Sergio Makaroff, y también grabé un disco de rock solamente con instrumentos de cuerdas. Un cuarteto conformado por tres músicos polacos y yo. --¿En qué aspectos el Soulé Ensamble se vincula a la historia de Vox Dei? --Sigo haciendo lo de siempre, escribir y tocar lo que escribo. La diferencia es que tengo decisión absoluta. Con Vox Dei tenía que compartir espacio con Willy y Rubén. Ahora puedo tocar La Biblia como siempre fue: con músicos de rock y de cuerdas, como la había concebido en un principio. --¿Willy y Rubén concibieron a La Biblia de una manera más rockera? --Acá entraríamos dentro de un tema decisivo, en la definición de qué es el rock. No creo que el rock esté circunscripto al bajo, la batería y la guitarra eléctrica. Mi versión es que el rock es una concepción musical y popular de este siglo que involucra además muchas otras instrumentaciones. El terreno de investigación es mucho más amplio. Pero hay otros que no piensan así. Ojo, que mis diferencias no son solamente con Willy y con Rubén, sino también con todos aquellos que piensan que el rock debe limitarse a una instrumentación austera. No es más rockero aquel que cultiva el género con bajo, guitarra y batería exclusivamente, que el otro que puede cultivarlo con una orquesta sinfónica. --De ahí su afición por el violín. --Claro. Pero nunca pude desarrollar esa faceta con intensidad por la falta de apoyo de mis compañeros y de las compañías discográficas. --Son muy pocos los ejemplos de violinistas que toquen en bandas de rock argentinas. Usted, Pinchevsky, Tancredo, Sami Abadi, Eduardo Schmidt de Arbol y no muchos más. ¿A qué se debe esta carencia? --Al violín se lo dejó relegado a géneros como el tango y el folklore. Ni siquiera el jazz se benefició con su sonido, salvo con excepciones como la de López Furst. Esto se debe a una falta de interés por parte de los músicos para desarrollar otras sonoridades. --Sus conceptos suenan algo setentistas. ¿No teme ser criticado por mantener posturas que, luego de la revolución punk y otros cambios, quedaron relegadas en el tiempo? --Ya no le tengo miedo a nada. El miedo paraliza. Lo único que me podría producir preocupación sería no ser escuchado. Es la única opinión que me interesa. Me gustaría que la gente escuchara primero y después opinara. --Retomando a Vox Dei, hay una constante en la historia, su halo místico. Willy y Rubén no parecen tener un perfil tan cristiano. Todo hace suponer que esta característica fue su principal aporte al grupo. --Yo comprendí a través de los años la existencia de un ser todopoderoso que, sin ninguna duda, mueve los hilos de mi vida. A veces lo entiendo, a veces me llevo a las patadas. Pero desde mi pequeñez lo acepto como un misterio que alguna vez será develado. Tengo a Dios como una fuente de inspiración profundísima que mueve mi vida y, por lo tanto, mi música. --¿Va a misa o tiene una relación íntima con Dios? --Voy a misa. Pero creo que muchas veces los que van a misa lo hacen por compromiso. Y hay otros que no van pero son tremendamente místicos, tienen una relación fluida con Dios. Uno puede orar de cualquier manera. Pedir a Dios es una cosa que tendríamos que hacer periódicamente. --¿Y cómo relaciona ese mundo con el del rock? --La música tiene tres ámbitos en los que se desarrolla: la calle, los teatros y los templos. Y yo estoy en los tres lugares.
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