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SUEÑO

t.gif (862 bytes) Quién no soñó alguna vez en los últimos meses con levantarse una mañana, notar que el cielo estaba especialmente azul y que allí, en la primera plana del diario, brillaba en títulos catástrofe la gran noticia: Pinochet condenado a morir en la cárcel. Bueno, el sueño terminó.

Ahora que los médicos descubrieron que el asesino no goza de la salud suficiente para soportar en España el juicio que les negó a miles de chilenos antes de matarlos, que extraditarlo constituiría una especie de tortura, poco comparable, sin duda, con la que infligió a sus víctimas. Ahora, en medio de la lógica indignación, quizá convendría recordar todo lo que se avanzó desde aquel lejano 16 de octubre de 1998, cuando el juez Garzón consiguió que la policía inglesa transformase una de sus habituales visitas a Londres en un viaje a los infiernos que él mismo había construido. Por entonces Pinochet era senador vitalicio, nadie había osado abrirle una causa en Chile, disfrutaba del apoyo de buena parte de sus compatriotas y el gobierno chileno no conseguía reunir ni la voluntad ni los votos para derogar la constitución que le custodia las espaldas desde su retirada del poder.

Quizá vuelva a caminar las calles nuevamente de lo que fue Santiago ensangrentado, pero si los chilenos no deciden homenajearlo este domingo poniendo a su ex colaborador Lavín en la presidencia, la caminata será rumbo a los Tribunales. En París y Estocolmo, entre otras capitales europeas, se sustancian más juicios en su contra y en todo el mundo, donde su imagen era la representación viva del mal, su cansada cara de chacal se ha transformado en la del dictador vencido por sus fantasmas, en la endeble demostración de que la justicia tarda, es cierto, pero a veces llega.

Pinochet no vuelve victorioso, vuelve derrotado por aquellos a los que creía vencidos. Y si los chilenos votan a Lavín y lo reciben en triunfo no todo estará perdido: el mundo igual se habrá transformado en un lugar inseguro para los dictadores jubilados. Chile, lamentablemente, en su guarida.

 

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