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El control alimentario en el país apenas saca un 4

Oscar Bruni, nuevo titular del Senasa, explica que el control para exportaciones es bueno, pero el interno es deficiente. Cómo se producen las intoxicaciones.

Bruni cuenta que encontró una “desorganización absoluta” en el organismo.
“El 56 por ciento de las intoxicaciones se produce en los hogares.”

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Por Mariana Carbajal

t.gif (862 bytes)  Una foto de Marilyn Monroe enfundada en un vestido rojo llama la atención en su despacho. Está apoyada en una repisa, debajo de un retrato de San Martín y junto a una bendición de Juan Pablo II para él y su familia. “Es mi ídola, pero me parece que no queda muy bien al lado del Papa”, observa, entre risas, el nuevo presidente del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), y prefiere guardar el almanaque con la diva norteamericana ante la presencia del fotógrafo. Es evidente que el médico veterinario Oscar Bruni no perdió el buen humor, a pesar de que -revela– encontró una “desorganización absoluta” en el organismo encargado de la fiscalización de la calidad de los alimentos, además de ñoquis, y multas no cobradas a productores, frigoríficos y transportistas por un monto total de 8 millones de dólares (ver aparte). El panorama que pintó no es alentador: calificó con un 4 el control alimentario del país, en una escala de 1 a 10, y señaló a la provincia de Buenos Aires como una de las jurisdicciones más deficientes en ese aspecto. “Allí hay descontroles, falta de cadena de frío en el transporte alimentario y fabricaciones clandestinas”, alertó.En realidad, Bruni vuelve al Senasa. Fue su titular entre 1986 y 1989, pero cuando el organismo se ocupaba sólo de la sanidad animal. Desde 1996 abarca también la fiscalización agroalimentaria. Este médico veterinario, con tres años de estudios de Filosofía, viene de desempeñarse como subsecretario de Seguridad Alimentaria de la ciudad de Buenos Aires. Entre los objetivos de su nueva gestión figura que los alimentos de consumo interno alcancen la “excelencia” de los que se exportan y crear programas de educación para los consumidores.–En la ciudad de Buenos Aires detectamos que el 56 por ciento de las intoxicaciones se produce en nuestros hogares, en su gran mayoría, por falta de educación, por falta de higiene en las cocinas, por creer que los productos en las heladeras o en los freezers no se vencen, por mitos. –¿Qué tipo de mitos?–Hay un viejo mito que dice que no hay que poner comida caliente en la heladera porque puede afectar el funcionamiento de su motor. El 98 por ciento de la gente –incluida mi mujer, que es médica veterinaria– deja enfriar los alimentos afuera de la heladera. Si existe una bacteria, se reproduce a temperaturas intermedias. Por esa razón, la comida debe pasar del calor al frío y del frío al calor. En muchas hamburgueserías de Estados Unidos, cuando pedís una hamburguesa poco cocida, te hacen firmar una declaración jurada, porque hay bacterias que te producen una leve descompostura, y otras, como la Escherichia coli, que son mortales. –¿Dónde ocurre el 44 por ciento restante de las intoxicaciones?–Un 7 por ciento en restaurantes, 8 por ciento en entidades colectivas como clubes y colegios, y el porcentaje restante se desgrana en cuestiones menores. En los últimos tres años decomisamos en la ciudad cerca de 500 mil kilos de alimentos, de los cuales 200 mil kilos correspondieron a super e hipermercados.–¿Qué puntaje pondría al control alimentario del país, en una escala de 1 a 10?–A los productos de exportación les pongo un 10. El promedio del país es 4. En la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, el atraso es muy grande, hay descontroles, falta de cadena de frío, fabricaciones clandestinas. –¿Cuáles son los agujeros negros?–La faena en negro, que debe representar cerca del 8 por ciento de la carne. Se comercializa fundamentalmente en carnicerías del conurbano, e inclusive en la ciudad de Buenos Aires. A la DGI le preocupa la renta que no cobra. A los sanitaristas, que esa carne no está controlada por nadie. Hay enfermedades, como la brucelosis y la tuberculosis, que son zoonosis y se transmiten a los seres humanos. –¿Qué cantidad de intoxicaciones se produce en el país a causa de la ingestión de alimentos en mal estado?–No se sabe. En América, los únicos países que tienen cifras exactas son Estados Unidos y Cuba. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), por cada caso que se detecta, hay 20 no detectables, porque la gente se automedica. En EE.UU. tienen aproximadamente 9 millones de intoxicaciones leves al año y entre 2.500 y 3.000 personas que mueren por intoxicaciones. Aquí estimo que es menor el problema, porque creo que estamos inmunizados a distintas bacterias, mientras que tanto los norteamericanos como los europeos son más vulnerables por estar habituados a ingerir alimentos de mejor calidad.

 

“Desorganización absoluta”

Oscar Bruni informó que ya ingresaron 12 auditores para monitorear las cuentas y la estructura del organismo. Según precisó, encontró en el Senasa una “desorganización absoluta” y un sistema jurídico, contable y administrativo “como mínimo obsoleto y poco transparente”. Como ejemplo, señaló que la gestión saliente dejó “una deuda con el personal de 6 millones de pesos” y “8 millones de pesos por multas no cobradas a productores, frigoríficos, transportistas, sancionados por cuestiones sanitarias. Además, dijo que ya detectó ñoquis y anunció que revisará los nombramientos de los 42 directores designados en el organismo en los últimos meses del gobierno menemista con sueldos de 4500 pesos.
–¿Por qué no se cobraron las multas a los infractores?
–Se van a iniciar los sumarios correspondientes para determinarlo. Uno de los roles del Senasa es la fiscalización, es decir, poner un límite, para aumentar la calidad de los productos, ya sean alimentos, medicamentos o núcleos vitamínicos. Si la tuerca final que es la multa no se aplica, el organismo no puede cumplir con su función.

 

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