Tristes y muy contenidos, como metidos en sí mismos. Uno de los miembros del
equipo asistencial que atendió a los familiares de las víctimas definió así el estado
de ánimo, pero la frase puede aplicarse al conjunto de la población tucumana, que ayer
acudió masivamente, en un clima de silencio reflexivo, a recibir a las víctimas y
participar en las ceremonias fúnebres. Anteanoche llegaron 12 de los heridos; a las 3 de
la mañana de ayer y fue el momento más desgarrador llegaron los familiares
que habían viajado a reconocer los cadáveres. A la mañana, la población, bajo la
lluvia, salió a acompañar al cortejo que llevó los cuerpos a un oficio de difuntos
colectivo. Fueron enterrados al anochecer. 
El jueves a las 22.30, por la pista del Aeropuerto Benjamín Matienzo de Tucumán,
empezaron a rodar las camillas y las sillas de ruedas que trasladarían a los heridos.
Acababa de detenerse el avión presidencial Tango-02, que los había transportado desde
Florianópolis. Eran sólo 12 de los 18 sobrevivientes: otros cuatro no están en
condiciones de ser trasladados, mientras que Víctor Hugo Jaime, chofer del micro
accidentado, y Francisco Giménez, dueño de la empresa Giménez Viajes, permanecen
demorados por las autoridades brasileñas.En el hall, sus allegados los esperaban, a ellos
y a los familiares que los habían acompañado en el avión. Había también funcionarios
provinciales y muchos simples ciudadanos de Tucumán, hasta colmar el recinto. Hubo
llantos, pero no hubo desbordes, señaló a Página/12 Marta Martínez, jefa
de la División Salud Mental de la Provincia de Tucumán, que intervino en el amplio
operativo sanitario especialmente preparado. La doctora observó que la situación
más difícil era la de las personas que, después de recibir a un familiar herido,
tenían que prepararse para, más tarde, recibir el féretro con otro familiar, muerto.
Estos estaban como divididos, perdidos. Pocos minutos después de las 3 de la
mañana de ayer aterrizaba el Tango01, trayendo a los familiares que habían ido a
reconocer los cadáveres. Su reencuentro con otros familiares que los esperaban fue
el momento más crudo de todos los de la jornada de ayer, dijo a este diario
Carlos Sica, director del Equipo de Emergencias Psicosociales, que viajó desde Buenos
Aires para colaborar en la atención a los familiares. Durante ese reencuentro terrible se
produjo gran parte de los más de 60 casos de personas con picos de presión arterial,
desmayos o crisis nerviosas, que eran atendidas en el hall mismo por los médicos y los
psicólogos. A las ocho menos diez de la mañana, el Hércules C-130 que traía los
cadáveres aterrizaba enorme y borroso bajo la llovizna que ya no cesaría. En el
Benjamín Matienzo había una multitud. El gobernador Julio Miranda encabezaba la
delegación oficial. Guardias de honor de la policía aeronáutica y de cadetes de la
policía tucumana acompañaron el desembarco de los ataúdes. Varios familiares se
desvanecieron y fueron atendidos.El gobierno tucumano había ofrecido un responso
colectivo. Cuatro de las familias prefirieron velar privadamente a su muerto, y los 34
féretros restantes fueron ubicados de a dos en furgones mortuorios. Por la ruta de 15
kilómetros que une el aeropuerto con la ciudad, partió el cortejo. Bordeando todo el
largo del camino, hombres y mujeres silenciosos, bajo la lluvia, aguardaron el paso de los
17 vehículos fúnebres. El oficio de difuntos se efectuó en el Predio Ferial, que
funciona en los refaccionados galpones de la antigua estación de trenes del Ferrocarril
General Belgrano. Ante más de 500 personas, entre sollozos, la misa fue concelebrada por
monseñor José Arbó, vicario general de la arquidiócesis de Tucumán, y por el padre
Miguel Galand. Ya era casi mediodía cuando finalizó el servicio religioso y las familias
comenzaron a retirar los ataúdes hacia sus domicilios o salas velatorias ofrecidas por la
Cámara de Empresas Funerarias de la provincia. A partir de las 6 de la tarde fueron
inhumados los restos. La Municipalidad organizó un operativo para evitar aglomeraciones,
ya que en algunos cementerios se efectuaron varios entierros simultáneos. Al anochecer,
el especialista en emergencias Carlos Sica comentaba que más allá de los momentos
de estallido, como el que hubo en el hall del aeropuerto, el clima era totalmente
depresivo. La gente estaba muy contenida, metida hacia adentro; muy dolida, pero sin
expresiones estentóreas. Es cierto que el operativo de contención fue bueno esta vez, y
hubo mucho apoyo y solidaridad de toda la población.
El regreso de los heridos Anoche
se esperaba el regreso de todos, menos uno, de los heridos en el accidente del jueves en
Brasil. El retorno de los 45 argentinos uno está demasiado grave para ser
trasladado se demoró porque los aviones enviados por los gobiernos del Chaco,
Corrientes y Formosa no pudieron aterrizar en el aeropuerto de Rio do Sul, apto sólo para
naves más chicas. Tuvieron que desviarse al aeropuerto de Navegantes, al cual a su vez
debieron ser trasladados los heridos, en un viaje de cuatro horas por caminos de montaña.
La llegada de los heridos a Corrientes se estimaba para después de la medianoche de ayer.
Otro avión llegaría a hora similar al Chaco, y de allí volaría a Formosa. Los
sobrevivientes son 23 chaqueños, 21 formoseños y dos correntinos. Seis de ellos se
hallan en estado delicado. Anoche no se habían completado los trámites para
repatriar a los cinco fallecidos, ya identificados como Marcia Bogado, de 63 años
(hermana de Floro Bogado, vicegobernador de Formosa); Agustina Carrillo, de 70;
Maximiliano Cantemios, bebé de 4 meses; Carlos Vollman, uno de los conductores del
ómnibus; y María Inés Roch. De todos modos, Juan Carlos Rabbat, titular del Sistema
Federal de Emergencias, quien coordina la repatriación, manifestó su confianza en las
autoridades brasileñas: Si esto se hubiera manejado en términos burocráticos,
todavía tendríamos gente llorando allí; pero dieron prioridad al dolor de los
familiares.
No quiero volver
Los conductores argentinos Víctor Hugo Jaime y Horacio Sotelo acusados de ser
responsables de los trágicos accidentes de tránsito ocurridos esta semana en la ruta
brasileña BR 470, que dejaron un saldo de 44 muertos, 43 de ellos argentinos
permanecerán detenidos en Brasil y serán procesados por homicidio culposo. La
información difundida ayer fue suministrada por el jefe de la Policía Civil de la ciudad
brasileña de Rio do Sul, delegado Roberto Schultz, en cuya jurisdicción ocurrieron los
dos accidentes. Conocida la determinación judicial, Jaime declaró a la agencia noticiosa
brasileña Estado: No quiero volver a Tucumán. Llevaré la muerte de estas 39
personas siempre en mi cabeza.
Cómo prevenir accidentes
La policía brasileña implementará medidas de prevención de accidentes dirigidas
especialmente a los conductores de micros argentinos que transiten por la ruta BR 470, en
la que esta semana volcaron dos ómnibus de turismo, uno de Tucumán y otro de Chaco, con
un saldo de 44 muertos y decenas de heridos. La información fue confirmada a Página/12
por el embajador argentino en Brasil, Jorge Herrera Vega, quien el jueves se reunió con
el ministro de Transporte de ese país, Eliseo Padilla. Están analizando diversas
medidas, entre ellas la posibilidad de que al ingresar al territorio brasileño se les
advierta sobre los riesgos de superar las velocidades máximas, particularmente en los
caminos de montañas y en el caso de los micros de piso elevado, como los que se
accidentaron en los últimos días, que pierden la estabilidad fácilmente, indicó
el diplomático. Otra opción en estudio es que haya puestos camineros a lo largo de la BR
470 con agentes bilingües, que detengan a los vehículos y les alerten a los choferes
sobre la peligrosidad de la ruta. Incluso, explicó el embajador, se baraja la idea de
mostrarles a los conductores fotografías de los accidentes para que estén
conscientes de lo que puede ocurrir si no reducen la velocidad.
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