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Por primera vez trasplantaron a un hombre manos y antebrazos

El paciente, de 33 años, había perdido ambas manos tras un accidente con un cohete. En una cirugía inédita realizada en Lyon, le trasplantaron los miembros de un donante. El desafío es ahora evitar un rechazo. Para los médicos se abre un debate ético. na14fo01.jpg (9707 bytes)
El equipo médico que participó en la inédita cirugía hace los anuncios ante la prensa.
Jean-Michel Dubernard (tercero desde la derecha) ya había realizado el trasplante de una mano.

Página/12 en Francia
Por Eduardo Febbro Desde París


t.gif (862 bytes)  Por segunda vez en el curso de un año, el hospital Edouard Herriot, de la localidad de Lyon, centro de Francia, fue escenario de una primicia quirúrgica mundial. En noviembre de 1998, el equipo del doctor Jean-Michel Dubernard había realizado el primer trasplante de una mano humana. El mismo especialista acaba de llevar a cabo una hazaña quirúrgica aun mayor al trasplantar dos manos y la parte inferior de los antebrazos a un mismo paciente. Dubernard, apoyado por un equipo internacional de especialistas, trasplantó los miembros a un francés de 33 años que había perdido las dos manos hace cuatro años luego de un accidente con un cohete de fabricación artesanal. La intervención quirúrgica duró más de 17 horas y fue, según dieron a conocer ayer fuentes del hospital, de una”complejidad sin igual”. Dubernard precisó anoche que el paciente se encontraba “en perfecto estado”. El trasplante movilizó a un total de 50 personas, entre cirujanos, enfermeras, anestesistas y otros especialistas, de los que se encontraba el australiano Earl Owen, considerado como el “padre de la microcirugía”. Según confió el jefe del equipo, esta vez abordó la operación con “gran serenidad” gracias al éxito y los resultados obtenidos luego del primer trasplante de una mano completa que realizó en 1998 con un paciente de origen neocelandés, Clint Hallam. Este, al parecer, no sólo soportó el trasplante sin ninguna dificultad sino que, además, su recuperación resultó “más plena y rápida de todo lo que se había previsto”. La intervención del jueves, recién revelada ayer, se llevó a cabo en varias etapas: en primer lugar, los huesos del antebrazo del donante fueron fijados al paciente con placas y tornillos, luego se restableció la circulación sanguínea cosiendo las arterias y uniendo las venas principales para, finalmente, armar la estructura de los músculos y los nervios mediante un “vasto operativo de suturación”. Los especialistas advierten ahora que mucho más que la operación en sí misma, el gran desafío que enfrentan los médicos y el paciente pertenece al campo de la inmunología. Se trata de evitar que se produzca un rechazo de los miembros trasplantados, en especial de la piel y la médula ósea. Para evitar este accidente se emplearon cuatro sustancias inmunosupresoras entre las más potentes que existen en el mundo. Con todo, el profesor Dubernard explicó que su paciente siempre seguía expuesto a tres peligros concretos: infecciones a causa de la disminución de las defensas del organismo, diabetes y tumores malignos. Para contrarrestar este riesgo constante, el trasplantado deberá seguir al pie de la letra y a lo largo de su vida el tratamiento inmunosupresor que se empleó durante la intervención. Al igual que había ocurrido con el trasplante anterior, muchos debates éticos agitaron el ámbito médico luego de conocerse este nuevo caso. Para numerosos especialistas, la relación entre los riesgos que se corren y los beneficios obtenidos es “poco razonable”. Sin embargo, los responsables sanitarios, que autorizaron el trasplante, juzgaron, por el contrario, que “la pérdida de dos manos constituía una imposibilidad mayor capaz de justificar una operación y un tratamiento pesados”. De hecho, después de las críticas que suscitó el trasplante de la mano del neocelandés, considerado como una experiencia “meramente funcional”, las autoridades de la Agencia Francesa de la Seguridad Sanitaria fijaron como condición que el trasplante sea doble, “a fin de que el beneficio de la intervención resulte más fácil de demostrar”. El paciente, cuya identidad no fue revelada, presenta un “cuadro personal óptimo” para este tipo de intervenciones. El hombre fue “elegido”entre decenas de personas en espera de trasplante por su actitud “voluntaria, tenaz y su capacidad para soportar los difíciles días de la reeducación”. Los médicos, con todo, se muestran reservados acerca de las perspectivas futuras que abre el doble trasplante realizado en el hospital de Lyon. Antes de determinar si ello constituye o no una esperanza para las miles de personas amputadas -.en Francia hay 1.400.000 casos por año de traumatismo de las manos–,”habrá que esperar un poco, y no sólo tiempo sino otras operaciones semejantes”, dijo ayer el inmunólogo JeanPiere Revillard. Menos reservado que otros profesores, Jean-Michel Dubernard, luego de haber llevado a cabo numerosas experiencias con los animales, consideró que si “los trasplantes compósitos, es decir de varios miembros, son aceptados plenamente por el organismo, no es imposible pensar en que se puedan realizar trasplantes de caras, colocando sobre la estructura ósea de una persona quemada en primer grado la piel, los músculos y los cartílagos destruidos”. Dubernard reveló además que ya había recibido la autorización de los poderes públicos para practicar cinco trasplantes semejantes en el curso de los próximos dos años. Queda, sin embargo, siempre una incógnita que todos los miembros del equipo del hospital de Lyon reconocen:”¿Cómo reaccionará el paciente cuando se mire y tome conciencia de que tiene las manos de un muerto?”. Ese es un aspecto que escapa a la ciencia de los trasplantes y cuya respuesta está en los intrincados meandros de la psicología.

 

Un equipo internacional

El cirujano británico Nadey Hakim estaba en Nueva York dando una conferencia, precisamente sobre el trasplante de mano, cuando recibió la llamada: desde Lyon le informaban que estaba todo listo para iniciar la operación que implantaría las dos manos y antebrazos a un hombre. Hakim -quien colaboró con Dubernard en el trasplante anterior– había sido convocado nuevamente para conformar el equipo de 20 cirujanos. Poco después del llamado estaba en un avión volando hacia Lyon: cuando llegó, la operación ya se había iniciado y él se sumó al equipo. Con él estaba el australiano Earl Owen, cuatro italianos y el equipo francés de Dubernard.“Al trabajar 20 personas sobre un cuerpo es una cirugía muy difícil -afirmó–. Hay que coordinar el trabajo en ambos lados.” El equipo de cirujanos ya se había reunido para fines de diciembre para de discutir la operación, pero entonces no había donante disponible.Una vez que el donante apareció, la cirugía se programó con urgencia. No se reveló el nombre del donante, aunque sí se sabe que ambos miembros provinieron de la misma persona. Tampoco se dio a conocer la identidad del paciente, pero sí algunas de sus características. Se sabe que trabajaba pintando casas, que es originario del sudoeste francés y que sufrió la amputación de ambas manos por encima de las muñecas en un accidente: jugaba con sus sobrinos y le explotó en las manos un cohete.

 

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