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No es una diferencia usual para un partido de este tenor. Hubo condicionantes, sin duda, y la ventaja no puede leerse literalmente. Pero, ¿qué les importará eso a los hinchas de River? El campeón le hizo tres a Boca, le ganó en Córdoba el primer superclásico del verano con estricta justicia y mañana puede festejar su primer título del 2000. Mientras el partido fue digno es decir, hasta que la pretemporada se cobró víctimas de músculos agarrotados, la sensación fue la de que River se lame mejor sus heridas que Boca. El campeón tiene tres titulares con Pekerman Aimar, Saviola, Placente y sin embargo sufrió menos las ausencias que su eterno rival, más aquejado en el fondo con la falta de Samuel que adelante con la presencia de Barijho.Y esa diferencia se vio patentada en la practicidad con la que River liquidó el partido. Porque Boca lo había ahogado en el arranque, aprovechando que en la banda no terminaban de ponerse de acuerdo sobre quién iría de enganche, quién cumpliría el papel de reemplazante de Aimar. Una vez que Zapata fracasó y Gancedo se acomodó en el papel, River estuvo en condiciones de aplicar su fórmula ventajista.A los 16, Boca cedió un corner sobre la izquierda. Gancedo ejecutó pasado, Angel le ganó el salto a Matellán (¿habría ganado saltando con Samuel?) y le bajó la pelota, mansita, a Cardetti, que la acomodó con la rodilla izquierda y le pegó con la derecha, de media vuelta, haciendo estéril el paso de ganso de Córdoba y Serna, ambos sobre la raya.Hasta ese momento, Boca había sido superior, pero en esa jugada River demostró quién era el más inteligente. Esa fue la otra conclusión que quedó cuando el partido pasó a ser uno más de la ristra del verano: el campeón supo jugar con más inteligencia sus flaquezas. En cambio, Boca, que siempre controló más la pelota, sufrió demasiado sus necesidades, porque el fondo trepidó cada vez que Angel o Cardetti pegaban la acelerada (para colmo Bermúdez se tuvo que ir a la media hora, con un tirón producto del regreso a la actividad, y Traverso tampoco fue solución), La Paglia no pudo hacer girar a su alrededor al equipo y lo que el Mellizo Guillermo construyó, el Tony Barijho no pudo habilitar.Eso que tuvo chances: un tiro de fuera del área de Serna, una monumental apilada de Guillermo, que pasó a Franco, Yepes, Gancedo y hasta el mismo La Paglia, para rematar sobre el cuerpo de Bonano, una corrida del Leche por izquierda que Coudet echó al corner, un rebote que Barijho no pudo conectar en el área chica. Parado de contragolpe, usufructuando la velocidad de Cardetti, River mantuvo la relación de fuerzas, contestando (aunque no en la misma frecuencia, es cierto) los infructuosos embates de los jugadores de Bianchi. Como era obvio, el ritmo que había sido muy interesante hasta los 35 de la primera mitad decayó y el partido se jugó con un manejo extremo de los tiempos. Con esa lectura, River volvió a pegar un golpe de nocaut sobre el cuerpo del desorientado Boca. Gancedo cruzó una pelota profunda sobre la espalda de Traverso, Angel superó en la carrera a Córdoba con un ligero toque a la pelota, y luego definió con la cara externa del botín derecho, los benditos tres dedos, sobre el cierre inútil del marcador central. River siguió estando más cerca del gol con un remate de Ledesma en el travesaño que Boca con la media vuelta de Navas en el área que tapó Bonano. Guillermo desapareció, Serna se lesionó también, Delgado (que entró por Gustavo) ni desentonó ni desequilibró. Por eso, cuando Córdoba metió con la pierna, involuntariamente, el furibundo remate de Ledesma que había pegado en su palo, nadie se extrañó.
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