La cantante
mexicana Gloria Trevi, detenida en Río de Janeiro junto con su empresario y compañero
sentimental, Sergio Andrade, llegó a cambiar cuatro veces de residencia en esta ciudad en
su intento de impedir que la policía la localizara. Sabíamos que estaba en Río de
Janeiro desde hacía algunos meses, pero sólo conseguimos localizarla ayer. Ella
utilizaba varias estrategias para impedir que la rastrearan: no sólo cambiaba
constantemente de residencia sino que daba nombres y direcciones falsas, contó ayer
un portavoz de la Policía Federal brasileña. Según nuestros registros, ellos
entraron legalmente a Brasil, y utilizando sus nombres verdaderos, hace cerca de un año
por el aeropuerto internacional de San Pablo y tras haber estado en Argentina y Uruguay.
Sólo iniciamos la búsqueda en setiembre pasado, cuando la Interpol nos pidió
ayuda, agregó. Antes de localizarlos en el turístico barrio de Copacabana, los
agentes federales siguieron la pista de los prófugos por diferentes residencias
alquiladas en los municipios vecinos de Pedra de Guaratiba y Araruama, y en Tijuca, un
tradicional barrio de clase media de Río de Janeiro donde estuvieron hasta diciembre.
Trevi llegó a presentarse ante la Policía Federal en un intento por renovar su visa de
turista, y hasta alquiló un locker en un local de guarda equipajes en el centro de Río
de Janeiro. En ambos casos suministró direcciones falsas para evitar que la localizaran.
A sus vecinos en el edificio en Copacabana les dijo que se llamaba Carmen y que era
una turista, agregó la fuente. Gloria Trevi, Andrade y la también cantante María
Raquel Portillo, conocida como Mary Boquitas, fueron localizados y detenidos
en el apartamento 401 de un modesto edificio ubicado en el número 136 de la calle
Domingos Ferreira, en Copacabana. La pareja, prófuga desde diciembre de 1998, cuando la
fiscalía del estado mexicano de Chihuahua ordenó su detención en un proceso por
corrupción de menores, había alquilado el apartamento el 17 de diciembre por 1500 reales
mensuales (unos 800 dólares) y, por haberlo hecho en la calidad de turistas y sin
presentar documentos, debía desalojarlo a fines de enero. Antes de que volvieran a
cambiar de residencia, y un día después de que el Supremo Tribunal Federal de Brasil
ordenara su detención preventiva ante una petición de la justicia mexicana, los tres
turistas fueron detenidos por la Interpol. Tras ser interrogados por unas cinco horas en
las dependencias de la Policía Federal en Río de Janeiro, en un procedimiento en el que
estuvieron acompañados por funcionarios del consulado mexicano y por el abogado
brasileño Gerardo Cantú, los tres fueron recluidos en el complejo carcelario Frei
Caneca. Trevi y Portillos pasaron la noche en la penitenciaría Nelson Hungría uno
de los pabellones femeninos del complejo carcelario junto con varias presas comunes.
Andrade, por su parte, fue recluido en uno de los pabellones masculinos del mismo complejo
carcelario. Ellos tendrán que permanecer en el presidio hasta que la Justicia
brasileña determine su suerte, aseguró el cónsul general de México en Río de
Janeiro, Arturo González, quien explicó que dará a los famosos detenidos el mismo
tratamiento que daría a cualquier ciudadano de su país preso en Brasil.
Obviamente, daremos la asistencia consular normal, aunque ellos tienen su propio
abogado, agregó González, para quien los tres detenidos reaccionaron con
tranquilidad a su prisión en Brasil: No hubo histeria, aunque sí
preocupación. Sobre el proceso de extradición, el vocero de la policía explicó
que, hasta ahora, México sólo envió una petición de detención preventiva y ahora
tendrá que enviar la solicitud de extradición para que el Supremo Tribunal Federal de
Brasil la juzgue. El abogado del trío, en tanto, afirmó que sus defendidos no pondrán
ningún tipo de traba al proceso de extradición, y que aceptarán viajar a México para
responder a las acusaciones que se les imputan, ya que ella considera que todas las
acusaciones son falsas. Cantú declaró al diario mexicano Reforma que confía en
lograr la libertad de Trevi una vez que ésta llegue a México. El subprocurador mexicano
Eduardo Ibarrola, encambio, opinó que los delitos cometidos por el clan Trevi
podrían significar nueve años de cárcel.
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