Por Horacio Bernades
El
cine argentino debe recuperar mercados, tanto en el orden interno como en el externo.
Hasta ahora no se entendió lo suficiente que una de las funciones del cine es la de
servir como carta de presentación de un país y una cultura, y es necesario relanzar esa
idea. En sus primeras declaraciones, José Miguel Onaindia delineó ayer Página/12
las principales líneas de su gestión al frente del Instituto de Cine y Artes Visuales.
Este abogado de 45 años, que asumirá el lunes, tiene como principal tarea el saneamiento
financiero y administrativo del Instituto, que la administración Mahárbiz dejó con un
rojo considerable. Una auditoría ordenada por el Gobierno como paso previo a
la llegada de nuevos funcionarios parece estar arrojando numerosas pruebas de mala
administración de fondos y asignación de gastos. Onaindia atendió a este diario en su
estudio de Congreso, donde viene manteniendo una serie de reuniones con distintas
personalidades del medio cinematográfico, como paso previo a su asunción. Abogado
constitucionalista y profesor universitario, el inminente funcionario se confiesa un
espectador de cine fiel y consecuente. Aprendí el lenguaje del cine antes que el
lenguaje hablado. El cine me inició en las otras áreas del conocimiento, desde las artes
plásticas hasta la filosofía. Incluso mis primeras nociones de derecho las tuve gracias
al cine. Durante la entrevista, y aun reconociendo el peso del paquete
heredado, el nuevo director del Incaa se manifestó optimista con sobre el
futuro.Usted es abogado. ¿Puede suponerse que una de las puntas de lanza de su
gestión será promover un ejercicio eficaz de la Ley de Cine?Esa es una de las
prioridades. La Ley de Cine vigente es una importante conquista del medio
cinematográfico, en tanto apunta a fomentar, ordenar y jerarquizar la producción. Estoy
familiarizado con esa ley, ya que en mi actividad profesional atendí a numerosos
particulares del medio cinematográfico. Pero, como toda ley, necesita una reglamentación
específica, para que la letra no viole el espíritu con que fue redactada y sancionada.
Mi primer objetivo como director del Instituto es promover un decreto reglamentario, para
ajustar el cuerpo de la ley y darle claridad normativa. La necesidad de una
reglamentación es compartida por los distintos sectores de la industria del
cine.Según adelantó el secretario Darío Lopérfido, usted recibe una pesada
herencia.Así es. En los próximos días quedará concluida la auditoría que
dispuso el secretario de Cultura, por lo cual todavía no es posible hacer números
definitivos sobre el estado de situación. Pero sí puedo adelantar que el
rojo de la administración Mahárbiz asciende a unos 31 millones de dólares,
aproximadamente. Una vez que se sepa con exactitud la composición de esa deuda, habrá
que empezar a ver de qué modo se le hace frente, y cómo se corrigen, de aquí en más,
los vicios heredados.La industria esta parada y en el Instituto no hay plata para
afrontar sus deudas¿Cómo piensa resolverlo?Urge una solución de ese problema, ya
que la del cine es una actividad estacional, y es justamente en estos meses que muchas
producciones están en rodaje, o a punto de comenzarlo. Hasta tanto no reciban el importe
correspondiente a los créditos acordados, esas producciones no pueden completarse, y
varias de ellas debieron suspenderse. Lo que puedo adelantar es que de nuestraparte
existe, como ya lo ha hecho saber reiteradamente el secretario de Cultura, la voluntad
política de hallar una solución, y se hallará.Una vez solucionado ese problema,
¿qué líneas guiarán su gestión?El cine argentino debe ir al rescate del
público perdido, en el orden interno y en la recuperación de mercados del exterior, que
alguna vez tuvo y perdió. No hay que olvidar que, en los años 30 y 40, al cine argentino
le iba muy bien en lo interno, y tenía una fuerte capacidad de exportación a los países
hispanohablantes. Esa potencialidad debe recuperarse, y habrá que apelar para ello a las
medidas de fomento necesarias.¿Esas medidas de fomento incluirían alguna clase de
regulación en lo que hace a la competencia del cine argentino con el de
Hollywood?Yo no hablaría tanto de regulación como de restablecer la
comunicación de las películas argentinas con el público. Hace unos días estuve en
España, y pude comprobar que el cine local está muy fuerte, con una gran capacidad de
producción y muy buenas cifras de público. A eso hay que tender. En cuanto a las medidas
concretas, las veremos en el curso de los próximos días. No se olvide de que todavía no
asumí el cargo. De todos modos, todo lo relacionado con la producción y la recuperación
industrial estará a cargo del subdirector del Instituto. Mi tarea específica es sanear y
reordenar el funcionamiento administrativo, legal y financiero de la actividad, hoy
seriamente deteriorado, y a eso pienso abocarme.
Otra semana de decisiones
El designado interventor José Miguel Onaindia se reunirá por
primera vez con las entidades del mundo cinematográfico el martes que viene, un día
después de su primer día de trabajo en el Instituto. En esa reunión estará presente el
secretario de Cultura y Comunicación, Darío Lopérfido, y se calcula que para entonces
estará definido el nombre del subdirector del Incaa. Ayer, el nombre que sonaba para
ocupar ese cargo era el del productor independiente Pablo Rovito. Uno de los más fuertes
opositores a la gestión Mahárbiz y conocedor a fondo de todos los mecanismos que rigen
la actividad, durante la etapa preeleccionaria, Rovito formó parte (junto a Lita Stantic,
Manuel Antín y Beda Docampo Feijóo) de los equipos del Instituto Programático de la
Alianza, organismo que agrupó a los think tanks del radicalismo y el Frepaso. Stantic es
la otra candidata al cargo. Rovito ya se reunió con Onaindia. |
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