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OPINION
El folletín de Urgencias Médicas 2000
Por María Moreno

Conocíamos la fábula de Martín Thompson entrando en la Casa de Ejercicios disfrazado de aguatero para visitar a su amada prohibida Mariquita Sánchez –al menos en la versión de la película El grito sagrado–, la de Patricio Kelly escapando de Ushuaia vestido de mujer. Ahora tenemos la del dealer camuflado de médico que, de paso, ha sido descripto por el doctor Alvarez de acuerdo al image bank de la revista Cabildo: barbudo y desaliñado. Conocíamos también el corazón eléctrico que se prende y se apaga en la iconografía de la Virgen de Luján, ahora conocemos el corazón tecnicolor cortado en fetas de milanesa con el que se tienen tête à tête misteriosos. Y más elementos para este folletín de Urgencias Médicas: Maradona habla por Fox Sports con una mezcla berreta de Savater y Beatriz Sarlo para denunciar a los medios que buscan las causas antes que informar sobre los efectos, hace gala de la piscología progresista que debe habérsele colado en alguna entrevista terapéutica para concluir que su influencia en los niños es nula en relación a la de la madre –pone el ejemplo de que si Susana Giménez se pintara el pelo de verde, el hecho de que sus hijas lo hagan dependerá exclusivamente de Claudia–. Señala el escándalo de que un país se detenga masivamente para registrar el momento preciso en que un famosos se une a su objeto de goce, la droga, y se pone interesante cuando diferencia –balbuceando, seguramente dopado por algún dealer legal, el médico– entre ser un “enfermo” y estar a favor de la droga. Abrazado mafiosamente como siempre a su esposa, nombrando a las hijas en un conjuro que convive perfectamente con la promoción de la pena de muerte, certifica una vez más su adhesión a Guillermo Cóppola remozando una imagen de la amistad entre varones que no se veía desde que Martín Fierro soñara vivir con Cruz arriba de un cuero, desnuditos y mateando como tórtolos en la pampa bárbara.Es que para el 2000 necesitamos mitos diferentes.Gardel se parecía a Greta Garbo en su petrificada pureza, remitía a lo alto, a lo sublime (la mirada y las cejas levantadas) y lo que perdura (los dientes) en la calavera.. No es que Gardel no haya sido un hombre sino que su mito lo ubicaba más allá de los hombres. Es un bronce que ¡encima sonríe! Borges transmite una castidad de hombre encerrado a solas con el universo. Estos mitos transmiten que si alguien sublima tan bien sus instintos –a través de una actividad extraordinaria– ya no quiere saber nada con humanos apetitos y de paso facilitan el resentimiento, la certeza de que toda ventaja debe pagarse con sangre haciendo de alguien un “ni fu ni fa”.En ese sentido Maradona encarna un mito diferente que no sólo se encarna en su cuerpo entero y de la cintura para abajo –la Patria en las piernas– sino que nadie olvida el punto crucial que se sitúa entre ellas aunque se preste atención más a sus narices. Maradona es un mito argentino de goce, en ese sentido se parece más al encarnado por el general Perón que se hacía hacer cosquillas en los bolsillos por las chicas de la UES y tenía devoción por desposarse con chicas de la farándula. Al revés de Gardel, Borges y Perón, que no tuvieron hijos –lo extraordinario no se heredaría, sería un corte, no un punto en medio de una sucesión–, Maradona tuvo hijas que podrían pintarse el pelo de verde si hubiera una madre culpable. Y por esas hijas, si alguien las atacara, dice que mataría, se haría terrorista –¿será por eso que le tienta ir a Cuba?–. Claro que, tanto por su doble moral como por conocer la lógica de la adicción promete que no va a hacerlo más pero que no está seguro. Lo que queda intacta es su omnipotencia: si desafió esta gambeta –que lo llena de orgullo– podría desafiar otras, más allá del Barba. ¿Acaso no llegó a tutearse con su corazón-milanesa y a tratarlo de chabón. Seguramente le encantaría conocer la frase que Jean Cocteau le dedicó al opio: “Noesperéis de mí que traicione. El opio sigue siendo único, naturalmente, y su euforia superior a la de la salud. Le debo mis horas perfectas. Es lástima que en vez de perfeccionar la desintoxicación, no intente la medicina hacer el opio inofensivo”.

 

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