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Aliancistas perdidos en la selva de la Justicia

El ministerio que conducía Raúl Granillo Ocampo se caracteriza por el exceso de personal, las contrataciones “injustificadas” de servicios, las compras sin control, las obras que duplican su valor real, los sobreprecios y la duplicación de esfuerzos.

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Granillo Ocampo creó siete Registros de Propiedad del Automotor en 90 días.
Hubo menos de dos meses para preparar los pliegos de la Ciudad Judicial, un negocio de 540 millones.

Por Irina Hauser

t.gif (862 bytes)  ”Este lugar es una selva”, exclamaron, en alusión al abundante verde de los ficus y palos de agua en sus nuevas oficinas, los empleados y funcionarios que ingresaron al Ministerio de Justicia con el gobierno de la Alianza. La apreciación se corresponde con las conclusiones que aparecen en un informe reservado sobre la gestión menemista en la cartera que conduce ahora Ricardo Gil Lavedra. Según los datos, que fueron elevados al presidente Fernando de la Rúa, se hicieron “contrataciones injustificadas” de bienes y servicios –por ejemplo, de limpieza y ornamentación– y en algunas de ellas se habrían pagado sobreprecios millonarios. El documento también cita “contrataciones excesivas e injustificadas de personal”, la creación de siete Registros de Propiedad del Automotor en el tiempo record de un mes y medio, y la realización de obras públicas con un modo de financiación que duplica su valor real. Para dejar en evidencia el descalabro administrativo que el gobierno de la Alianza recibió como legado de la era de Carlos Menem, y de paso atenuar el impacto del impuestazo, De la Rúa ordenó a cada ministerio hacer un diagnóstico de la situación al momento del pase de mando. Entre los informes, que también fueron entregados a la Jefatura de Gabinete, el del Ministerio de Justicia parece ser uno de los que reviste mayor gravedad. Fue confeccionado por el área de Administración, la de Política Criminal y Asuntos Penitenciarios y la de Justicia y Asuntos Legislativos. “Se ha advertido el presunto pago de sobreprecios en las contrataciones de bienes y servicios y contrataciones excesivas e injustificadas de personal. Además no respondieron, en muchos casos, a las necesidades reales del ministerio”, dice el parte de Justicia acerca de los tiempos de Raúl Granillo Ocampo. Excesos. Funcionarios que conocen la investigación de cerca explicaron a Página/12 que se detectaron pagos indiscriminados, entre otras cosas, en concepto de limpieza y mantenimiento. Señalaron también la creación de programas “sin razón de ser, y con numerosas personas contratadas que respondían a fines político-partidarios con un alto costo para el Estado”. Como ejemplo citaron el “Plan Social”, integrado por unos 70 contratados y cuya finalidad era dar asesoramiento jurídico a la comunidad y mediar en conflictos, una actividad que –dijeron las fuentes– “en realidad es competencia de la Ciudad de Buenos Aires”. “Una prueba de que eran planes para nombrar amigos es que ante muchos de los contratos que ya cortamos nadie se quejó.” Siete registros siete. Después de que el justicialismo perdiera las elecciones, el ministerio menemista de Justicia creó siete registros del automotor entre el 24 de octubre y el 10 de diciembre del año pasado. Si ese ritmo se mantuviera, se crearían unos 84 registros por año. Toda una marca teniendo en cuenta que en total existen 700. Según señalaron integrantes de la gestión pasada, “la asignación de los registros fue piloteada por Roberto Martínez, que era el secretario de Granillo”. Pago doble. De acuerdo al sistema de leasing elegido por el gobierno de Menem para financiar algunas obras públicas, el Ministerio de Justicia tendrá que afrontar este año un déficit de 23 millones de pesos, un 20 por ciento del presupuesto que viene manejando. Con esa modalidad financiera, un tercero solventa la construcción y el Estado recién la abona una vez terminada. El informe ministerial advierte: “Con este procedimiento se paga una altísima tasa de interés (alrededor del 16 por ciento) que esconde sobreprecios”. El gobierno actual tendrá que hacerse cargo de varios proyectos heredados del anterior. Uno de ellos es el de la futura cárcel de Salta (Centro Federal Penitenciario del Noroeste Güemes), cuyo costo fue fijado en unos 50 millones de pesos aunque su valor real es de 26 millones, según detalló un funcionario de la cartera. Una situación similar se registró con las cárceles de Mercedes y de Ezeiza. En el caso de Salta se encontró otra irregularidad: a pesar de que la Dirección de Asuntos Jurídicosdictaminó que debía hacerse después del 18 de diciembre de 1999, el trámite fue adelantado y la preadjudicación se hizo el 6 de diciembre. Ahora el ministerio la está revisando y podría revocarla. La licitación para la construcción de la Ciudad Judicial es otro de los asuntos citados como controvertidos en el documento. “La venta del pliego comenzó el 14 de octubre y la apertura de sobres estaba prevista para el 6 de diciembre. En ese período no se puede preparar decentemente un proyecto con un precio base de 540 millones de pesos”, explicó uno de los funcionarios que participó en la confección del documento. Finalmente, en la fecha límite se presentó un solo oferente, de modo que no hay propuestas para contrastar. A esta altura todo hace pensar que el Ministerio de Justicia Terminará dejando la licitación sin efecto.

 

López Murphy,el lacónico

Cada uno de los ministros que integran el gabinete de Fernando de la Rúa elaboró un informe de situación de la cartera que deberá conducir, después de una década de gestión menemista. Algunos de los reportes superaron las cuarenta páginas debidamente encuadernadas. Otros se sujetaron a un resumen de veinte hojas. Pero el colmo de la síntesis corrió por cuenta del Ministerio de Defensa. A Ricardo López Murphy le bastó una carilla para describir la situación de su cartera. En ella sólo destaca dos puntos: el atraso en los suplementos salariales del personal de la Fuerzas Armadas y la necesidad de contar con mayores recursos para solventar los gastos militares “sometidos a un presupuesto enormemente exigente”. En pocas palabras López Murphy pide plata, y reniega de los ajustes; en pocas palabras.


 

Relaciones exteriores debe 51.800.000.
Una cancillería endeudada

t.gif (862 bytes) Guido Di Tella dejó una deuda de cerca de 52 millones de pesos en el Ministerio de Relaciones Exteriores. El dato es la principal conclusión de un estudio sobre el estado de la cartera que realizó la Alianza, en el que también se señala que existe un “sobredimensionamiento de plantas de personal”, “registros deficientes de los bienes del ministerio” y “falta de mecanismos de control en los fondos girados al exterior”.El informe elaborado por la Subsecretaría de Coordinación de la Cancillería se terminó de realizar el diez de enero y está en manos de De la Rúa, Rodolfo Terragno y de Adalberto Rodríguez Giavarini. Son dos prolijas carillas que describen el cuadro encontrado en la cartera que condujo Di Tella desde marzo de 1991. La finanzas del ministerio, según la investigación, muestran una deuda que redondea los 51.800.000, dividida en tres rubros: sueldos y aportes patrimoniales por 6.300.000; gastos de funcionamiento por 8.500.000 y un haber negativo en los organismos internacionales (pagos que la Argentina realiza a la ONU, la OEA, etcétera) por 37 millones de pesos.“La situación configura un grave arrastre para el ejercicio en curso ya que deberán solventarse las deudas citadas sin que tal hecho fuera contemplado en la elevación y consiguiente aprobación del presupuesto 2000”, señala el documento. Y advierte que las deudas son “impostergables, ya sea por las consecuencias legales que acarrean como por el daño que provocaría en la imagen del país en el exterior (ejemplo: reclamos laborales, pérdida de votos en organismos internacionales, desalojos en sedes diplomáticas, cortes de servicios básicos)”.Además del estado financiero, el informe detalla el cuadro del personal de la Cancillería. Existen 1482 personas que trabajan en el ministerio y 556 empleados bajo el régimen de contratos, a los que suman 1332 empleados de otros países que cumplen funciones en las embajadas y consulados. La auditoría realizada por la Alianza detectó “sobredimensionamiento de plantas de personal en algunos destinos en el exterior, especialmente en países limítrofes y ciudades capitales importantes”; “traslado de personal administrativo al exterior sin justificación, con el consiguiente aumento de costos”; y “tareas de responsabilidad administrativas en manos de contratados no pasibles de acciones sumarias”.

 

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