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Por Silvina Szperling Lo de la rivalidad entre las figuras de la danza es un mito. A mí me encanta, por ejemplo, ver bailar a Iñaki Urlezaga, y fue una gran alegría que, siendo primer bailarín del Royal Ballet de Londres, pudiera estar en la inauguración de la muestra. Lo demás lo decide el público: a unos le llegará más uno u otro. A nosotros, tanto con Maximiliano, como con Paloma, nos gusta estar juntos, asegura Julio Bocca a Página/12, recordando la inauguración de Andanzas, la muestra que seguirá hasta fin de este mes en el Palais de Glace. Una megamuestra que tendrá como broche de oro la actuación del propio Bocca y su Ballet Argentino, el sábado 29, culminando el 30 con un gran baile popular con orquesta de jazz en vivo, ambos al aire libre. Antes y después de ello, Bocca tiene la agenda bien ocupada: en estos días lleva adelante una gira por la costa (esta noche en Pinamar, los días 20, 21 y 22 en el Hotel Conrad de Punta del Este, y los días 24, 25 y 26 en el Auditorium de Mar del Plata). Después, el bailarín viajará a New York, donde lo esperan diez semanas de representaciones de la comedia musical de Broadway Fosse, basada en la vida del coreógrafo Bob Fosse. Andanzas se presenta como un verdadero festival para amantes del género, que incluye una variada gama de espectáculos, clases y charlas a cargo de figuras y grupos de la danza académica y de la popular, incluyendo tango, zapateo americano, jazz, bailes de salón y folklore local, así como danzas armenias, hindúes, japonesas, africanas y griegas. En este amplio abanico de actividades se destacan los homenajes a personas de peso en el desarrollo de la danza clásica argentina, como Raúl Candal, Silvia Bazilis, Raquel Rosetti o Paloma Herrera, así como a toda una constelación de maestros de la danza contemporánea: desde María Fux, pasando por Mauricio Wainrot al frente del Ballet del San Martín, Ana María Stekelman, Susana Tambutti, Margarita Bali o Ana Deutsch, hasta Roxana Grinstein. Dentro de este ciclo de homenajes, el que rindieron a Oscar Araiz, Julio Bocca en su calidad de anfitrión e Iñaki Urlezaga poniéndole el cuerpo a Tango en gris en el escenario construido en el primer piso del Palais de Glace, se definió por su carácter de ceremonia íntima, pero a la que, como dijo Araiz, no faltó nadie de los que tenían que estar. Congéneres de Araiz al que, no obstante su contemporaneidad, llaman maestro, algunos compañeros/dirigidos del primer Ballet del San Martín sobre fines de los 60 y comienzos de los 70, como José Carlos Campitelli, Ana María Stekelman y Doris Petroni, acudieron a la cita. Disfruto mucho de bailar este tango en homenaje al maestro, ya que fue la primera coreografía contemporánea que interpreté, comentó a Página/12 Urlezaga acerca del solo, fragmento de la coreografía Tangos que Araiz compuso en los 80 sobre música de Atilio Stampone y que unos pocos advertidos o visitantes ocasionales de la muestra pudieron disfrutar. Más allá de los espectáculos puntuales que casi todos los días habrá en el Palais de Glace, la muestra está constituida por una colección de obras plásticas, fotos, videos y objetos en exhibición permanente. No podía faltar la sección cibernética, en donde con el auspicio de un conocido servidor de Internet, varias computadoras permiten al visitante navegar por la página web de Julio. O el sector de las celebridades, integrado por fotos en las cuales Bocca baila un tango con Liza Minelli, recibe tímido la felicitación de Lady Di o sostiene en sus brazos al Luthier Daniel Rabinovich. O la sección Eros y tánatos, conformada por las fotos publicadas en la revista Playboy donde posa junto a Eleonora Cassano. Las pinturas y esculturas fueron especialmente elaboradas por diversos artistas a pedido de Bocca y su manager, Lino Patalano, alma pater de la megamuestra. El eclecticismo imperante entre éstas no asegura un nivel deelaboración del objeto en común (el propio bailarín), aunque permite a algunos artistas engancharse con la idea de movimiento y generar un pequeño mundo propio, como el caso de Josefina Robirossa, Berta Teglio o Alberto Rebechi en bidimensión, y Pájaro Gómez o Hernán Dompé en volumen. Pero la que más llama la atención y demuestra captar el espíritu de Bocca es la instalación alrededor de una obra de Carlos Alonso, rodeada de espejos. Según dónde se sitúa el espectador, puede o no verse incluido en la imagen. La instalación se ubica cerca del sector de exposición de piezas de vestuario, que atraen instantáneamente apelando posiblemente al fetichismo humano, y donde puede verse un pequeño chaleco que su madre y mentora, Nancy Bocca, le confeccionó a los siete años. Es muy fuerte encontrarme con todos estos recuerdos de cosas que había olvidado. Soy consciente de que esto significa también un movimiento publicitario, pero lo que más me interesa es convocar al público. Que la gente pueda conocer un poco más, a través de las charlas con bailarines, coreógrafos, escenógrafos, vestuaristas. Y los homenajes a tantas personas queridas y respetadas: en lugar de esperar, hacérselos cuando todavía están entre nosotros. El objetivo es generar más público para la danza. ¿Lo cansa a veces este alto grado de exposición pública? .-Y sí; me gustaría salir todas las noches, o tomarme el subte cuando hay mucho quilombo de tránsito, y eso no lo puedo hacer. Pero conseguí otras cosas y acepto las reglas del juego: me quedo en casa tranquilo, salgo de vez en cuando y vivo de otra forma. ¿Cómo se siente físicamente a medida que pasan los años? .-Yo me siento bárbaro. Vengo del ensayo general de dos obras de Martha Graham para las que Ken Topin ha venido especialmente de Nueva York a reponer para el Ballet Argentino. Me parece alucinante poder tener en el repertorio de la compañía estas obras maestras, Diversion of angels y Act of lights, que significaron un esfuerzo tremendo para todos los bailarines, quienes nunca habían hecho nada de técnica Graham. Quizás los chicos todavía no se dan cuenta, pero para mí es una satisfacción enorme y me dan muchas ganas de seguir bailando. ¿Le interesa coreografiar? .-No. Sólo me gusta dar ideas, o adaptar un movimiento. En realidad, disfruto siendo instrumento de otro.
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