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Por Marina Caporale El presidente Marcelo T. de Alvear firmó un decreto por el que se devuelve a los indios tobas las tierras que perdieron durante la conquista española. La noticia data de 1924 y hoy parece un poco añeja. Pero no lo es: recién a fines del 99 se aplicó la oxidada norma. Ahora, cerca de 5000 tobas, los últimas que habitan el país, tienen que repartirse el terreno y reubicarse en la zona tropical de la provincia del Chaco, en los alrededores de un pequeño pueblo llamado Río Bermejito. Hasta allí llegó un grupo de alumnos de la Universidad Nacional del Nordeste, para planear y poner en práctica un programa que ayude a los tobas a recuperar la zona donde vivían sus antepasados. Esta es una forma de romper la desarticulación entre la universidad y la sociedad. Queremos mostrar que, con muy poca plata, se puede contribuir al desarrollo de la comunidad fortaleciendo la capacidad de acción de los gestores sociales, dijo a Página/12 Augusto Pérez Lindo, profesor titular de la maestría en Desarrollo social que encarna el proyecto. El decreto de Alvear tardó 75 años en aplicarse y recién el 30 de noviembre del año pasado las pocas familias tobas que quedan en Argentina recibieron el prometido título de propiedad, que las convierte en dueñas de 150 mil hectáreas ubicadas en los alrededores de los ríos Teuco y Bermejito, en el Chaco. Ahora, se enfrentan con el desafío de organizarse para compartir un territorio común (el título es de carácter comunitario) y emprender proyectos productivos de desarrollo. La función de la universidad será brindar asistencia técnica para la puesta en marcha de estos proyectos, dijo Pérez Lindo, que también es titular de una cátedra de Filosofía en el Ciclo Básico Común de la UBA. La restitución de las tierras se produjo después de una década de lucha de la asociación toba Meguesoxochi. Un alumno de la maestría, Eric Dechamp, belga y de la asociación europea Interactions, también acompañó a los indígenas durante todo el proceso. Estamos muy contentos porque una lucha de tantos años desembocó en algo positivo y concreto, comentó Dechamp, que trabaja en el Chaco desde el 85 junto a su esposa, una mujer toba. Los integrantes de la maestría vamos a hacer varias tareas prácticas en la zona contó. Vamos a dar apoyo en la preparación de un censo de la comunidad toba, en la elaboración del reglamento interno para la ocupación del territorio y en el armado de un programa de apicultura.Otro desafío pendiente es relocalizar a cerca de 250 mil personas que hoy ocupan el campo restituido a los tobas: los criollos, dijo Dechamp. Son descendientes de provincianos, no de inmigrantes ni de tobas. Su modo de subsistencia es similar al toba, porque cazan y pescan, pero no llevan una vida nómade. Tienen una forma de vida muy precaria, con muchas necesidades básicas insatisfechas, dijo Luis Zago, alumno de la maestría. La Universidad del Nordeste también prometió colaborar con los criollos dando capacitación en organización social y elaborando proyectos productivos. Fue Zago, un veterinario que trabaja con los tobas desde hace cinco años, quien planteó, junto con Dechamp, el problema de los tobas como un posible objeto de estudio de la maestría. El director y mis compañeros se entusiasmaron. En abril empezamos la maestría y en mayo ya estábamos trabajando con los tobas. Armamos un grupo de cinco personas y encaramos todas las materias del curso pensando en el desarrollo de las 150 mil hectáreas, contó. Ahora, Zago coordina del equipo multidisciplinario de la universidad e impulsa un programa apícola para todos los tobas de la región. La apicultura es una actividad que se da muy bien en la zona. Si se hace a gran escala, los tobas podrían vivir de eso, se entusiasmó. El director y los alumnos de la maestría están convencidos de que sólo lograrán un verdadero desarrollo con la participación activa de los propios interesados. Estamos tratando de armar un modelo de planificación diferente, que no se imponga desde arriba. Un modelo de gestión dondeinteractúen todos los actores de la zona que, en este caso, son las asociaciones Meguesoxochi, El Fortín (criolla), Interactions, la Municipalidad de Río Bermejito, el Instituto de Colonización del gobierno provincial, y el equipo técnico de la universidad, detalló Zago.
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