Por Raúl Kollmann
El 1º
de enero del 2000 amaneció soleado y con una temperatura agradable. Para muchas personas,
el cambio de siglo y de milenio significó un hecho sumamente importante y sin
precedentes. Las esperanzas y los buenos deseos eran la moneda corriente en las calles,
pero no así para Emilie Schindler, que con voz acongojada se quejaba en su casa de San
Vicente de las vicisitudes económicas por las que pasa al no percibir el subsidio que le
dio, hasta hace dos meses, el gobierno argentino. De esta forma, Erika Rosenberg,
biógrafa de Emilie retrató ante Página/12 el durísimo inicio de milenio que vive la
mujer que protagonizó en la vida real la película de Steven Spielberg, La lista de
Schindler. Emilie cumplió 92 años, prácticamente no puede caminar y no les puede pagar
a las dos personas que se turnan para atenderla.Lo que ocurre con la señora Schindler es
curioso. Vive en una casa que le cedió hace muchos años la organización filantrópica
BNai Brith, que además le da un subsidio de 200 pesos. De manos alemanas le
llegan otros 200, pero la fuente principal de los ingresos con los que paga a las dos
personas que se turnan para cuidarla, Leandro e Isabel, era un subsidio de mil pesos que
le otorgó el anterior ministro del Interior, Carlos Corach. Cuando se produjo el cambio
de gobierno, el aporte cesó automáticamente. Página/12 trató de averiguar por qué las
cosas se modificaron. En el Ministerio del Interior nadie sabe nada ni figura oficialmente
el mentado subsidio. Seguramente se sacaba de fondos reservados, explicó uno
de los actuales funcionarios de la cartera política. El razonamiento parece encajar:
Emilie nunca tuvo que firmar ningún recibo y el dinero le llegaba a su propia casa
enviado directamente desde el ministerio. Este diario trató de comunicarse con Corach,
pero se encuentra de vacaciones en la India y China.Lo cierto es que Emilie ya no tiene
ese ingreso y, por lo tanto, no cuenta con el dinero para pagarles sus módicos sueldos a
Leandro e Isabel. Es más, ambos no cobraron ni en diciembre ni ahora. Debe tenerse en
cuenta que Emilie está prácticamente postrada y que son muy raros los momentos en los
que se puede levantar, ayudada por un bastón, para recorrer la casa. A Emilie sólo
la homenajean con títulos señaló Rosemberg, indignada-. Y a cierta edad esos
títulos son un poco incomprensibles. En definitiva para lo único que sirven es para dar
rédito al organizador. Vergonzante es también la postura de ciertos Señores del Mundo,
académicos, directores de museos, lugares de peregrinaje, que la asedian con la pregunta:
¿Y frau Schindler, qué va a hacer con las condecoraciones cuando se muera. En
nuestro museo hay un lugar reservado para su historia. Pero lo cierto es que Emilie
aún vive, todavía no se ha convertido en la historia de la que esos señores se quieren
apoderar.Rosemberg hace una reseña que impresiona: En Internet hay páginas y
páginas con la historia de los Schindler; el autor del libro de La lista de Schindler,
Thomas Keneally, se encontró con ella hace muchos años y le prometió 2000 dólares.
Nunca volvió a aparecer. La gente que vendió los derechos de la película hizo
desaparecer la primera hoja del contrato, en donde se le adjudicaba el 6 por ciento del
producido. Hace muy pocos meses se encontró una valija en Alemania, que le pertenecía a
Oskar Schindler, con importantes documentos. En lugar de devolvérsela a la viuda, la
enviaron a la redacción de un diario. Se hizo una historia de tapa, la revista vendió
más que nunca y, luego, cuando el tema no dio para más, le pusieron el moño de regalo a
los papeles y los enviaron al museo de Yad Vashem en Israel. Emilie se vio obligada a
buscar un sponsor que pagara a un abogado alemán para representar sus derechos.A
los 92 años, no faltan los que le sugieren que se vaya a un asilo. Emilie Schindler
quiere terminar sus días en su modesta casa, rodeada desus perros Rex y Lady, sus
árboles, sus plantas, sus modestas pertenencias y su dignidad.
POR LOS DECRETOS DE MENEM
Hay más quejas de Storani
El ministro del Interior, Federico Storani, continúa con las quejas por la herencia
que le dejó Carlos Corach. Primero fueron los ATN y los manejos sospechosos de esos
fondos que el ministerio manejaba en forma discrecional. Ahora el problema son los
empleados designados a último momento, en el tramo final del gobierno
menemista. Es evidente que en el último tiempo se colocó una cantidad de personal
de nivel jerárquico político en la administración deliberadamente, no sólo para
asegurarles el trabajo a los dirigentes del partido político de Menem sino además para
condicionar al futuro gobierno, expresó ayer Storani. El ministro explicó que no
habrá persecuciones contra nadie y que se revisará la situación de cada uno de los
empleados que pasaron de una gestión a otra. Cada uno puede tener una situación
jurídica diferente, explicó, para justificar la demora en resolver cada caso. |
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